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Abril 26, 2001


Consideraciones de la CUTC a las tesis del congreso de la CTC (Cont.)

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Publicado en Desafíos, órgano oficial de la Solidaridad de Trabajadores Cubanos .

Capítulo II: LUCHA DE IDEAS

Como Organización Sindical Independiente, cuyos principales objetivos son los de: alcanzar la Unidad, el Derecho, la Libertad y el Bienestar de los trabajadores, por su posición enteramente pacifista, desideologizada y despolitizada, decidimos como lo más apropiado en este capítulo, que comprende desde el apartado No.25 al 43, ambos inclusive, sólo referirnos a todo cuanto atañe a la relación: trabajador/salario/empleador/entidad. En los apartados a que se contraen los Nros. que van del 55 al 58, ambos inclusive, las Tesis se circunscriben a fijar como tarea principal de los Sindicatos Agropecuario, Azucarero, Tabacalero, Civiles de las FAR y CTC, que contribuyan a que los trabajadores del campo (campesinos y obreros agrícolas), que se emplean en Empresas y Granjas Estatales, en las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), en la Industria Azucarera y en la Agricultura Cañera y No Cañera preferentemente, extraigan de su esfuerzo, de la tierra que cultivan y de la agricultura en general, las enormes reservas de productividad que hoy permanecen sin entregar, así como que los rendimientos que se obtengan, que hoy son sumamente bajos en comparación con otros períodos ya transcurridos, se conviertan en satisfactorios, en un plazo relativamente breve, puesto que se ha comprobado que vienen afectando sensiblemente los recursos financieros del país.

Sin embargo, en nada se explica que todo ello se ha originado por la no aplicación de las políticas debidas por parte de las direcciones de Gobierno, que en consecuencia han imposibilitado su efectividad, no tan solo en vincular los ingresos de los productores con los resultados económicos, sino hasta no compatibilizar la estabilización y completamiento de la fuerza laboral campesina; desaciertos estos reconocidos por los propios redactores de esta Tesis, sin que tengamos necesidad de relacionar otros desconcertantes errores que se han cometido, principalmente contra los obreros agrícolas, que han derivado en tales fracasos y sobre todo en el éxodo hacia las ciudades, de los mismos dado el mal trato de que han sido objeto y de lo cual tampoco se menciona en este documento, es decir qué medidas reparadoras se pondrían en práctica a favor de dichos trabajadores. De este nada se trata, siendo quizás la cuestión más importante que ameritara abordarse.

En nuestras apreciaciones en línea general al respecto, señalamos como aspectos fundamentales que deben proyectarse en este XVIII Congreso, para despejar el mar de dificultades, que en la actualidad se confronta y salir del marasmo en que se encuentra nuestra agricultura, con vistas a alcanzar los niveles de producción que hace rato teníamos que estar experimentando, con sus consiguientes elevados rendimientos, en todas sus ramas, como a su vez promocionar un radical cambio en el status y calidad de vida de nuestros trabajadores rurales, en correspondencia con la plenitud de bienestar a que son legítimos acreedores, en la búsqueda de las apropiadas y oportunas respuestas a tan palpitante actual problemática, el CUTC a su modesto juicio, lo relaciona a continuación, a fin de que sean tratados en ese Evento, las siguientes CONSIDERACIONES:

¿Acaso no puede el gobierno reducir los precios de varios servicios (teléfono, gas, agua, electricidad) y el de los alimentos básicos? ¿No es hora ya de incrementar el salario de nuestros trabajadores? ¿No puede disminuirse en sentido general el índice total de precios al consumidor, con vistas a frenar la continua desvalorización de salario? 1 La elaboración de un amplio Programa de Reconstrucción Integral de nuestra Plataforma Agraria, que contemple en 1er. Lugar, la revivificación de la Ley de Reforma Agraria de 17 de mayo de 1959, ajustándola con espíritu constructivo, democrático y de justeza, a las necesidades y realidades actuales de la campiña y sobre todo de nuestros campesinos y obreros agrícolas, en atinencia a los reclamos de nuestra economía, en constante recuperación.

2 La firme atemperación y flexibilidad a nuestras circunstancias objetivas presentes, de la reimplantación del referido texto legal, con sus modificaciones pertinentes, debe contemplar muy en especial los siguientes aspectos:

Una adecuada redistribución de la propiedad agraria entre los agricultores y campesinos, que abarque desde 2 a 5 caballerías, que serán entregadas según las posibilidades y características de sus posibles tenedores, de las tierras que están ociosas, cubiertas de malezas que pertenezcan a empresas agrícolas que no son rentables, de las que se encuentren abandonadas, etc. En definitiva estas entregas de la tierra, en propiedad y con propiedad, deben ser cedidas a quienes deseen explotarlas, rodeándoseles de las facilidades y medios para ello, lo que positivamente contribuirá a evitar el éxodo de nuestros campesinos y obreros agrícolas hacia la ciudad, lo que devendría en una evidente permanente fuente de empleo.

