LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Nadie aquella mañana de principios de noviembre de 1988 pudo imaginar -y mucho menos yo- que en un futuro cercano, alguien del Movimiento de Derechos Humanos de Cuba, iba a poder reunir en dos grandes cajas de cartón, más de diez mil firmas de opositores, para “lanzárselas por la cabeza” a Fidel Castro, algo que fue parte de nuestro proyecto en los inicios del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC).
Y dije mucho menos yo, porque yo sabía lo que representaba para este dictador que en su finca-nación, hubiera opositores capaces de firmar, incluso, la solicitud de un plebiscito, a través de dichas firmas.
Aquella mañana de noviembre, sólo por haber el PPDHC logrado más de 600 firmas en apenas un par de meses, fui enviada a una celda durante un año, a través de una burda provocación gubernamental en la puerta de la Prisión Combinado del Este.
El hombre que continuó años después con nuestra idea, y fue capaz incluso de llevar hasta la misma madriguera del león castrista todas las firmas obtenidas por su organización, el Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), acaba de fallecer en un lamentable accidente automovilístico en el oriente cubano, que aún está por investigar. Me refiero a Oswaldo Payá Sardiñas, director del MCL.
Es posible que su hazaña todavía no se vea en su justa dimensión, que no aparezca aún en los Records Guinness como el disidente que fue capaz de desmentir a un dictador con más de cuarenta años en el poder, cuando éste afirmó:
“Ni la disidencia ni la oposición existen en Cuba. Sólo mercenarios y traidores al servicio de Estados Unidos.”
Pero las firmas reunidas por Payá Sardiñas, a través del Proyecto Varela, fueron entregadas por él personalmente al régimen. Más de diez mil firmas ofrecidas por el pueblo, de forma valiente, voluntaria y desinteresada, no fueron tomadas en cuenta por el dictador.
Con ellas se quería modificar leyes, lograr que se respetaran los Derechos Humanos de la población, pedir incluso elecciones libres y así saber si el pueblo quería la continuación del socialismo o prefería la libertad y la democracia.
El pasado 22 de julio, Cuba perdió a Oswaldo Payá Sardiñas. Ese día el periódico oficialista Juventud Rebelde destacó en sus noticias un hecho tan baladí, como que el Restaurante Floridita había roto un récord con la preparación del daiquirí más grande del mundo. Quedará para la historia, como otra deshonra de la prensa nacional cubana, que nunca divulgó la noticia de aquella tremenda proeza de Payá, digna de aparecer en los Record Guinness.