LA HABANA, Cuba.- Si en La Habana los revolucionarios afirman que las calles son para ellos, ¿por qué se indignan tanto cuando el exilio de Miami afirma que “las calles de Miami no son de Fidel Castro”?
Cubanos del exilio podrían protestar mañana, 18 de septiembre, frente al Miami Dade County Auditorium. No quieren que el dúo cubano Buena Fe actúe allí.
Simpatizantes de la revolución cubana se preguntan por qué la presentación de un dúo de cantantes cubanos en Miami suscita una reacción que ellos consideran “demencialmente agresiva”.
Se olvidan, o no quieren reconocer, que cada rincón de la isla de Cuba evoca intolerancia contra los opositores, y contra todo lo que no esté en consonancia con el régimen comunista impuesto en 1959.
No es de extrañar entonces que en las calles de Miami no se quiera tolerar a quienes, procedentes de La Habana o desmemoriados de Miami, vayan a restregarle en la cara al exilio cuánto admiran a los gobernantes y al sistema político responsables del éxodo de millones de cubanos.
Referirse a las Damas de Blanco como “puñeteras Damas de Blanco”, o afirmar sin cortapisas que “tampoco me interesa quedar bien con los tribunos enemigos de la revolución… que jamás dirán nada de algo útil que hagamos para Cuba”, son desplantes difíciles de olvidar para un exilio que ha sufrido persecución y cárcel por esa misma revolución.
Y esos desplantes son de la autoría de Israel Rojas, cantante del dúo cubano Buena Fe. Quiere cantar en Miami, tierra de exiliados cubanos, pero no renuncia a servir como punta de lanza de la propaganda de los gobernantes cubanos contra sus opositores.
Ningún cantante cubano de Miami que desee actuar en Cuba puede hacer afirmaciones tales como: “no me interesa quedar bien con los comunistas de la isla”, o referirse a la oficialista agrupación de mujeres cubanas como “las puñeteras federadas cubanas”. A este cantante el gobierno cubano no le aprobaría una visa para que diera un concierto en la isla.
Sin embargo, los artistas simpatizantes de la dictadura vuelan a Miami cada vez que les da la gana gracias al Programa de Intercambio Cultural del gobierno norteamericano, al que se oponen muchos exiliados.
Y a esa indignación que provoca en el exilio que se utilice a la democracia norteamericana para hacer propaganda castrista, los simpatizantes de la dictadura la consideran como una amenaza de “esquizofrénicos que quieren imponer la barbarie en Miami”.
Dicen también que esos “esquizofrénicos” provienen de unos 400 asesinos, torturadores y otros colaboradores de la tiranía de Fulgencio Batista que lograron huir de Cuba a principios de 1959.
¿Pero no serán los verdaderos esquizofrénicos quienes gobiernen en La Habana? Son los mismos que exigen tolerancia y justicia para sus acólitos por un lado, y persiguen y encarcelan a sus adversarios por el otro.
Los simpatizantes de la dictadura, como el cantante Rojas, ahora recogen la misma intolerancia y rechazo que el gobierno ha sembrado durante más de medio siglo contra quienes se le oponen o critican. Mala Fe, debería saberlo.