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Junio 17, 2002 Cuba y 1984 Víctor M. Domínguez, Lux Info Press LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - En Cuba aún se vive en 1984. No en el año, sino en la novela escrita por George Orwell dada la similitud en desaparecer personas, proyectos, acontecimientos como si se hubieran vaporizado o no hubieran existido nunca. El remedo cubano de la policía del pensamiento concebida por Orwell para combatir el crimental -o crimen de la mente- en su novela, es de una eficacia avasalladora dentro de la isla. Lograr que actores, músicos, deportistas, altos funcionarios o acontecimientos de resonancia mundial hayan sido borrados de emisoras radiales y televisivas, de los libros de récord, de las publicaciones nacionales y de la memoria de los ¿comunicadores? que laboran en loe medios informativos estatales dedicados a estos temas, demuestran un alto grado de temor tan implacable que los actos de autocensura resultan "naturales". No es necesario amenazar a nadie, lanzar un decreto, urdir una trampa que comprometa a quienes disientan de una ley no escrita que prohibe mencionar a los que abandonan el país. Nadie habla. Nadie los recuerda. Todos brincan los nombres como si fueran minas antipersonales. Es la nueva versión de miles de monos sabios: nunca los vi, nunca los escuché, jamás hablé con ellos. Esta postura generalizada, este terror a pronunciar un nombre o a difundir un acontecimiento que los puede convertir en una estatua de sal como a la mujer de Lot por mirar hacia donde no debía, ha provocado que los cubanos "comprometidos" con la revolución hagan malabares lingüísticos, fintas verbales para no mencionar el Proyecto Varela, en medio de posiciones ideológicas obsoletas dentro de un contexto histórico universal que uniforma el lenguaje con los más significativos avances tecnológicos y de respeto a los derechos humanos de cada nación. El Proyecto Varela es un fantasma para las autoridades cubanas. Una sombra chinesca lograda por una supuesta quintacolumna que pretende arrasar con las "libertades y los niveles en la calidad de vida" conquistados a través de 43 años de revolución. No importa que cientos de personas pregunten intrigadas sobre su existencia, cómo acceder a ese documento, qué hacer para unirse a los 11 mil veinte que dieron el primer paso. El proyecto no existe. Ha sido sepultado en el silencio de una confabulación oficial que lo legitima y valoriza por su misma negativa de hacerlo público, como solicitara a las autoridades cubanas el ex mandatario estadounidense James Carter durante su visita a Cuba. El Proyecto Varela es una luz inquietante y real en los corrillos populares. No importa que por sus matices (muestra de una concepción democrática) sea aplaudido o repudiado. Todos coinciden en señalar que se ha convertido en la fórmula ideal para salir del ostracismo político, sacudir la cadena y comenzar a correr hacia la libertad desde la confrontación pacífica. De nada vale que intenten dejarlo fuera del derecho constitucional a través del mismo derecho que le han negado para su implementación. En el plano personal discrepo con muchas cosas del proyecto, pero como ente social lo apoyo por ayudarnos a cruzar un Rubicón desbordado por las corrientes de la intolerancia desde el primero de enero de 1959. LUX INFO-PRESS CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente. |
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