Octubre 22,
2002
La americana fea
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, octubre(www.cubanet.org) - Gabriela Vasconcelos no perdió
sus zapatos en el combate de Playa Girón, como Nemesis, la flor carbonera
de que habló El Indio Naborí en su poema. Ni puede imitar a Pilar,
la de los Zapaticos de Rosa, de José Martí, pues no tiene más
en su casa.
Gabriela perdió sus zapatos en los laberintos de la burocracia
cubana, entre las falsas promesas de que nunca una niña andaría
sin zapatos por la Isla, y la absurda realidad de un país donde las
autoridades no se cansan de repetir que los niños son lo primero.
Gabriela necesita con urgencia un par de zapatos ortopédicos. Y todos
los meses, tomada de la mano de su madre (es imprescindible que el paciente haga
acto de presencia), que lleva la libreta de productos industriales en la cartera
y una receta con cuño del médico, Gabriela aparece en la tienda "La
Americana", en Belascoaín y San Rafael, municipio Centro Habana,
para escuchar la cantaleta revolucionaria de siempre:
- No ha entrado el producto. Son cosas del bloqueo norteamericano.
Mientras tanto, las piernas de Gabriela se deforman y la niña, de
cuatro años, comienza a lamentarse.
No importa que la fábrica de implementos ortopédicos
confeccione 658 artículos diferentes para diversas anomalías óseas.
Todos están destinados a niños venezolanos y de otras naciones que
necesitan la ayuda solidaria de un país como Cuba, cuyos gobernantes
anteponen sus intereses demagógicos y propagandísticos al
bienestar de sus ciudadanos, no interesa la edad que tengan.
"La Americana" sigue sin vender zapatos ortopédicos. De
acuerdo con su administrador, éstos se confeccionan de forma limitada en
las provincias de Holguín y Cienfuegos para abastecer a los municipios
Centro Habana, Habana Vieja, Cerro, Regla y Habana del Este. Pero nada. Hace dos
años que no entran zapatos en "La Americana".
Las innumerables quejas de los ciudadanos no hacen mella ni en la conciencia
ni en los semblantes de médicos, funcionarios, especialistas y
vendedores. Sólo exclaman, según decenas de padres con niños
aquejados de mal formaciones en los pies:
- ¡Nada se puede hacer!
Los vecinos del barrio sólo atinan a decir a la madre de Gabriela: "Búscate
un extranjero, consigue un pasaporte, trata de pasar por venezolana, panameña
o guatemalteca y así quizás te resuelvan en el CIMEX, el Cira García.
¡Ah, no!, tú eres contrarrevolucionaria, periodista independiente,
hablas mal de la revolución. Figúrate, si nosotros, que fingimos
ser de patria o muerte nada tenemos, imagínate tú.
Pero, ¿a ustedes no les dan dinero en la Oficina de Intereses? ¿No les
mandan ropas, zapatos? ¿No? Pensamos que..."
Mientras tanto, los medios de comunicación del país hablan de
las inigualables condiciones de vida de los niños cubanos en comparación
con los niños extranjeros. Muestran en pantalla a los niños de
Irak, Palestina, Brasil, con sus pies descalzos y las piernas deformadas. En
contraposición, imágenes de niños cubanos en escuelas y círculos
infantiles, calzando rutilantes zapatos, comprados tal vez en las tiendas
recaudadoras de divisas.
Por su parte, otros cientos de niños del supuesto paraíso
infantil cubano hacen su recorrido mensual hasta "La Americana" sin
obtener resultado alguno. Gabriela sólo pregunta
- Mamá, ¿podré ser bailarina si encuentro los zapatos
ayer?
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