LA HABANA, Cuba.-Los gobernantes cubanos continúan dándole vueltas al asunto de la doble circulación monetaria. No desaprovechan ninguna ocasión para insistir en que se trabaja para la eliminación de esa dualidad, y a cada rato emiten alguna que otra señal en ese sentido. Sin embargo, la realidad indica que han sido intentos de calmar la ansiedad de la población, y no medidas que apunten a la solución del problema. En ese contexto se inscribe la experiencia que llevan a cabo dos supermercados habaneros.
Uno de esos establecimientos es La Copa, ubicado en el barrio de Miramar. Allí, desde hace poco, además del CUC o moneda convertible, se puede pagar en pesos cubanos o CUP. Claro, aplicando la tasa de cambio oficial. Es decir, un CUC igual a 25 CUP.
Con el objetivo de conocer cómo marcha ese mecanismo nos dirigimos hacia ese centro comercial. Lo primero que resalta es que buena parte de los consumidores pagan en CUC, no obstante ser la moneda que no devenga la mayoría de los trabajadores cubanos. Una de las cajeras nos confirmó esa tendencia, y argumentó que podía tratarse de la costumbre derivada de tanto tiempo en que solo se aceptaba el peso convertible. Al preguntársele si esa práctica podía ocasionarle dificultades al centro comercial, aclaró que, hasta el momento, se han presentado únicamente pequeñas distorsiones contables.
Una señora que escuchaba la conversación me confesó, cuando ya nos habíamos alejado de la caja, que ella pagó una vez en pesos cubanos, y no lo ha hecho más.
-El problema consiste, mi hijo, en que cuando un producto tiene el precio fraccionado, en pesos y centavos -todos los precios son en CUC-, y tú pagas en CUP (moneda con la que devengan los salarios), se complica la conversión de una moneda a la otra, y el cajero casi siempre saca la mejor parte. A mí me tumbaron más de 50 centavos- dijo muy seria.
Ya en la puerta del establecimiento escuché dos hombres conversando. Uno de ellos, como si quisiera poner los puntos sobre las íes, expresaba:
-Caballeros, este es el mismo perro con diferente collar. Si no bajan el tipo de cambio del CUC, nadie va a resolver la situación. Y bajar el tipo de cambio no es fácil, porque la oferta resultaría pequeña ante una demanda que se dispararía violentamente. O sea, que la gente arrasaría en poco tiempo con lo que hoy vemos en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD)-, explicaba a su manera.
Por supuesto que esa opinión iba bien encaminada. Porque la doble circulación monetaria le ha servido a las autoridades cubanas, entre otras cosas, para enmascarar una inflación de gran magnitud.
Ofertan en forma liberada, fuera de los marcos de la libreta de racionamiento, determinada cantidad de mercaderías. Pero no la cotizan en pesos cubanos, la moneda que sirve de base para la contabilidad oficial, sino en CUC o pesos convertibles. Y de acuerdo con el tipo de cambio, se evita tener que informar en CUP unos precios que se habrían multiplicado por varios dígitos.
Está claro que detrás de una oferta deprimida se hallan un bajo nivel de producción y la disminuida capacidad importadora del país. Precisamente, las dos variables que podrían asegurar una transición no traumática a la unificación monetaria. Y comoquiera que no aprecio cercana ninguna de las dos -muy difíciles de lograr por un gobierno que, además, persiste en la fracasada política de “sustituir importaciones”-, sigo siendo escéptico en cuanto a la viabilidad actual de ese empeño unificador.