Febrero 18, 2002
El sobrecumplimiento como arma política
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - El sobrecumplimiento es una
malformación genética del socialismo cubano, una pancarta donde se
fusila la verdad, un traje rojo para cubrir la desnudez de la ineficiencia.
Logrado a través del control absoluto de los medios de comunicación
del país, y gracias al silencio cómplice de quienes debían
desenmascarar esa farsa, el sobrecumpliento es un muro de papel que se levanta
entre la irrealidad y el miedo.
Por eso, esgrimir el incremento del número de afiliados a la Central
de Trabajadores de Cuba (CTC) como evidencia del buen desempeño de las
secciones sindicales, así como especificar que no es obra de la
casualidad ni algo espontáneo, sino fruto del protagonismo en la gestión
de sus dirigentes, es otra forma de amordazar las mil y una verdades que
compulsan al trabajador a integrarse a una organización que sólo
representa intereses del Estado.
Seguros de su impunidad ante la opinión pública, los
periodistas oficiosos de la isla manejan estas cifras sin cuestionar las
fuentes, huérfanos de matices, dóciles como loros amaestrados para
ganarse el pan sin sobresaltos.
En un reciente comentario aparecido en el semanario Trabajadores para
dimensionar el sobrecumplimiento de los ingresos planificados en el cobro de la
cuota y el aporte al "día de la patria", entre otros supuestos
logros alcanzados durante el año pasado, la periodista Ileana Hautrive señaló
-citando a Lázaro Peña- que el cobro de la cuota sindical
constituye un termómetro para medir la gestión del sindicato y el
grado de satisfacción de los trabajadores.
Este indicador, enmarcado en el contexto de un régimen totalitario
como el de Cuba donde los principales derechos de los trabajadores están
sujetos a condicionamientos políticos e ideológicos, no constituye
un signo de confianza de los asalariados en su sindicato sino un acto defensivo
para protegerse de una reacción oficial que pueda dejarlos fuera de su
empleo.
En un sondeo de opinión entre cien trabajadores, realizado por Luis
Nuñez Rodríguez y Rolando Pérez Alfonso, delegados de la
Confederación Obrera nacional Independiente de Cuba (CONIC) en las
provincias Granma y La Habana, el 85 por ciento de los encuestados expresó
que se afiliaban por temor a ser considerados desafectos al sistema, pues esto
representaría cero estímulos, cero promoción a un puesto
laboral de mayor salario y hasta el despido por no ser idóneos u otras
causas fabricadas a partir de la negativa a cumplir con lo solicitado por el
sindicato.
Esta realidad, conocida por quienes sin ruborizarse hablan de la
voluntariedad y el nivel de satisfacción de los trabajadores integrados a
una sección sindical, es demostrativa del alto grado de manipulación
a que están sujetos los problemas más acuciantes de los
asalariados cubanos.
Pensar que los tres millones 106 mil afiliados a la CTC -incluidos las 80
mil nuevas víctimas que ingresaron el año pasado- lo hacen como
apoyo a un mecanismo que condiciona sus derechos , como apoyo a un arma política
que coarta las libertades de los trabajadores, si bien alcanza en el papel
cifras significativas de afiliados, en realidad éstas se nutren de la
coacción al obrero.
El sobrecumplimiento, esa epidemia que ataca desde los medios de comunicación
cubanos, es el último germen transmitido por un animal político
que, al perder su hábitat natural (el comunismo) se encuentra en peligro
de extinción.
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