3 La eliminación de las arcaicas estructuras, las cuales adolecen de un excesivo centralismo, el que derivó incuestionablemente en la aparición de un falso igualitarismo, que trajo como consecuencia la extinción de todo vestigio de creatividad, la iniciativa y la motivación, tanto individual como colectiva, precipitando la falta de interés del trabajador agrícola por la tierra. La absorción de la maquinaria estatal de la mayor parte de las actividades del agro y la ausencia de verdaderas formas de incentivación, provocó la ineficiencia y la improductividad, más aún, cuando se sustituye el análisis económico por un voluntarismo exagerado, que coadyuvó a los resultados tan pobres alcanzados en la agricultura, en general.

Se impone pues, entregada las tierras a los campesinos, producir los cambios necesarios en las estructuras y mecanismos de funcionamiento y operatividad que caracterizan a las actuales organizaciones y cimentar la creación y constitución de nuevas formas de cooperativas, que liberadas del tutelaje burocrático, favorezcan que los productores organicen y dirijan sus organizaciones y promuevan y decidan libremente sus destinos. 4 Propiciar que las Ferias Agropecuarias, con la creación de espacios propios, funcionen con una regularidad más dinámica de cómo sucede actualmente de 1 al mes, precisamente en el último domingo, que de hecho provoca que la producción se vea reprimida, fundamentalmente en los productos agropecuarios, por la incidencia de 12 ferias al año, lo que a su vez origina que tales productos que se ofertan no tiendan a disminuir sus precios, deben ofrecer sus servicios al público casi diaria, es decir, funcionar de martes a domingo, permitiendo en consecuencia, no solo que la oferta de esos productos se incrementen en las distintas empresas agropecuarias del país, sean cooperativistas, privados o estatales, sino que también los precios de los mismos vayan disminuyendo paulatina y gradualmente, en beneficio de nuestra población, tan necesitada de estos recursos alimentarios. En lo referente al Apartado No.59, no compartimos en esencia los pronunciamientos que se vierten en la mencionada Tesis, pues sólo cuando se liberen las fuerzas productivas, tanto en el campo como en la ciudad, promoviéndose la iniciativa privada, podrá el trabajador alcanzar tales objetivos.

Del examen más pormenorizado del contenido esencial de los apartados comprendidos desde el No.60 al 68, ambos inclusive el CUTC se adhiere al espíritu que conforman y animan tales pronunciamientos, específicamente reafirmando el principio sustentado en su Apartado Nº 63, referente a que "ningún trabajador puede quedar desamparado y que es preciso luchar por nuevas alternativas de empleo duraderos, necesarios y económicamente viables".

Ahora bien, resulta necesario dejar bien establecida la posición del CUTC. Nuestra organización se opone a todo tipo de discriminación por motivos de conciencia, ya sea por sostener creencias religiosas o emitir expresiones de matices u opiniones políticas o ideológicas disidentes o contrapuestas a la línea de gobierno, a todo ciudadano en condiciones de trabajar, o cuando ya se encuentre ocupando una plaza o empleo, de desempeñar determinados cargos, o incluso, cuando corresponda promoverse o ser objeto de ascenso, contando con los conocimientos, la experiencia y el adiestramiento requerido para su ejercicio, por considerar esta discriminación lesiva a la dignidad humana, como así lo reconocen también, tanto nuestra Constitución y sus reformas, de 1992, como nuestro vigente Código de Trabajo (Ley Nº 49) de 1985, en su Art. 3.

De la misma manera no podemos estar de acuerdo igualmente con la terminación de la relación laboral por iniciativa del empleador, por entender la no existencia de causa justificada para ello, por el simple hecho de no compartir sus opiniones políticas, dándose lugar a la promoción y separación definitiva de su trabajador de su puesto y centro laboral.

Apreciamos tal vulneración de los derechos laborales de los trabajadores, como inadmisible y por lo tanto como de seria infracción ante la Ley, por lo que el CUTC considera como una obligación insoslayable y un ineludible deber proclamar la exigencia del más absoluto respeto y el más firme cumplimiento, tanto de la Constitución de la República como del Código del Trabajo, ambos vigentes y con plena eficacia jurídica.

