MADRID.- Tres comunidades autónomas españolas se disputan el legado del coleccionista estadounidense de origen cubano Roberto Polo, compuesto por unas 7.000 piezas que van de finales del s.XIX hasta la actualidad, aunque antes de tomar la decisión prestará las obras para ver si el museo elegido las cuida bien.
“Cuando mi familia y yo donamos obras primero las prestamos con promesa de donación. Así podemos ver si el museo las cuida bien, las expone, las valoriza. En la medida en que veamos que hacen su trabajo bien y pone en valor las piezas, las iremos donando”, explica Polo en una entrevista con Efe.
Polo (La Habana, 1951), galardonado recientemente con el premio Capital Arte al Mecenazgo Internacional, anunció con motivo de ese galardón su intención de donar a España parte de una colección que lleva formando muchos años y que abarca principalmente artistas del norte y el este de Europa, con especial atención a los creadores belgas.
Desde entonces, tres comunidades han mostrado su interés por albergar las piezas que, inicialmente, serán cedidas por un periodo de quince años.
El filántropo, cuya familia se mudó a Estados Unidos en 1961, recordó que nunca ha habido un préstamo con promesa de donación tan grande como este y tan a largo plazo.
En cuanto al lugar donde irán finalmente las obras, Polo reconoció que una de las ofertas le atrae especialmente. Se trata de la de una de las comunidades que le ha ofrecido la posibilidad de crear dos sedes, propuesta plausible ya que “la materia prima está”.
Una de ellas sería en un edificio histórico que ya está adecuado como museo y “cuya arquitectura es sublime. Es un espacio en el que prácticamente está todo hecho”.
La ciudad donde se encuentra este museo “recibe anualmente alrededor de tres millones de turistas y además es un lugar que artísticamente me atrae mucho. Es un emplazamiento que representa todo lo mejor que España puede proponer y ofrecer desde el punto de vista intelectual”.
En este museo se exhibirían las obras desde finales del siglo XIX con especial atención a las de las vanguardias, desde 1910 hasta 1930, y continuando el relato hasta la actualidad.
En la misma comunidad, en una localidad más pequeña “pero también artísticamente muy importante, que visitan unos 500.000 turistas al año”, se situaría un segundo museo “estrictamente de arte contemporáneo”, con obras fechadas a partir de los años 70 y 80 hasta nuestros días.
La idea es que en las dos sedes haya una colección base, con piezas que vayan cambiando. “Además, se organizarían cuatro exposiciones temporales al año creadas en torno a la colección. La idea es poner en el mapa estos museos, especialmente el principal”.
Como posibilidad para la inauguración de este último “que podría hacerse muy pronto”, Roberto Polo ha propuesto traer la exposición que se mostrará en el museo Pushkin de Moscú, dedicada a las obras maestras de los artistas belgas en la Colección Polo.
Para el mecenas, que a lo largo de su vida ha realizado importante donaciones a instituciones como el Louvre o el Metropolitan de Nueva York, estos artistas forman parte de una historia artística muy importante desarrollada en Bélgica y que es poco conocida.
“Entre los 25 pintores contemporáneos más caros del mundo no hay ni un solo francés, pero hay cinco belgas”.
Su colección “llenaría un vacío” que existe en el panorama museístico español “muy rico en otros escuelas pero que tiene muy poco de artistas modernos y contemporáneos de los Países Bajos, Holanda, Alemania o Polonia”.
Contrario a que el valor de una obra se mida por el dinero que cuesta, cree que el mercado del arte y el verdadero arte coinciden muy pocas veces. “No porque se venda por más dinero una obra es mejor, casi siempre ocurre todo lo contrario”.
Polo no deja pasar un día sin, al menos, comprar una obra y le gusta hacerlo fuera de las subastas. “No me gusta el aspecto comercial de las subastas”, asegura. Tampoco acude a las ferias de arte, lugares que le entristecen.
(Mila Trenas/EFE)