LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Diego Vicente, residente en el municipio habanero de Habana del Este, pide que se pongan de acuerdo los policías: “Que me detengan o no, que permitan o no la circulación de mi auto, pero que dejen de importunar y de hacerme perder tiempo y dinero. En fin, que se pongan de acuerdo”.
Vicente es taxista. Los policías de tránsito le ordenan detener la marcha para inspecciones rutinarias. Piden mostrar la licencia de conducción y la documentación técnica. Todo coincide, excepto en la marca, numeración y demás datos del motor de su automóvil.
Explica que hizo un cambio de motor, todo legal. Muestra la factura por la compra y el montaje. El agente comprueba que no miente, ahí están los papeles. No obstante, se lleva detenidos a conductor y pasajeros, a la unidad más cercana, diciendo que así debe proceder. El oficial de Carpeta sabrá que decidir. Si a la celda o a la calle.
“Es la segunda ocasión en que esto ocurre”, dice Vicente. Y explica más calmado que es un motor diesel francés que compró en el Rastro de la empresa estatal DIVEP, en Santa Fe -pueblo del municipio capitalino Guanabacoa-, en 4 200.00 pesos, sin garantía comercial.
Argumenta también que DIVEP monta el motor o el comprador puede montarlo por su cuenta. Pero DIVEP cobra 600.00 pesos y demora 3 meses para hacer ese trabajo. En cambio, si un mecánico particular lo hace, sale en 4 o 5 días, y el montador cobra alrededor de 300.00 dólares.
Esta última fue la opción de Vicente, desde luego. Aunque de todos modos tuvo que pagar obligatoriamente a DIVEP los 600.00 pesos por el montaje que no realizó. Pero según él, vale la pena. Porque no deja su auto a merced de los mecánicos de una empresa estatal ineficaz, y, donde por añadidura, le sustraen piezas que luego le resulta muy difícil reponer.
Los trámites para la legalización del nuevo motor demoran entre 3 o 4 meses, pero, “no es mi culpa”, alega Vicente. Y concluye: “tengo que llevarlo conmigo, pues es al auto al que chequean, no a mí. Estoy loco por tener la autorización de la empresa. Vivo de mi trabajo como taxista. Mi herramienta es mi carro. No puedo esperar por el burocratismo de DIVEP. Y luego, para colmo, vienen estas detenciones de la policía”.