LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Junto a la empresa Aguas de La Habana y la de gas manufacturado, la Empresa Eléctrica de Cuba es una de las de mayor calado para la familia, al aportar la energía necesaria para el alumbrado a los hogares y el funcionamiento de equipos electrodomésticos.
Pero la electricidad aventaja en número de quejas al agua y al gas. Las mesas de los inspectores municipales están siempre atiborradas de lamentos sobre errores en las lecturas de los metros contadores, disparos de consumos, supuestas fugas de corriente, o fallas en los registradores instalados por la empresa en las viviendas.
Según palabras del administrador de una sucursal del municipio Playa (no quiso ser identificado), este problema se debe en gran medida a la inestabilidad que presentan con el personal de las rutas, encargados de leer los metros, por lo general jóvenes que abandonan su puesto de trabajo poco tiempo después de haber recibido el entrenamiento. Otra causa es la deficiente educación laboral que presentan los que continúan trabajando, su irresponsabilidad y falta de compromiso ético.
“El error humano es permisible, pero el error continuado no”, dice este administrador, que ha optado por atender personalmente el mayor número posible de quejas, para darle soluciones adecuadas. Visita en su motocicleta las viviendas y comprueba el estado técnico del metro contador. Además, determina si existe algún defecto en la instalación eléctrica que pueda provocar un sobre consumo.
Alega que tampoco existe una política de seguimiento a la queja. Y el protocolo de inspección establecido por el Ministerio de la Energía y el Medio Ambiente es un bumerang contra el cliente que tramita una impugnación de pago.
“¿Qué hacer para disminuir el número de quejas?”, preguntó varias veces, mientras conducía su moto por el barrio Romerillo, acompañado de un cliente afectado por un disparo de consumo. Y volvió a preguntarse: “¿Qué hacer para obtener un personal capacitado y que trabaje bien?”.
Dice que se siente más tranquilo cuando atiende una queja personalmente y detecta el problema. Sobre todo cuando el cliente queda satisfecho con el trato y la respuesta a su queja.
Ese día, en la vivienda visitada, detectó un error de lectura por parte del cobrador de la luz. La empresa le había expedido un recibo de cobro por una cifra de kilowats que aún el metro contador no había registrado. Se disculpó en nombre de la empresa, y prometió que en un período breve de tiempo el cliente recibiría el reajuste.
Antes de marcharse el administrador, el cliente le dio las gracias por hallarle una solución rápida al problema. Y contestó la pregunta que el administrador formulara durante el viaje: “Para eliminar la cantidad de quejas hacen falta más gente como usted, que trabajen. Pero sobre todo, un sistema que estimule a la gente a trabajar. Que los eduque en el trabajo. Y que les pague un salario digno cuando trabajen bien”.