LA HABANA, Cuba, 7 de julio (Moisés Leonardo Rodríguez, 173.203.82.38) -Dos días de lluvias continuas sobre La Habana han roto la rutina de sus habitantes y han dado a la ciudad un aspecto casi olvidado, debido a la larga sequía que azotó el país.
Alternando entre fuertes aguaceros y lloviznas pertinaces, desde el 6 de julio no escampa en La Habana. En algunas calles, como en Carlos III e Infanta, en el municipio Centro Habana, se ven grandes charcos originados por el colapso del sistema de alcantarillados que, luego de décadas de desidia, requiere urgentes reparaciones capitales.
Los ómnibus del sistema de transporte urbano de pasajeros andan prácticamente vacíos. El ausentismo laboral alcanza cifras record y en algunos centros dan salidas a sus trabajadores antes de la hora de salida oficial.
Son pocos los que se protegen de la lluvia con paraguas o capas, ya que resultan muy caros para la mayoría de los habaneros; la gente se cubre con cartones o pedazos de plástico. Muchos simplemente andan a paso rápido y solo se guarecen bajo un portal cuando arrecia, para proseguir su rumbo en cuanto amaina un poco. Es común también ver a los niños divertirse, jugando bajo la lluvia.
La mayoría de los habaneros se alegra de que llueva, a pesar de los contratiempos que traen los aguaceros, pues saben que si no llueve los campesinos pierden sus siembras y, muchos intuyen que la sequía sería la excusa perfecta para que las autoridades justifiquen la escasez de productos agropecuarios.