Abril 5, 2002
La inocencia perdida
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - El hecho de circunscribir el mundo mágico
de los niños cubanos a textos literarios creados como medios de
adoctrinamiento, imbuidos de una simpleza rayana en la estupidez, conformados
sin el rigor estético y la sana hechicería de una bruja o de un
duende en una hoja de papel, ha quebrado la infancia de varias generaciones, que
sólo han tenido para salvarse a La Edad de Oro de José Martí.
La mojigatería de los relatos escritos en la actualidad dentro de
Cuba, los tabúes sexuales, el cierre por "reparación política"
de los castillos de hadas, así como las diferencias -¿éticas?-
con las mentiras del Pinocho de Collodi y con las aventuras de Alicia en el País
de las Maravillas, de Lewis Carroll, limitaron el expansionismo imaginativo de
una niñez que por demás arribó en plena inocencia a las
conceptualizaciones ideológicas, a los remedos de batallas reales y a
ciertos desgarramientos existenciales, al ser desmontados sin miramientos de un
viaje a lomo de camellos junto a Melchor, Gaspar y Baltazar.
¿No tenían ellos derecho a la literatura, a la música, a
dibujos no contaminados por los venenos que la vida acumula en los tejidos más
nobles del ser? Esta pregunta, formulada por Ezequiel Martínez Estrada en
su libro Panorama de las Literaturas, aún tiene vigencia en Cuba, aunque
no respuestas.
El desarraigo espiritual de algo que como la fantasía conforma la
esencia de una niñez sana no ha tenido en los últimos años
la dedicación que merece un componente fundamental para el tránsito
desde la infancia hacia la vida adulta.
El didactismo a ultranza, la exhortación a escrituras de loas y
textos donde nuestra historia era reducida a una larga lista de momentos
heroicos, dejándose de lado lo que de tristeza o duda podía
reconocer el niño, al decir del narrador Norge Espinosa, no ha logrado
extirparse de la literatura escrita para niños y jóvenes por
diversos motivos que van más allá de la censura, el oportunismo y
otros engendros institucionalizados por un sistema que cercena y planifica el
pensamiento.
La literatura infantil en Cuba, abocada a un nuevo milenio donde la
globalización cultural interactúa por el acercamiento a la
realidad de otras naciones, debe romper de una vez por todas con las rigideces
ideoestéticas que han impedido la creación de personajes
perdurables en el país y sumarse a las corrientes que confluyan en un
arte legítimo y coadyuvan a conservar la pureza e imaginación
infantil.
Sin hacer concesiones a los centros de presión institucionales o de
mecanismos creativos que vayan más allá del hecho artístico
y literario en sí, los escritores que desarrollan un mundo para niños
se encuentran en el momento preciso de salvar la inocente sonrisa de la niñez
de las garras pragmáticas de los hombres.
LUX INFO-PRESS Agencia Cubana Independiente de
Información y Prensa 2174 N.W. 24 th Court Miami Florida 33142
CubaNet no reclama exclusividad de sus
colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo,
siempre que se le reconozca como fuente.
|