Vinculado a lo anteriormente expuesto, resulta igualmente muy necesario que se maneje con sumo cuidado, por los empleadores, para lo cual deben desprenderse de toda preconcebida sutileza o impregnación política o ideológica, al momento de mostrar su decisiva valoración sobre la posibilidad de emplear, contratar u ocupar una plaza vacante o promover o ascender a un trabajador fijo y emplantillado, de utilizar términos y expresiones tan socorridas como las de "falta de idoneidad", como así mismo el de "declarar no apto para la realización de una determinada labor", simplemente por sus opiniones políticas o afiliación ideológica y hasta por su forma de pensar, no compatible con la del gobierno, el sistema imperante, el PCC o la CTC.

Con relación al Nº 66 de estas Tesis que ahora aquí comentamos, habiendo transcurrido más de 10 años de esta crisis nacional denominada eufemísticamente como de "Período Especial", no podemos sumarnos a esa postura que se lee en dicha tesis, en cuanto a "estar conscientes de lo elevado que están los precios y cómo no guardan una debida correlación con los ingresos", no de una "buena parte de los trabajadores", como se expresa, sino que diríamos con plena honestidad, que comprende a la mayoría de nuestros trabajadores.

Nuestra sociedad, nuestro Pueblo, no puede seguir esperando más; si es cierto como se afirma por los voceros y portavoces oficiales del gobierno, que desde hace más de 3 años estamos experimentando una recuperación en nuestra economía, cómo es que los precios siguen increscendo en todos los productos a consumir, en todo lo que se adquiere mediante compra y hasta en la prestación de todo tipo de servicios públicos o no, todo es propenso a su exorbitante subida de precios, para hacer muchas actividades carentes de eficiencia y rentabilidad, en eficientes y rentables.

Si estamos sumidos como se aduce, en la búsqueda del desarrollo de su política de mercado más beneficiosa, si recurrimos a la ley de la oferta y la demanda, si se nos asegura que se pretende incrementar nuestra economía, ¿cuál sigue siendo el problema para encontrar el equilibrio, la reducción de sus más justos límites del costo de la vida? ¿de la estabilización? ¿y/o progresivo período de bonanza sostenida?.

Consideramos que este XVIII Congreso puede dedicar una o varias sesiones o plenarias de trabajo para propiciar la búsqueda y obtención de aquellas fórmulas o recetas diseñadas adecuadamente, que permitan alcanzar tan necesarias realidades, ajustadas a las peculiaridades de los reclamos de nuestra sociedad y principalmente de nuestra economía, que coadyuve en primer lugar, a un positivo balance del desarrollo de nuestro comercio, del producto interno bruto y de nuestras fianzas.

El gobierno no acaba de percatarse o no quiere percatarse de no sólo con la toma de medidas políticas o represivas se resuelven los graves problemas del país. No acaba de entender que la esencia, el kid, la raíz de la cosa radica en no querer reconocer que la nación se encuentra terriblemente enferma, apática, desilusionada; que sólo desea con vehemencia, las transformaciones de que está urgida, que la conduzcan inobjetablemente al reencuentro con el progreso, el desarrollo y el bienestar, para que traiga aparejada la desaparición del conjunto de problemas que actualmente padecemos.

No puede la clase obrera concitar la legalidad de que se analicen todas estas cuestiones y se hagan recomendaciones al gobierno para que sus máximos organismos rectores se pongan muy seriamente en unción de producir los cambios favorables que nuestro pueblo demanda.

Y no es sólo que se eliminen los incumplimientos en la cuota de determinados artículos insertos en la Libreta de Abastecimientos, cuyo suministro en el tiempo que se haya planificado en ocasiones se viola, sino que, de suprimirse dicha Libreta, por lo menos hasta su desaparición definitiva, observar en tiempo y horma su oferta a la población, proporcionándose su debido aumento en el plan de entregas, principalmente de huevos, carne, pescado, arroz, granos, etc., pues tales alimentos deben formar parte cotidianamente de la dieta de consumo del cubano.

¿Cómo se va a impedir la continua dolarización de nuestra economía, con su nefasta incidencia sobre la motivación laboral de las personas que perciben sus salarios en moneda nacional? ¿Acaso no puede el gobierno reducir los precios de varios servicios (teléfono, gas, agua, electricidad) y el de los alimentos básicos?

¿No es hora ya de incrementar el salario de nuestros trabajadores? ¿No puede disminuirse en sentido general el índice total de precios al consumidor, con vistas a frenar la continua desvalorización del salario? ¿Aún es necesario mejorar las finanzas internas, a fin de mantener un equilibrio proporcional en la situación monetaria, disminuirse el nivel de efectivo en circulación y reducirse el exceso de liquidez?

