Abril 17, 2002
Ordenes del cielo
Víctor Manuel Domínguez, Luz InfoPress
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Los tomates se aprietan sin jugo dentro
de un cajón. Una col, soñolienta y con rastros de humedad se
deshoja nerviosa. Un boniato con la cáscara manchada dormita sobre una
tarima. Un mazo de lechugas verde olivo apunta hacia el centro del salón
donde blasfeman airados los mameyes, gimen las fruta bombas y los melones se
hacen agua por doquier.
- Calma, queridas amiguitas -gritó sentencioso el mazo de lechugas.
Hasta que no termine la tribuna abierta de la revolución está
prohibido alimentar a los cubanos, pues con la barriga llena pierden el interés
por la batalla de ideas, se apartan del llamado del partido como el diablo de la
cruz, y se ponen a pensar en el respeto a la dignidad del hombre y otras
necedades.
¿Divertimento? ¿Fábulas? No, alucinaciones, pesadillas,
perplejidad ante un acto humillante impuesto por la fuerza. Decenas de personas
aglomeradas a las puertas del agromercado de San Rafael y Gervasio, a la espera
de que culmine el acto político de la Habana del Este para comprar las
viandas y hortalizas del almuerzo. Otro sábado en el que se conjugan las
consignas antimperialistas con el puré de tomate; la inquebrantable moral
de la revolución con el derecho a comprar un ají pimiento, y la
muestra incondicional de apoyo al socialismo con la renuncia espontánea a
dos patas de puerco y los frijoles cotidianos.
Se trata de una nueva clarinada revolucionaria, donde el ejercicio del
derecho a la alimentación está sujeto al cumplimiento de los
deberes patrióticos.
"Prohibir la venta de viandas y hortalizas es más subversivo que
escuchar los pequeños radios que presentaron por la televisión en
la mesa redonda. Que alguien, por razones políticas, te indique la hora
en que puedes comprar los alimentos para la familia, es un chantaje"
-expresó una señora llamada Patria.
Un trabajador del agromercado, que no quiso identificarse, señaló
que las pachangas antimperialistas lo ponían en ascuas, pues todos los días
tiene que levantarse a las tres de la madrugada, permanecer en su trabajo hasta
las siete de la noche, y apenas las ganancias le alcanzan para satisfacer sus
necesidades básicas. Además, es un acto de cinismo desbarrar tanto
de los Estados Unidos cuando para sobrevivir se necesita del dólar
norteamericano. "Soñamos con alcanzar el nivel de vida de los
ciudadanos de esa nación y en las altas esferas del gobierno de la Isla
se instrumentan campañas y se ejercen presiones para comercializar con el
enemigo histórico".
Estos y otros criterios del mismo corte conforman la opinión general
de quienes, para trabajar, deben esperar a que concluya un acto político
que se realiza cada sábado en un municipio diferente del país. La
condicionalidad política es uno de los requisitos que debe mostrar
cualquier ciudadano cubano para obtener alguno de los supuestos beneficios que
la revolución entrega a sus hijos.
La universidad es para los revolucionarios, las calles son de los
revolucionarios, el acceso a cargos de dirección lo determinan los
revolucionarios. Y hasta la cuota de malangas, calabazas y el perejil, la
determinan los revolucionarios.
- Pero, ¿quién mandó a detener las ventas? -preguntó
una joven impaciente.
- Nadie, señorita, son órdenes del cielo. Fíjese bien, órdenes
del cielo -respondió un señor mientras se golpeaba el hombro con
los dedos.
LUX INFO-PRESS Agencia Cubana Independiente de
Información y Prensa 2174 N.W. 24 th Court Miami Florida 33142
CubaNet no reclama exclusividad de sus
colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo,
siempre que se le reconozca como fuente.
|