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CubaNet

Febrero 21, 2006

Nefasto y el Apocalipsis Now

Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - ¡Pobre mundo capitalista, tan cerca de la solución y tan lejos del desarrollo sostenido!

Tanto nadar en tecnologías, petróleo, racismo, democracia, guerras, derechos, invasiones, defensas, libertades, xenofobias, explotaciones y un largo etcétera de virtudes y defectos, para morir ahogados en el polvo rojizo de un terraplén histórico.

¡Qué manera de escupir para arriba, arar en el mar y echar la ganancia en saco roto!

Su batallar constante para que sus pobladores y el mundo entero conocieran las bondades del desarrollo que propicia el confort y sus excesos para una minoría, resultará estéril de acuerdo a los estudios de algunos de mis compatriotas cubanos.

¿Cómo sería en Nueva York, Río de Janeiro, Beijing, a la vuelta de la esquina, dentro de 70 u 80 años, cuando se acabe la producción y consumo de combustible?, se interroga estresado un analista de la Isla ducho en la conducción de chivichanas, patines y bicicletas.

Y yo, moderado y optimista como siempre, retomo la idea y me pregunto: ¿Podrán mantener los londinenses los autobuses de dos pisos para los desposeídos, las pelucas y monóculos de sus lores y sires si todo procede del petróleo obtenido mediante la explotación de los aborígenes australianos, que con los huesos y el pellejo de sus antepasados y el de millones de canguros abonan la tierra de una nación construida con las uñas y pies de unos ilustres delincuentes?

¿Volverán las tribus algonquinas e iroquesas a levantar sus campamentos en el lugar que ocupa la Estatua de la Libertad en Nueva York?

¿Se imaginan ustedes los cientos de tiendas de alta costura, los grandes teatros, las pequeñas salas de variedades, los restaurantes de Broadway (tan iluminada como el sol), convertidos en un neblinoso y oscuro desfiladero donde pasten y beban los búfalos cuando no sean perseguidos por los audaces y recios colonizadores para quienes el rifle constituye su principal medio de manutención?

¡Sería impactante ver al gran cacique Pan Tostao -descendiente de Toro Sentado, Nube Negra o Caballo Loco- limpiar de piojos el cuero cabelludo de un colonizador, mientras prende la hoguera, coloca los peroles, los llena de agua y entona un canto ceremonial a Oggún Guerrero, sentado sobre un promontorio de estiércol en el lugar que hoy ocupa el paraninfo de la Universidad de Columbia.

Nos conmovería hasta un llanto feliz ver fumar la pipa de la paz a los guerreros sioux, apaches y comanches sobre un cementerio gigante de automóviles, aviones, naves espaciales, heladeras, trenes, anuncios lumínicos, batidoras, motos, videocaseteras, TV, y otros artefactos que se amontonarían aplastados bajo el puente de Brooklyn al minuto de agotarse el petróleo y fallar la energía nuclear.

Además, parodiando a Chico Buarque, cantaría: Oh, qué será qué será / la samba desterrada del carnaval / a Río de Janeiro sin su pan / las chicas de Ipanema en un corral / Copacabana azul del lodazal / y las favelas locas de amarrar / y el Cristo redentor que anuncia paz / convertidos en páramos.

¡Y ni hablar de Beijing! Que después de tanto arroz y tempestad por siglos de miseria, de saltos adelantes, revoluciones culturales, degollinas, tianamenses y falumguones por extirpar la presencia de los mandarines y de los antirrojos, tengan que olvidar la fábrica de automóviles, los teléfonos celulares, el viaje a la luna y el crecimiento económico sostenido, y volver a los pantanos y a las calles por falta de combustible, es un alivio.

¿Alguien puede soñar goce supremo al de un mazo de chinos encaramados en los muros de la Gran Muralla viendo a los pandas deambular por el tupido bosque en que se habrá convertido el terreno que ocupaba el Teatro del Pueblo?

¿Acaso habrá quien niegue la confuciana serenidad de observar cómo los chinos verduleros sustituyen a los narras empresarios bajo las torres del Tambor y la Campana, que hoy ocultan las puertas de la Ciudad Prohibida, que para entonces ya no lo será bajo la bosta de cientos de especies animales?

No hay dudas de que a leña limpia y trapos sucios, como soñaba Rousseau -quien empleó tanto ingenio en querer que nos convirtamos en animales, según Voltaire- emergerá de la falta de combustibles un mundo para todos sin distinción de autos, títulos, vestuario, tarjetas de créditos, ideología, raza o religión que coloque a un humano por encima de otro.

Los árboles y no el dinero, ni los fusiles, el combustible o la tecnología serán los tótem a quienes se les rendirá pleitesía, rogará porque se mantengan robustos y se le entonarán cánticos en medio de marchas pacifistas, no al estilo de Seattle, Sao Paulo y muchos menos del ¡uno, dos, tres, cuatro, comiendo mierda y rompiendo zapatos!, eslavo y tropical, porque gracias a Dios, no habrá.

No hay dudas de que al desaparecer el combustible el mundo avanzará hacia el progreso natural y se colocará a las puertas de una justa sociedad donde un tronco de guásima tendrá el valor de 20 kilos de oro; una plantación de melones y patatas el de cinco toneladas de cocaína, y un pedazo de tierra donde levantar la tienda tendrá que ser comprado por dos yeguas paridoras, un buen arador, un saco de semillas de calabaza y una coa hecha de roble americano para sembrar arroz.

Todos comeremos tierra por igual. Y la porción de iguanas, saltamontes, culebras y viandas salcochadas en raciones iguales entre lunes y viernes, sólo serán cambiadas los fines de semana por un bistec de búfalo para los caciques, un costillar de oso para los guerreros, y un estofado de jabalí para los más débiles de las tribus, con caldosas alternas en ocasiones festivas por los aniversarios de haber acabado con la desigualdad.

¡Brindemos por el progreso, hermanos! Ante la inminente llegada del apagón final de la civilización montada en artefactos por tierra, mar y aire, comencemos a botar las bicicletas, los riquimbiles y los almendrones.

Olvidemos las lavadoras, los teléfonos, los elevadores y demos inicio a un curso intensivo de cómo trepar a un árbol sin remellarnos, de qué forma mantener el encendido y soplado de una hoguera de troncos de marabú, y cuál es la forma más eficaz de matar un dinosaurio con flechas.

¡Abajo los equipos electrodomésticos! Y bienvenido el vara en tierra, la hoguera fugitiva, el sano esparcimiento de romper montes, cañadas, subir acantilados, vadear ríos y caminar unidos en manadas por los desfiladeros en la busca del pan, guiados por el reflejo en los pantanos de la luna y el sol.

¡Ahora sí vamos a construir un progreso con igualdad!

LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com

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