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Septiembre 9, 2003 Tuyo es el reino LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - El anuncio de la próxima reedición de la novela cubana finalista entre las cuatro extranjeras que aspiraban a la mejor del siglo XX en Francia ha levantado numerosas expectativas entre quienes se quedaron sin un ejemplar de la pobre tirada efectuada en la isla en 1999. "Tuyo es el reino" no es una novela más dentro de la narrativa cubana: es la que necesitaba. Y no sólo por la destreza estructural que muestra a lo largo de sus más de 364 páginas, donde el tiempo y el espacio se transgreden y dan lugar a una fábula completamente creíble, dada la fusión entre la realidad mágica y la convencional, sino también por el aliento rítmico, la pintura incisiva y el desborde polisémico y parodial que hacen de la Isla los personajes. Dividida entre el Más acá y el Más allá, la isla fabulada por Abilio Estévez se monta en el imaginario de Casta Diva, Esteban, Merengue, Chacha Elena, Homero Guardavía, Tingo no entiendo y otros más, y se lanza a la vida desde sus limitaciones insulares, sus premoniciones fatídicas y su constante desgarramiento y sobrevivencia a múltiples estampidas, ya sean producto de desastres naturales o no. Al igual que en la isla real, en la novelada se vive con una intensidad que causa vértigo, paradójicamente gracias a la inmovilidad que la recorre y la coloca, dócil, en medio de significativas transformaciones externas. Las diversas historias que narradas por los personajes se entrelazan complementan y forman un todo, para dar la visión de una isla hechizada desde su decursar genésico inmemorial, están plagadas de aparentes nimiedades, aberraciones, humildades, creencias y hechos mágicos, como el de la niña que fue empequeñeciendo hasta convertirse en un punto y desaparecer delante de su padre, descifran las coordenadas de una identidad azarosa y entremezclada. El interés argumental, la destreza técnica que se hace transparente y nos salva de no chocar con ella, así como el trepidante ritmo narrativo y la abarcadora descripción de nuestro imaginario insular, hacen que, pese al sentimiento recurrente de escapar a otros rumbos, todos recordemos que, como dice el autor, "un país es una enfermedad que se padece para siempre", ya sea por amor o desencanto. cnet/09 LUX INFO-PRESS CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente. |
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