LA HABANA, Cuba. -La próxima Cumbre de las Américas (Panamá abril 2015) reviste una serie de particularidades históricas y a la vez comporta muy trascendentales retos para la clase política del hemisferio y en especial la de Cuba.
El consenso generalizado de los gobiernos del hemisferio de incluir al gobierno cubano sin condicionamiento alguno ha obligado a la administración norteamericana, por cierto única que ha mantenido una sostenida y consecuente postura a favor de la democratización de Cuba, a aceptar la nueva coyuntura, la cual por cierto diluye de un plumazo el fundamento original de estos conclaves, donde hasta ahora se reunían los gobernantes democráticamente elegidos del continente.
Con esta participación se acaba el aislamiento político del régimen cubano, solo queda excluido de las concertaciones comerciales y financieras regionales por razón de la inconsecuencia estructural de su inviable sistema económico. Así, el debate y la confrontación se coloca en otra dimensión, de por sí diferente y muy compleja.
En este nuevo espacio también se hará presente una amplia representación de la sociedad civil cubana independiente: opositores políticos, defensores de los derechos humanos, líderes cívicos y varios representantes del exilio llevaran a Panamá la voz y el testimonio de la Cuba verdadera, gracias a la firmeza consecuente de los organizadores del magno cónclave para defender el derecho de los representantes de la diversidad y el pluralismo del pueblo cubano a participar con toda legitimidad como lo hacen los representantes y líderes de la sociedad civil de todo el continente. Por suerte, las presiones y quejas de los gobernantes cubanos han caído en saco roto y las autoridades panameñas han insistido en brindar igualdad de condiciones a todos los participantes sin distinción.
El reto del gobierno cubano
Las autoridades cubanas, tan acostumbradas a excluir a sus opositores y a campear por su respeto en los escenarios internacionales, tendrán que tragar en seco más de una vez para convivir en el magno evento con los líderes y activistas a los que ha satanizado, perseguido y reprimido durante tantos años. Allí también tendrán espacio y tribuna las razones, argumentos y testimonios de los que en muy difíciles condiciones luchan por hacer patentes en la realidad estructural, institucional y social de Cuba los valores y principios en los que se fundamentan las democracias del continente.
Espero que los gobernantes cubanos hayan comprendido que a la cumbre de Panamá no pueden trasladar esa soberbia intolerante que los lleva cada semana a teñir nuestras calles de inadmisible violencia represiva y persistir en desconocer el legítimo derecho del otro a pensar diferente y defender sus intereses.
El reto de la sociedad civil
Los líderes y activistas que en Cuba y el exilio se aprestan a participar en “La Cumbre” deben estar conscientes de que el gobierno cubano va a ser legitimado en Panamá, además hasta allí llegarán los representantes de las organizaciones e instituciones que actúan como mecanismo de manipulación y control social en el sistema corporativo de inspiración fascista que sostiene el poder del régimen cubano, también estarán en Panamá una legión de “clientes” y compañeros de viaje político de los gobernantes cubanos, con sus lealtades alimentadas por la interesada demagogia solidaria y la persistente exportación de sus bien engrasados mecanismos de control social.
Los líderes alternativos cubanos deberán enfrentar también el desconocimiento inocente que de la realidad cubana tienen muchos actores políticos y cívicos del continente, sistemáticas víctimas de la manipulación desinformadora de los gobernantes cubanos.
En ese marco es preciso reflejar una imagen nítida y objetiva de la Cuba actual y demostrar la capacidad de conectar los valores universalmente compartidos con las inconsecuencias y carencias que sufre la sociedad cubana, además de demostrar a los interlocutores la verdadera naturaleza y proyección de la sociedad civil independiente, tan persistentemente denostada por el gobierno cubano.
Este redactor comparte con otros colegas el privilegio de haber participado en varios conclaves hemisféricos. Tanto en la audiencia pública de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH que nos acogió en su 149 periodo ordinario de sesiones en octubre de 2013 para exponer la realidad de la discriminación racial en Centroamérica y el Caribe o la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) de Asunción Paraguay en abril 2014 constituyeron experiencias excepcionales y un muy útil ejercicio de contacto e interrelación con las clases políticas y la sociedad civil del continente, sin embargo en esta ocasión la presencia de los representantes oficialistas coloca el debate en una nueva dimensión porque en los mencionados cónclaves el gobierno cubano no estuvo representado.
A estas alturas no puedo imaginar cómo las autoridades cubanas van a enfrentar el nuevo escenario a tenor de su persistente incapacidad de convivir con la diversidad y la diferencia, para la sociedad civil independiente la Cumbre de Panamá se presenta como una oportunidad excepcional para demostrar al mundo que posee una visión estratégica de nación y futuro, libre de tutelajes invalidantes o compromisos inconfesables. El juego está abierto y la partida de Panamá va en serio.