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CubaNet

Septiembre 21, 2004

Descalificación de las revelaciones

Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press

LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - El nuevo empleo como libelista que desempeña la señora Aleida Godínez Soler en la página digital del periódico Trabajadores, a parecer se le ha subido a la cabeza, borrado la conciencia y desaparecido el sentido elemental de la verdad.

Segura de su invulnerabilidad por ser vocera de las posiciones más intolerantes de los alabarderos de una ideología que dice profesar, aunque nadie le cree, la gran manipuladora arremete contra un movimiento sindical independiente si bien no consolidado del todo por la negativa del régimen a reconocerlo, al menos capaz de hacerlos gastar tinta, movilizar agentes, formar lobby, provocar sanciones en el seno de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y por último encarcelar a unos sindicalistas "inexistentes".

Esta quijotesca cruzada, emprendida desde una posición sin réplica por falta de espacio, y los años de cárcel que puede acarrear la respuesta a una agente de la Seguridad del Estado, viene acompañada de los epítetos más gloriosos del léxico comunista y las medio verdades y enteras mentiras que caracterizan a los encargados en la Isla de hacer que los hechos respondan a sus intereses.

En una serie de artículos titulados "Revelaciones sobre el 'sindicalismo independiente' en Cuba", la señora Godínez, impotente ante una realidad que crece, se regodea en calificar de mercenarios, terroristas, gusanos, mentirosos -entre otros piropos cuando provienen de una persona como ella- a quienes, ejerciendo su derecho a disentir, abogan por un movimiento sindical apartado de la línea oficial trazada para los trabajadores y sus dirigentes en el país.

En sus monsergas pseudo periodísticas, emplea y manipula un arsenal de informaciones, faxes, supuestas declaraciones, exigentes pedidos de quienes desde el exterior coadyuvan a que se respeten los convenios y recomendaciones refrendados por los funcionarios de la Central de Trabajadores de Cuba entre diversos foros internacionales.

No satisfecha con tergiversar, sacar de contexto o desmontar un supuesto complot orquestado por mercenarios de fuera y dentro de la nación sólo con el afán de enriquecerse saqueando las arcas del gobierno norteamericano, la comentarista insiste en sacar lo peor de sí para calificar de autosuficientes, arrogantes, fulleros y traidores a la patria a personas que, como René L. Díaz y Joel Brito Delgado, por sólo citar a los que más conozco, representan todo lo contrario para quienes defienden el derecho a la libertad de asociación y de expresión entre otras conculcadas en la Isla.

En cuanto a mi persona, dice que inventé los nombres de supuestos sindicalistas, a sabiendas de que utilicé seudónimos para protegerlos de un sistema tan democrático que los expulsa del trabajo para que puedan realizar -en la paz de la cárcel si es preciso- su tolerada faena.

Además, resulta tan falso su conocimiento, que en su enfermizo afán de desacreditar insiste en calificarme como frustrado coreógrafo, conocedora de que jamás me ha interesado esa digna profesión, y no por ningún tipo de prejuicio.

Aunque sé que hablar de cultura artística con ella es como hacerlo con una vaca sobre las técnicas de afinar un piano, le diré que hombres dignos, como los cubanos Fernando y Alberto Alonso, el ruso Mijail Fokín, el norteamericano George Balanchine y los franceses Marius Petisa y Maurice Béjart entremezclaron su arte y hombradía de bien con músicos y pintores de la talla de Igor Stravinski, Maurice Ravel y el comunista Pablo Picasso, para hacer de la coreografía un monumento a la espiritualidad y el quehacer digno del ser humano.

Pero yo, aunque le dé las gracias por sus buenas intenciones de que aprenda a bailar, me quedo con la literatura, mi única frustración al no editarse mis libros por ser calificados como subversivos o contrarrevolucionarios.

Adentrándome en lo que esa señora denomina "los que viven de esta farsa del llamado sindicalismo independiente" -algo que disfrutó a plenitud en sus años de topo, y al parecer le da buenos dividendos en su nueva faceta- le formularé algunas consideraciones.

Ella dice que "en cuanto al llamado con tanta pompa 'sindicalismo independiente', no ha existido nunca en ningún centro laboral cubano", pero yo le pregunto:

¿Puede un trabajador merecedor de los títulos de Vanguardia Nacional en cualquier sector, militante de las gloriosas filas del partido, combatiente internacionalista, participante activo de las organizaciones de masas que defienden a diario la revolución, decir que formará un sindicato fuera de los creados por la CTC?

¿Tiene siquiera la facultad de negarse a integrar las filas del sindicalismo oficial, dejar de pagar la cuota sindical, el día de haber para las Milicias de Tropas Territoriales, entre otros requerimientos, sin que sea afectado su estatus laboral?

¿Acaso pueden negarse a participar en una tribuna abierta, una marcha del pueblo combatiente, una movilización para la Plaza o un campo de caña si lo convocan la administración, el sindicato y el partido, sin que ello le afecte en lo más mínimo su condición de obrero?

¿No se prioriza la incondicionalidad política del trabajador por encima de sus cualidades manuales, técnicas, profesionales o científicas?

Jamás terminaría de enumerar las tantas interrogantes a su llamamiento a que "si alguna persona sensata tiene dudas, que visite cualquier centro de trabajo donde le digan que existe un sindicato independiente, a fin de que conozcan a sus afiliados y que conversen con ellos, si es que los encuentra, para que se convenza de que ha sido engañado miserablemente".

Pero cuando los trabajadores cubanos puedan ejercer sus funciones sin necesidad de dar cumplimiento a estas exigencias extra laborales no sean expulsados por NO CONFIABLES, y puedan poner en práctica el Convenio 87 "Sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación" aprobado por la OIT desde el año 1948, entonces, y sólo entonces, se revelará la verdadera historia.

Aunque me niego a gastar el tiempo esclareciendo apreciaciones subjetivas, juicios parciales o revelaciones malintencionadas, estoy seguro de no tener nada que perder, mucho menos que ocultar, y sí bastante que decir sobre algunos que se arrogan el derecho de tratar de difamar a quienes no comparten sus inclinaciones o no coinciden con sus cambiantes ideas.

De ser necesario, ya sea desde la calle, en la cárcel o en la tumba, siempre tendré una respuesta a mano para los detractores de quienes ejercen el derecho a disentir por vías pacíficas.

LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
2471 N.W. 21 Terrace
Miami, Florida 33142
E-mail: Fsindical@aol.com

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