Por Lucia Newman. CNN. 11
de marzo, 2001.
LA HABANA (CNN) -- Funcionarios del gobierno cubano han emprendido una campaña
de restricciones contra los pequeños empresarios, en lo que marca un
retroceso en el experimento del régimen cubano con la empresa privada.
Mientras la economía cubana se desmoronaba a comienzos de la década
de 1990, las empresas privadas fueron permitidas como un "mal necesario".
Ahora, al tiempo que la situación económica mejora, Cuba ha dejado
en claro que el control socialista está para quedarse.
"Creemos que no hay razón para que no exista el sector de empleo
propio si sigue ciertas regulaciones", dijo el ministro de economía
José Luis Rodríguez. "Pero no lo estimulamos porque no
creemos que sea la solución para nuestros problemas económicos".
Tres años atrás, Cuba tenía a 170.000 personas
registradas como "autoempleadas". Ahora, el número se ha
reducido a 150.000. Rodríguez afirmó que Cuba no abolirá el
derecho de los cubanos de emplearse a sí mismos. Pero el estado, que ha
invertido millones de dólares en turismo, aparentemente no quiere
competencia en sectores que atraen dólares.
Los más golpeados por la campaña del gobierno han sido los "paladares",
restaurantes de familias. La Habana solía tener 600 de tales
restaurantes. Sin embargo, las autoridades cubanas han dejado de emitir
licencias para nuevos restaurantes y menos de 200 han sobrevivido a los
impuestos y restricciones del gobierno.
En el negocio de los restaurantes, por ejemplo, las normas del gobierno
exigen que cada uno de ellos emplee al menos a otras tres personas, que sean
parientes o residentes del edificio que alberga al local. Las tarifas de
licencia y los impuestos equivalen a 800 dólares, en un país donde
el ingreso mensual es de 10 dólares.
Como resultado, dijo Henrique Núñez, propietario del popular
restaurante La Guarida en la capital cubana, los locales privados están
obligados a subir los precios, haciéndolos menos competitivos que las
empresas estatales.
Las medidas han contrariado a los conductores de taxis bicicletas, quienes
ahora tienen prohibido transportar a turistas. El estado quiere las divisas que
esos turistas pagan.
El Ministerio de Cultura ordenó que Eduardo de la Cruz cierre en
febrero su galería de arte en el distrito viejo de La Habana [ver noticia relacionada]. Decenas de artistas
nuevos, que dependían de la galería para promover y vender sus
obras a turistas que pagan en divisas, creen que el estado quiere hacerse cargo
del negocio y tener una tajada mayor en las ganancias.
"Vinieron algunos inspectores diciendo que había una resolución
ministerial que cancelaba nuestro permiso para operar y el de otras galerías
privadas en la vieja Habana", afirmó de la Cruz.
Funcionarios del Ministerio de Turismo cubano aseguran que es injusto que el
estado gaste millones de dólares para atraer visitantes internacionales y
que sus esfuerzos se vean socavados por empresas pequeñas y privadas. Las
actividades en las que no hay competencia con el estado, como por ejemplo la
venta de confites o la reparación de bicicletas -todas realizadas con
moneda cubana- tienen menos restricciones, aunque rara vez son alentadas.
Rodríguez minimizó las preocupaciones de los propietarios de
pequeñas empresas, diciendo que la economía privada de Cuba está
en "una etapa de estabilización". Pero el hecho de que el
estado acepte la empresa privada, afirmó, "no significa que creamos
que esta es la principal forma que emplearemos para la recuperación de la
economía".
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