Marzo 28, 2002
El verdadero reto es proteger al trabajador
Aleida Godínez Soler, Lux InfoPress
LA HABANA, abril - A pesar de la propaganda del régimen de Fidel
Castro sobre el supuesto bienestar de los trabajadores cubanos, el tema de los
accidentes de trabajo sigue ocupando un lugar destacado en las cifras de
personas a quienes sorprende la muerte mientras desempeñan su labor o
que, en el mejor de los casos, sufren lesiones que los limitan de por vida.
Recientemente, la Dirección de Trabajo en Ciudad La Habana publicó
alarmantes cifras que ponen al descubierto la realidad cotidiana.
Los relevantes datos pusieron al descubierto que entre los más graves
accidentes las caídas desde diferentes niveles, los atrapamientos, las
golpeaduras con objetos contundentes y las electrocuciones originaron la pérdida
de 192 vidas humanas en los últimos cinco años, solamente en la
capital del país.
La entidad económica del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social dio
a conocer que sólo en 8 de sus 15 municipios (donde radica la tercera
parte de la masa laboral del territorio) el 85 por ciento resultó
lesionado y por tal razón se perdieron 52 jornadas de trabajo.
Entre los organismos del Estado que presentan mayor número de
trabajadores fallecidos en el quinquenio a causa de accidentes laborales se
encuentran: Industria Sidero Mecánica, Ministerio de la Industria Básica,
Poder Popular Provincial, Ministerio de Transporte, Ministerio de la Construcción,
Ministerio del Azúcar, Ministerio de la Agricultura, Ministerio de la
Industria Ligera y empresas constructoras pertenecientes a la Oficina del
Historiador de la Ciudad.
Las jornadas perdidas por accidentes del trabajo reflejan 40 días de
labor como promedio en los últimos cinco años y la tendencia, según
criterio de los especialistas autorizados en la materia, es que aumentarán
las pérdidas sin tener mayores variaciones que muestren su decrecimiento,
ya que las condiciones subjetivas y objetivas se han mantenido en el período.
La multireincidencia en la ausencia de condiciones que posibiliten la
seguridad mínima en los puestos de trabajo o en el área de labor y
las insuficientes medidas de carácter organizativo, las violaciones de
procedimientos y la falta de ética asociada al valor de la vida humana,
que caracterizan la conducta de algunos jefes administrativos son algunas de las
causas que desgraciadamente hacen posible que muchos padres de familia no
regresen a sus hogares al terminar su jornada de trabajo diaria.
Entre las condiciones subjetivas que propician estas lamentables pérdidas
humanas están las jornadas con carácter de maratón propias
del régimen de Castro cuando de alcanzar metas se trata. No importa cuán
grande sea el esfuerzo físico y el riesgo que corran los obreros siempre
y cuando se pueda anunciar públicamente, aún cuando no sea cierto,
que se ha logrado el fin.
Otro factor importante es la falta de medios de protección individual
que garantizan al empleado su seguridad en trabajos altamente riesgosos y que el
Estado no garantiza en su totalidad alegando falta de recursos financieros, que
se acrecentó luego de la desaparición del campo socialista aunque
otras sean las explicaciones oficiales.
Una de las causas que, con reservado pronóstico oficial, ocasiona
muertes es el estrés laboral.
Pero las principales causas que provocan pérdidas humanas en el
sector laboral cubano son la ineficiencia, indolencia, insensibilidad e
insensatez de un sistema sociopolítico que vocifera al mundo que lo más
importante es la vida de un ser humano, cuando la práctica diaria y las
estadísticas demuestran lo contrario.
En otro orden de cosas, según cálculos de especialistas
independientes, en los últimos 20 años unos 6,103 trabajadores
fallecieron a causa de accidentes de trabajo, dejando a sus familias en extrema
penuria económica debido a la escasa protección económica
que en reducidas cifras otorga el Estado, sin tener en cuenta la compensación
por el solo hecho de haber expuesto a ese trabajador a la muerte obligándole
a laborar en condiciones inseguras.
Ante la pérdida de una sola vida humana hay detalles mucho más
importantes que la implicación económica, los costos directos e
indirectos. Las cifras no muestran la verdad que sale a flote cuando fallece un
trabajador que es obligado a laborar largas jornadas con equipos en deficiente
estado técnico, cuando carece de medios de protección, cuando sus
jefes violan los métodos, las normas de trabajo.
Es ejercicio diario, deshonesto por demás, tratar de justificar la
irresponsabilidad. Y claro está, resulta mucho más fácil
responsabilizar a los factores de orden externo, que nada tienen que ver con la
insensibilidad y poco valor, que asumir la responsabilidad de esas muertes.
Por ello, creo prudente recordar las palabras del secretario de Relaciones
Internacionales de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba en la
Conferencia Sindical Iberoamericana previa a la Cumbre Iberoamericana de Panamá
cuando sentenció: "Es necesario tener en cuenta todos los derechos
de los trabajadores y no sólo una parte de ellos".
Hay que poner en práctica, al menos por razones estrictamente
humanitarias, la idea citada. No se puede perder la perspectiva, pues tal y como
lo recoge en su texto la Declaración Universal de los Derechos Humanos, "todo
individuo tiene derecho a la vida ... y a la seguridad de su persona".
Si existe ciertamente la voluntad de acabar con el sufrimiento que este daño
nos ocasiona a todos, téngase en cuenta que lo más importante no
es pensar sólo en las cifras, que el verdadero reto es proteger la vida
del trabajador tomando medidas serias y responsables que demuestren honestidad.
Y que las estadísticas comiencen muy pronto a demostrarlo.
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