LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Empiezan a apagarse los ecos de la demencial propaganda en torno al desafío entre los exiliados que desembarcaron por Bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961, y los policías y milicianos que contraatacaron en nombre del gobierno revolucionario, sin saber que los Castro entretejían la dictadura apoyados por la Unión Soviética, cuyos tanques y ametralladoras influyeron en la derrota de la Brigada 2506, hecho que marca un antes y un después en la ruina de la nación.
Ni la abultada bibliografía oficial ni los pocos testimonios de los vencidos sacuden el hastío de la mayoría de los cubanos; de ahí la necesidad de retomar el tema desde el ángulo de los perdedores, esos héroes satanizados que como los mambises del siglo XIX y los enemigos de Machado o Batista, pidieron ayuda a las autoridades estadounidenses para derrotar a los Castro, quienes en los días previos ejecutaron a decenas de opositores y apresaron a miles de posibles conspiradores.
La Brigada 2506 fue el brazo armado de los grupos exiliados, liderados entonces por José Miró Cardona, ex primer ministro del Gobierno de Cuba en 1959. La misma contó con 1,500 hombres entrenados en campamentos de Centroamérica, Puerto Rico, Louisiana y Florida.
El pequeño ejército controló la carretera de San Blas y avanzó decenas de kilómetros en tres días de combate desigual, pues los Castro movilizaron a más de 40,000 efectivos bien armados. La misión consistía en establecer una “cabeza de playa” de 40 millas de ancho en la orilla este de Bahía de Cochinos, desde Playa Larga en el norte hasta Playa Girón en el centro, y Caleta Verde al sur. Si lograban la franja de tierra instituirían allí al gobierno provisional, el cual pediría ayuda internacional.
La ausencia de municiones y otros suministros ante la contraofensiva área del régimen y la intervención de la artillería y los tanques soviéticos marcaron el desenlace a favor de la dictadura. Los brigadistas perdieron 69 hombres en combate, 10 fueron fusilados, 9 murieron asfixiados al ser trasladados a La Habana, 10 agonizaron en una embarcación de regreso y 1,174 fueron capturados y enjuiciados en abril de 1962. El gobierno de Castro reportó 1,250 muertos y 3,000 heridos.
Pese a ser condenados a muerte en juicio público y televisado, la pena fue cambiada por 30 años de trabajo forzado o el pago de una indemnización que ascendía a casi 53 millones de dólares, a razón de 500 mil por José Pérez San Román, Jefe de la Brigada 2506, y por cada uno de sus dos comandantes, así como de 50 a 20 mil por cada combatiente. A excepción de 9 que continuaron tras las rejas hasta 1986, el resto recobró la libertad en diciembre de 1962, cuando el Comité de Familias creado en el exilio depositó el rescate en las cuentas del gobierno, previa donaciones privadas.
La acción de Bahía de Cochinos constituye el hecho más significativo dentro de la guerra cívica desatada en Cuba durante la instauración del totalitarismo, cuya dictadura aún padecemos. La lucha guerrillera en las montañas del Escambray, Oriente y Pinar del Río, más la crisis de los misiles en octubre de 1962 son sucesos del mismo conflicto nacional que involucraron a terceros a favor de los demócratas o los comunistas.
Dos décadas después, la maquinaria de propaganda sigue satanizando a aquellos combatientes derrotados, mientras exalta al puñado de jerarcas que lograron la victoria, como si estos no fueran responsables del desastre socioeconómico de la isla.
Entre los expedicionarios de aquella primavera que enfrentaron a la dictadura que florecía en nuestra nación, trascienden en estos días desde La Florida, los nombres de Ernelio Oliva, segundo jefe militar; el capitán Luis Morse, Eduardo Zayas Bazán, Mario Martínez Malo, Santiago Jont, Esteban Bovo, Julio González Rebull, Juan E. Pou, Arturo Cobo, Eli César, Juan Clark y otros que merecen el homenaje de la patria cuando la libertad deje de ser un sueño.