Noviembre 8, 2001
La ruta de la corrupción
Víctor M. Domínguez, Lux Info Press / CubaNet
LA HABANA, noviembre - La extensión de los delitos contra la economía
estatal en Santiago de Cuba, y en el resto del país, es muestra de la
ineficacia de los mecanismos gubernamentales para impedir la corrupción
generada a partir de la caída de los paradigmas ideológicos del
sistema y de los valores humanos, que se deterioran a la par que aumentan las
insatisfacciones provocadas por el modelo sociolaboral impuesto en Cuba.
A esta epidemia de robos, falsificaciones, desvíos y otras acciones
delictivas tipificadas en el código penal vigente en la isla es preciso
agregar el alto grado de participación o complicidad de gran parte de la
clase trabajadora cubana, cuyos integrantes actúan o se solidarizan con
quienes son compulsados a sustraerle al estado lo que éste no les permite
adquirir mediante el salario que les paga.
Asimismo, el amplio espectro profesional y político de quienes
cometen estos actos demuestra que las afectaciones económicas alcanzan a
todos los sectores de la sociedad, pues lo mismo se puede encontrar entre los
expulsados de su centro de trabajo o enjuiciados en los tribunales por estos
delitos al custodio que al gerente, y desde el militante del Partido Comunista
hasta el dirigente sindical.
Uno de los hechos más significativos dados a conocer dentro de la
corriente de corrupción que afecta el territorio nacional es la detención
de algunos abogados de la Dirección Municipal de la Vivienda de Santiago
de Cuba, quienes realizaban actividades lucrativas ilícitas mediante
fraudes de compraventas de inmuebles a la población.
Todos los implicados en estos delitos gozaban de consideración en su
centro laboral, no sólo por el buen desempeño de sus funciones,
sino también por su protagonismo en las organizaciones políticas y
de masas dentro del organismo y la comunidad.
Otro de los sucesos dados a conocer a través de los medios oficiales
fue el caso de malversación en que están involucrados el jefe de
almacén de la fábrica de aceite de Santiago de Cuba, el
responsable del equipo de custodios, otras personas de este cuerpo de
vigilancia, así como choferes, operadores y algunos empleados que
ocupaban puestos para individuos "confiables" en esa industria.
En este caso las pesquisas policiales pusieron de relieve la malversación
de 3,320 litros de aceite, valorados en 732,800 pesos y 7,138 dólares, en
una operación que al final resultó frustrada.
Esta situación, que se pretende combatir con seminarios ideológicos,
llamados patrióticos y exhortaciones a una toma de conciencia alejada de
los intereses y necesidades de quienes componen la sociedad, no es más
que la cortina de humo de los que, sabiendo las verdaderas causas de los
interminables actos delictivos contra la economía estatal, intentan
presentar los hechos como simple desviación de algunos cubanos
confundidos por el caos económico, político y social reinante en
el país.
La ruta de la corrupción en Cuba comienza en la falta total de
libertades, continúa por la insatisfacción de las necesidades básicas
de la población y sólo culminará cuando tanto el
profesional como el obrero puedan, con esfuerzos propios y sin trabas ideológicas,
disponer de sus destinos y alcanzar el lugar que sean capaces de ganarse dentro
de la sociedad.
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