LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – Programados para no reconocer más razón que sus sinrazones, ni más derecho que su derecho de pernada, los caciques de Cuba no pueden dar un paso al margen de la aberración totalitaria. Menos le cuesta al rabo del perro moverse cuando lo separan del perro.
Ahora resulta que la escasez de café que hoy sufrimos en la Isla se debe, según ellos, al comercio ilegal y no a la misma causa de todas las demás escaseces: la improductividad, el caos administrativo, la falta de estímulos para los productores, el aniquilamiento de la competencia como norma económica y como cultura.
Acaban de caerse de la mata en cuanto a las penurias de la producción cafetalera, no porque constituya novedad (al contrario, la producción aumentó en los últimos tiempos), sino porque ahora la demanda es mayor y es más visible su comercialización, a tono con el aumento de las pequeñas cafeterías particulares.
Y he aquí que de pronto el periódico Granma se baja con los resultados de una graciosa “investigación”, según los cuales, entre los motivos de este deterioro (que ya es histórico) está el hecho de que “la competencia del comprador ilícito es muy fuerte”.
La conclusión de los amanuenses de Granma no podía estar más a tono con el estilo de los caciques. El Estado –dicen- incrementó el precio para la compra del grano a los productores. Pero las ofertas de los compradores ilícitos continúan siendo más atractivas. Entonces, claro, la respuesta estatal no puede ser un nuevo incremento de sus aún muy bajos precios. El derecho de pernada le impide competir mediante la concesión de mayores estímulos para el productor.
De modo que tendrá que hacerlo con sus viejos métodos, a tranca y barranca, que traducido al lenguaje de Granma significa ser “más riguroso” con quienes compran y venden ilícitamente.
Mientras, los precios del café molido siguen subiendo en la bolsa negra habanera. El paquetico con 4 onzas de café que aún asignan por la libreta de racionamiento -a razón de un paquetico por persona cada mes, al precio de 5 pesos-, y que hasta hace muy poco se vendía en la calle a 10 pesos, cuesta ya 15 pesos.
No obstante, en las cafeterías particulares no pueden subir más el precio de la taza de café colado (un peso), pues los consumidores tendrían que dejar de comprarlo.
Tute de reyes: gana la bolsa negra, al tiempo que pierden los productores y el comercio legal privado. También pierde el Estado, pero no por indefensión, como los otros, sino por incompetencia.
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