LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Tras la muerte del mandatario venezolano, Hugo Chávez, el pasado 5 de marzo, el gobierno cubano y sus voceros quisieron dar la impresión de que el pueblo está consternado en su totalidad; a pesar de eso, la imagen que prima es la preocupación por el futuro económico de la Isla.
Venezuela es como una tabla de salvación. Aferrarse a ella es no volver la vista a los inicios del llamado Período Especial, época en que el precio de una libra de arroz representaba cinco días de trabajo.
En medio de este panorama, el gobierno cubano convocó a estudiantes y trabajadores para rendir tributo a Chávez, acción que contrastaba con la que vimos por la cadena multinacional Telesur: La Paz, Buenos Aires y Quito invadidas espontáneamente por manifestaciones izquierdistas en solidaridad con Venezuela.
En Cuba, paralelo a estas movilizaciones, la cobertura oficial y los tweets de condolencia cayeron como teleras al vacío, en medio de una teleaudiencia que prefirió el III Clásico Mundial de Béisbol.
Una residente en la barriada de Víbora Park, en Arroyo Naranjo, y trabajadora de los laboratorios farmacéuticos Labiofan, dijo a este reportero, bajo condición de anonimato, que prácticamente fue obligada a visitar el Memorial José Martí para rendir tributo a Chávez: “Tuve que ir porque me dijeron que si no lo hacía, me quitaban el estímulo en divisas”.
Estos “estímulos”, que a lo sumo representan 10 ó 30 dólares al mes, se unen al oxígeno venezolano que reciben determinados sectores económicos del país. Mariela Castro, hija del mandatario cubano, definió en entrevista a la cadena Telesur: “Hay dolor, hay gran preocupación, no solamente por lo que ha significado Chávez como ser humano a nivel individual, sino a nivel internacional”.
Más que ese dolor, que Mariela relaciona con el que “sintió el pueblo de Cuba con la desaparición física de Ernesto Che Guevara”, lo que existe entre la población es temor por la debacle económica que (se supone) afectará fundamentalmente a los empleados estatales, médicos y demás colaboradores internacionalistas.
Damián González, un reparador de enseres menores que vive y trabaja en el municipio habanero Arroyo Naranjo, asegura que Cuba ni siquiera sobrevive gracias al patrocinio de Venezuela. Respecto a la muerte de Chávez, González dijo: “No me sorprendió, siempre he dicho que todos los cambios que Raúl Castro hace desde 2008, son precisamente previendo el fin del chavismo. Él hizo aperturas económicas para aniquilar ese paternalismo que su hermano Fidel alimentó por más de cuatro décadas. Hoy cada cual se defiende como puede”.
Jesús Alonso, un economista retirado que vive en el municipio habanero de Playa, cree que sí se perderá la cuota de petróleo que Cuba recibe de Venezuela (de 90 a 100 mil barriles diarios): “Con Maduro u otro de presidente, veo venir una crisis peor que la de principios de los noventa, ahora sin un aliado que nos mantenga económicamente”.
Alexis Fernández Tomás, vecino del Reparto Eléctrico, también en Arroyo Naranjo, asegura que “los apagones van a llover y las guaguas (ómnibus metropolitanos) se perderán de las calles por las restricciones de combustible”.
¿Existen otros temores en la población, en caso de una ruptura política y económica con Venezuela?
El martes 6 de marzo, La Habana amaneció con el ajetreo de un día cualquiera: paradas de ómnibus atestadas, agro-mercados invadidos por la gente -y no precisamente por la aproximación de un huracán-, escuelas secundarias que pasaron por alto el habitual teque matutino; y lo más trascendental, la victoria de Cuba frente a Japón en el III Clásico Mundial de Béisbol.
La muerte del presidente de Venezuela no agarró a los cubanos desprevenidos. Desde mucho antes, la convalecencia del mandatario generó muestras de preocupación en la población. Pero el dolor que anunció Mariela Castro no se aprecia en las calles habaneras, como no sea el dolor de estómago que siente la gente al apretarse el cinto para enfrentar la acentuación de la crisis que se nos avecina.