¿Cómo se va a impedir la continua dolarización de nuestra economía, con su nefasta incidencia sobre la motivación laboral de las personas que perciben sus salarios en moneda nacional?

Como al principio del examen de este Apartado sosteníamos, la cuestión no consiste en seguir estando conscientes de las incompatibilidades existentes entre los precios y los ingresos, puesto que así lo estábamos en el pasado Congreso, hace ya algunos años, y de continuar con semejante estado de conciencia, así estaremos en el próximo Congreso, sino en llegar a soluciones concretas, a la toma de medidas requeridas.

Para el CUTC y seguramente para todos los trabajadores del país, es vital este punto, redactado tan llanamente y esperamos que el mismo sea analizado con profundidad, priorizándose en la Agenda de tópicos a tratarse, puesto que es indudable que aún subsiste un marcado deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo en general, fundamentalmente por los bajos salarios y jubilaciones y pensiones que percibe la mayoría (se excluyen los miembros del MININT y la FAR) y algunos dirigentes y/o profesionales del mayor nivel, que no guarda ninguna concordancia con el elevadísimo costo de la vida, lo que a su vez trae como consecuencia que proliferen a lo largo y ancho del país, crecidas cuotas de desempleo, para dedicarse a actividades ilícitas sumergidas.

Situación esta, que también se hace crítica en los centros laborales e instituciones de la salud, por la falta de calzado, ropa, medicamentos, etc., pésimas condiciones de higiene por la carencia de útiles y medios de limpieza como detergentes, desinfectantes, agua corriente, desabastecimientos de utensilios, aperos, herramientas, instrumental hospitalario, etc., medios de protección humana y una deficiente o pobre alimentación en comedores obreros, lo que ha influenciado tremendamente en el ánimo y sentir de los trabajadores, que experimentan estados depresivos, se les ve faltos de creatividad, de interés y motivación, de pocos deseos y disposición para realizar sus labores por lo cual se les paga y por consiguiente, su aprovechamiento laboral o productividad se vea reprimida considerablemente.

Si a lo anterior se le une la carestía y elevado costo de la vida, la cual tienen que enfrentar con el raquítico salario que devengan, ello ha obligado a muchos trabajadores, para capear el temporal, a sustraer materiales, materias primas y productos terminados de sus centros laborales, para compensar lo obtenido por esa inapropiada vía, con sus exiguos ingresos y así poder resistir la presión que sobre ellos ejerce la lucha por la subsistencia.

Sinceramente creemos que el costo social que está sufriendo gran parte del pueblo de Cuba es doloroso y preocupante, hasta para las propias autoridades del gobierno, que sí deben estar conscientes de que estas actividades comerciales ilícitas y sumergidas, representan un retroceso en el elevado costo que conllevan; se impone pues, eliminar mediante las medidas correspondientes, las actuales condiciones persistentes, propiciadoras de tales ilegales manifestaciones.

Nuestras consideraciones al respecto, como más arriba ya apuntamos van encaminadas a que este XVIII Congreso de la CTC, sea el vehículo idóneo para alertar a las más altas esferas del Gobierno, a que promuevan las iniciativas necesarias conducentes a propiciar las profundas transformaciones que requieren hacerse en los sistemas y mecanismos en boga, en los cuales se apoya la economía.

Nadie puede poner ni siquiera en tela de juicio, que por su obsolescencia y falta de creatividad social, así como por el excesivo paternalismo que el Estado ejerce sobre la misma, conllevamos un notable y significativo grado de ineficiencia, ha sido esto causante principalmente de la elevada carestía del costo de la vida, favoreciendo en gran medida que los recursos productivos sean aprovechados en actividades ajenas a su real utilización o destino, con el consiguiente surgimiento de las actividades sumergidas o delictivas, teniendo el propio Estado que invertir cuantiosos recursos económicos y humanos en su prevención, represión y posterior internamiento carcelario de los inculpados en ello, sin desdorar el inmenso costo social que representa para éstos últimos y sus familias, aparte del desaprovechamiento en recursos de toda índole que constituye tener un hombre, quizás un buen trabajador, en prisión por varios años.

En el caso del Apartado No.68 que ahora comentamos, apreciamos que se están plasmando algunas ideas y proyecciones que sólo podrán dar los frutos que en la misma se esperan, cuando de verdad se proceda a dar los pasos requeridos con vistas a la transformación de nuestra economía, como señalamos en el Apartado que antecede.

Carta del Consejo Unitario de Trabajadores de Cuba a la CTC oficialista



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