LA HABANA, Cuba.- Llega a su fin el 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba, y tal como se había previsto, Raúl Castro y los históricos Ramiro Valdés y Machadito Ventura no forman parte de las máximas instancias de esa organización. A primera vista aparece como si se hubiese producido una renovación importante en las altas esferas del poder castrista.
Sin embargo, al escuchar el discurso de clausura del Congreso, pronunciado por el nuevo primer secretario Díaz-Canel, nos percatamos de que, en el fondo, no habrá tal renovación de mando, al menos en lo que a Raúl se refiere.
Díaz-Canel afirmó que Raúl será consultado antes de que se tomen decisiones estratégicas, lo que significa que el General de Ejército oficiará como una especie de poder tras el trono.
Pero Raúl Castro no solo se asegura la posibilidad de decir la última palabra en aquellos asuntos trascendentales para la nación, sino que garantiza otra cuota importante de poder para su entorno familiar con la llegada al Buró Político del Partido de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, el zar del poderoso complejo empresarial dominado por las Fuerzas Armadas. Es verdad que López-Calleja ya no es su yerno, pero es el padre de El Cangrejo, ese nieto guardaespaldas que no le pierde ni pie ni pisada al añejo General.
Y ese ascenso de López-Calleja puede haber tomado por sorpresa a algunos. Es verdad que todos sabían de su poder, pero era un poder del que casi no se hablaba en los medios oficialistas. Él nunca aparecía en público. Y ahora lo ven caer “de flay” en la más alta instancia del Partido. Estaría bueno para preguntarle a Díaz-Canel si eso no viola la política de cuadros —en específico lo relacionado con el tránsito gradual de los funcionarios por los distintos niveles de dirección—, tan celosamente observada por él (al menos de palabra).
Solo tres ministros son miembros del Buró Político. Además del canciller Bruno Rodríguez Parrilla, están el titular de las Fuerzas Armadas, Álvaro López Miera, y el del Ministerio del Interior, Lázaro Alberto Álvarez Casas, ascendido a última hora a general de división. De esa manera Raúl consigue que otros dos de sus militares estén en la cúpula del poder partidista.
El secretariado del Partido sí muestra una renovación casi total. Roberto Morales Ojeda asumirá muchas de las funciones que antes ejecutaba Machadito, mientras que Rogelio Polanco (antiguo embajador en Venezuela) y Joel Queipo atenderán las esferas ideológica y de economía, respectivamente. El pobre Alejandro Gil, pues con López-Calleja y Joel Queipo en las altas esferas del Partido, su condición de ministro de Economía pasa a un segundo plano.
Mas, si hubiese que buscar a un perdedor en todo esto, parecer ser Marino Murillo Jorge quien perdió su condición de miembro del Buró Político. Es evidente que Raúl Castro no está satisfecho con la labor de Murillo al frente de la comisión encargada de llevar a la práctica los Lineamientos del Partido, ni tampoco le dio el visto bueno a su trabajo en la Tarea Ordenamiento.
En su informe central a este 8vo Congreso, el General de Ejército apuntó que “La Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo no logró organizar, de manera adecuada, la participación de los diferentes actores involucrados en la implementación de los Lineamientos y asumió funciones que excedían el mandato otorgado por el Congreso del Partido”.
Bueno, es muy probable que Randy Alonso, el de las Mesas Redondas, tenga que buscarse en lo adelante a otro panelista —que sea bien visto por Raúl Castro— cada vez que quiera tratar en su programa algún aspecto relacionado con los Lineamientos o la Tarea Ordenamiento.
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