LA HABANA, Cuba. – La Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), que acaba de celebrar en La Habana su VIII Congreso, se autocalifica como una organización no gubernamental (ONG). Para honrar ese calificativo, la ANEC debería investigar y ofrecer propuestas que no siempre coincidieran con el discurso de los gobernantes del país, máxime si tomamos en cuenta que la Economía clasifica, según el criterio de muchos especialistas, como la ciencia de las alternativas.
Sin embargo, la realidad no se presenta de esa manera. Porque la ANEC recibe las indicaciones “de arriba” como si se tratara de cualquier ministerio u oficina gubernamental, y en consecuencia sus afiliados repiten los eslóganes y consignas de los principales dirigentes de la isla. Una situación corroborada, una vez más, durante las jornadas del referido evento.
Este VIII Congreso presenció una conferencia del ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, en la que el funcionario reafirmó lo que se debe hacer para llevar adelante el proceso de actualización del modelo económico. Una estrategia que tuvo continuidad en el discurso de clausura de la cita, pronunciado por el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Por si fuera poco, los asistentes al Congreso escucharon otra conferencia, esta a cargo de Abel Prieto, quien alertó acerca de los “peligros” de la guerra cultural que el enemigo desata contra Cuba.
Otro plato fuerte del evento fue un panel acerca del pensamiento económico del Che Guevara -también se habló de la polémica económica que sostuvo con Carlos Rafael Rodríguez-, lo que fue complementado con una nueva presentación del libro El pensamiento económico del Che, de la autoría de Carlos Tablada, ese académico tan vinculado con las altas esferas del poder en la isla. Por cierto, esa especie de revitalización de las ideas económicas del guerrillero argentino pudiera ser un indicio de que los elementos de línea dura de la nomenclatura, esos que ven con malos ojos los espacios del mercado, sean los que manejen los hilos de la actualización del modelo económico.
¿Y cuáles fueron las propuestas emanadas de este VIII Congreso de la ANEC? Pues, en lo fundamental, las mismas que se escuchan, se ven y se leen a toda hora en la radio, la televisión y la prensa escrita: aumentar las exportaciones, sustituir las importaciones, luchar contra el delito en las entidades estatales, tratar de incentivar la inversión extranjera, y lograr los encadenamientos productivos.
Hubiese sido interesante, por ejemplo, que la ANEC hubiera propuesto la eliminación de esas instancias intermedias entre los ministerios y las empresas -como las Juntas de Gobierno y las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE)-, que, en la práctica, merman la tan cacareada autonomía que se les pretende dar a las entidades de base; que se solicitaran sanciones contra aquellos empresarios que no les pagan a los campesinos por sus cosechas; que abogaran por la reapertura de los mercados agropecuarios de oferta-demanda que han sido cerrados en los últimos tiempos; o que se manifestaran en contra de todas las presiones que disgustan a los trabajadores por cuenta propia, como esa directiva que obliga a muchos de ellos a habilitar cuentas bancarias fiscales.
Pero no. Eso sería pedirle mucho a una organización que tiene como premisa preservar la “unidad” en torno al Partido Comunista. Por eso la mayoría de los foros internacionales desconfían cada vez que se presenta alguna ONG procedente de Cuba.