LA HABANA, Cuba, 12 de julio de 2013, Moisés Leonardo Rodríguez/ www.cubanet.org.- La casa en que reside Ileana de los Ángeles Iglesias, junto a su esposo, cuatro hijos y dos nietos, en Cabañas, fue terminada de construir en 1879, según título de propiedad manuscrito de la época, y es la más vieja que aún queda en pie de todo el municipio Mariel, y quizás de la provincia Artemisa, por lo que es considerada un patrimonio.
Funcionarios del museo municipal la visitaron a finales de la década de los noventa y advirtieron que su estructura, obviamente colonial, no podía modificarse so pena de sanciones legales. A la pregunta de si facilitarían materiales para su reparación respondieron que no.
Los efectos del tiempo y los muchos años sin el debido mantenimiento hizo que la dirección municipal de la vivienda la declarara inhabitable. A pesar del inmueble haber pertenecido siempre a la misma familia, su propietaria debe pagar mensualmente al gobierno 25.14 pesos moneda nacional (mn) hasta completar el valor en que la tasaron, 4525 pesos mn.
Ileana visitó las Oficinas del Historiador de la Habana en pos de algún tipo de ayuda para salvar el patrimonio, pero las gestiones no arrojaron resultado alguno. La casa iba de mal en peor: el techo, de tejas francesas, cediendo, paredes descascaradas, pisos en del sótano hundidos, meseta de la cocina con las losas rotas y faltantes, sin agua corriente a pesar de poseer un gran aljibe (cisterna antigua) con salideros.
En el último año, gracias a ayuda de familiares y de vecinos, se ha reparado el techo, restaurado la sala y dos cuartos e instalado un nuevo sistema hidro-sanitario que incluye sus dos baños, para cuyo uso hasta ahora había que cargar el agua en cubos.
El regalo por un vecino de las losas para forrar la meseta de la cocina fue como la chispa que encendió los ánimos para su reparación entre familiares y otros vecinos.
Un joven decidió desmontar la vieja meseta de la cocina y se brindó para hacer una nueva. No cobró un centavo y ahora la cocina tiene una flamante meseta en forma de L, vestida con losas por él mismo. Está orgulloso porque todo el que la ve pregunta quién la ejecutó.
Dos albañiles del poblado transformaron las paredes, desconchadas y abultadas en muchas partes, en paredes lisas y alineadas que al pintarlas un profesional que vive en el barrio y las hijas de la casa, quedaron resplandecientes.
El primo de la propietaria, Enrique Nodarse, prestó una escalera, andamios, taladros y otros medios de construcción decisivos en el empeño por salvar el patrimonio que es particular y comunitario al mismo tiempo, aunque solo se han ocupado de su preservación los primeros.
Nano, como cariñosamente llaman al cuñado de Enrique, Raúl Ávila, se encargó de la carpintería que incluyó la confección de los estantes de la cocina y de un marco de madera para un reloj de pared, así como la restauración del botiquín y un sillón con alrededor de 80 años de uso.
El esposo de Ileana selló los salideros del centenario aljibe, instaló un tanque elevado y sustituyó tuberías metálicas deterioradas por mangueras plásticas para el sistema hidro-sanitario; adaptó mecanismos nuevos a los dos baños, reparó la instalación eléctrica ayudado por otro vecino y reparó las puertas, ventanas y verjas coloniales.
Muchas de las reparaciones se han hecho con materiales recuperados de las partes derrumbadas o desmontadas de la centenaria construcción que estaban amontonados desde años atrás en su sótano.
La prima de Ileana, de La Habana, Mayra Nodarse, regaló cuadros, lámparas de mesa, interruptores eléctricos, macetas para plantas y otra gran cantidad y variedad de artículos.
Aun queda mucho por reparar o restaurar: las barandas del amplio portal y sus paredes con la cenefa que se observa en fotos antiguas, la escalera que lleva al patio trasero, entre otras.
Muchos cabañenses comparten la alegría con los residentes de la vieja casona. Valoran como un éxito propio la recuperación de un bien patrimonial de su pueblo.