LA HABANA, Cuba.- La amenaza de dejarlos encarcelados que fuera hecha a los periodistas de La Hora de Cuba, Henry Constantín Ferreiro y Sol García Basulto, no fue concretada; sin embargo salieron de un largo interrogatorio con agravantes para los casos que les están construyendo, cartas de advertencias, la promesa de decomiso de los medios con que hacen su trabajo y la cárcel como último recurso.
Ambos periodistas están siendo acusados de “usurpación de capacidad legal”, según el artículo 149 del código penal cubano, basándose las autoridades en entrevistas que los comunicadores aseguran no haber hecho, violando el derecho que tienen a publicar sus escritos.
En el caso de Henry Constantín, quien además de director de La Hora de Cuba es Vicepresidente Regional de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa, el primer teniente indentificado por el apellido Pacheco le anunció que tenían otras agravantes en contra suya.
“Dicen que como parte de la investigación han descubierto que compré en Najasa, un pueblo que queda a 70 km de Camagüey, 200 sacos de cemento y que los traje el 31 de marzo en un Lada amarillo”, cuenta Constatín a CubaNet. “Dicen que tienen a cinco personas de las que nunca había escuchado hablar, además de que nunca he comprado cemento y no salgo de la ciudad desde febrero”.
Para Sol García, por su parte, “fue un debate muy largo”, toda la mañana y parte de la tarde, “mientras mi hijo de tres años me esperaba afuera, chillando, porque no encontré a nadie que me lo cuidara”.
Y especula sobre cuál puede ser el motivo del ensañamiento de la Seguridad del Estado contra ella: “A ellos les molesta mucho un artículo que yo publiqué sobre un Festival de Rap que se hizo el mes pasado aquí en la AHS (Asociación Hermanos Saíz), que trata sobre (…) una rapera cubanomericana que fue invitada y, cuando llegó, no la dejaron cantar porque no le habían gestionado la visa cultural a tiempo”.
Asegura que “contra mí lo único que tienen es que he seguido haciendo mi trabajo, según ellos cada vez peor”.
La amenaza es la misma para los dos comunicadores independientes: decomiso de laptops, cámaras y teléfonos; y, si siguen en su labor informativa, la cárcel, porque según le dijeron a Basulto, “ellos no están pintados en la pared y nosotros seguimos cometiendo el delito”.
Aunque no especifican los años por los que pudieran ser juzgados, “nos queda prohibido escribir”, coinciden las versiones de Basulto y de Constantín.
Aunque en el interrogatorio a Henry Constantín una de las amenazas estuvo dirigida a la divulgación de lo que les estaba sucediendo, el director de La Hora de Cuba tiene claros sus objetivos: “Le hago caso porque sé que es un riesgo, pero las personas tienen que saber lo que está pasando”. Agrega: “Mi periodismo no depende de quién me amenace, depende de que yo pueda comunicarme; y si estoy vivo y libre seguiré haciendo lo que hago”.