Cubanos que llegaron a EE. UU. tras el fin de “Pies Secos, Pies Mojados”, podrán obtener su residencia
written by CubaNet | jueves, 24 de febrero, 2022 7:10 am
MADRID, España.- Miles de cubanos que llegaron a Estados Unidos sin parole, tras la cancelación del programa “Pies Secos, Pies Mojados”, podrán procesar su residencia siempre que hayan entrado en el periodo comprendido entre el 12 de enero de 2017 y el 17 de noviembre de 2021.
La medida, que beneficiará a muchas personas que se encuentran en un limbo migratorio, llega tras una demanda federal presentada a Inmigración por abogados en Miami, liderados por el jurista Mark Prada, del bufete Prada & Urizar en Coral Gables.
La abogada Claudia Cañizares, una de las demandantes, explicó a través de su perfil de Facebook que el acuerdo con el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) permitirá que quienes fueron registrados por las autoridades migratorias y recibieron el formulario I-220A de “Arriving Alien” apliquen a la Ley de Ajuste Cubano y puedan solicitar su residencia.
Estas personas, además de cumplir la definición de “Arriving Alien” también deberán cumplir los requisitos de haber permanecido en Estados Unidos desde su entrada; haber aplicado para la residencia bajo la Ley de Ajuste Cubano con USCIS o tener una residencia pendiente y que USCIS les haya negado la residencia solamente por no presentar el parole.
También se establece que a quienes se les negó la residencia hace menos de un año, por no haber podido demostrar que entraron bajo parole, podrán reabrir sus casos.
“El formulario I-220A no funcionará como un documento de admisión I-94, pero sí otorga la posibilidad de abrir el camino hacia la residencia permanente a los cubanos que no cuenten con el I-94”, aclaró Cañizares.
La Ley de Ajuste Cubano fue establecida en noviembre de 1966 por el Congreso estadounidense con el objetivo de que a los ciudadanos cubanos admitidos en el país después del 1 de enero de 1959 se les otorgara la residencia permanente.
Durante el gobierno de Bill Clinton se estableció la ley de “Pies Secos, Pies Mojados” a través de un acuerdo con las autoridades cubanas: los balseros interceptados en el mar serían repatriados, mientras que quienes llegaran a suelo estadounidense podrían solicitar residencia legal en el país.
El 12 de enero de 2017, el presidente Barack Obama anunció el cese de la política de “Pies Secos, Pies Mojados”, con más de dos décadas de vigencia y que permitía a los cubanos que pisaran Estados Unidos acogerse a beneficios migratorios preferenciales.
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Cinco años sin “Pies secos, pies mojados”
written by René Gómez Manzano | jueves, 24 de febrero, 2022 7:10 am
LA HABANA, Cuba. – Hoy se cumplen cinco años del decreto del presidente Barack Obama que puso fin a la aplicación de la llamada “ley de Pies secos, pies mojados”, que había permanecido en vigor desde 1995. De acuerdo con esta regla, los cubanos interceptados en alta mar eran devueltos a la Isla, mientras que quienes lograban pisar territorio estadounidense eran admitidos en el gran país.
Pese al nombre de “ley” por el que era generalmente conocida esa práctica, ella en realidad nunca tuvo ese carácter. En puridad, era más bien una interpretación que se le daba a la Ley de Ajuste Cubano (CAA por sus siglas en inglés), aprobada en 1966 con el fin de legalizar la situación de los muchísimos ciudadanos de la Isla que, huyendo del castrismo, arribaron a los Estados Unidos tras el primero de enero de 1959.
La regla de los “Pies secos, pies mojados” fue puesta en vigor durante la presidencia de Bill Clinton. Ella puso fin a la práctica precedente, con arreglo a la cual todos los cubanos eran admitidos en los Estados Unidos, con independencia de si lograban pisar tierra o si, por el contrario, eran interceptados en alta mar.
Llama la atención que esa regla fue abrogada por el señor Obama apenas una semana antes de la toma de posesión de su sucesor, Donald Trump. Como se trata de una disposición de carácter general, parece razonable que nos preguntemos si hubo o no contactos al respecto con algún representante de la Administración entrante.
Tanto si la respuesta a esa interrogante es positiva como si no, el hecho indudable es que el nuevo Presidente de los Estados Unidos jamás dio marcha atrás a esa revocación dispuesta por su predecesor. Desde el 13 de enero de 2017 y hasta hoy, el mero hecho de que un cubano carente de la correspondiente visa logre pisar suelo del país norteño, no le garantiza ya su acogida.
Esa nueva práctica, como es obvio, perjudica las aspiraciones de muchísimos compatriotas nuestros que aspiran a salir en forma definitiva del infierno en que los castristas han convertido a la desdichada Cuba. Pero, a fuer de sincero, forzoso es reconocer que la abrogación de la antigua regla ha evitado a los Estados Unidos verse inundados por un número indeterminado de fugitivos procedentes de la Isla.
De hecho, pese a la eliminación de la “política de pies secos-pies mojados”, resulta llamativo el número de ciudadanos de la Isla que son capturados y devueltos de modo sistemático al país del que huyeron: De hecho, el diario Granma del pasado 26 de octubre, tras informar del retorno forzado de 45 migrantes más, anunciaba: “Suman así 1, 137 los nacionales devueltos durante 2021”.
Pero el flujo de los cubanos desesperados no cesa. El bajante de una información colgada en este mismo diario digital informaba el pasado 30 de diciembre: “La Guardia Costera de EE.UU. repatrió este miércoles a un grupo de balseros que intentaban llegar a la Florida”.
Y es que, como reza el dicho popular, el hambre en particular, pero también la desesperación en general, tienen “cara de perro”. Ante las dificultades de la ruta marítima, los cubanos han optado por la vía más larga, costosa y demorada —y no necesariamente menos peligrosa— a través de Centroamérica y México.
Todo indica que el régimen de La Habana, para viabilizar la salida de Cuba de los ciudadanos más decididos, se ha puesto al habla con sus compinches de Nicaragua, que han anunciado la libre entrada en su territorio de los ciudadanos de la Isla. Ese éxodo representa una ganancia neta para los castristas, pues, según ellos, la generalidad de los que logren su objetivo de llegar a Estados Unidos se convertirán en emisores de remesas a sus familiares en Cuba, con las considerables ingresos para el régimen que ello entraña.
Es de ese modo que el impresentable régimen de La Habana, incapaz de inspirar a sus súbditos la menor perspectiva de futuro, intenta convertir de modo indirecto al “Gran Satán” —Estados Unidos— en su salvavidas económico.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Cubanos en México: Historias de migrantes que no han llegado (aún) a EE. UU.
written by Claudia Padrón Cueto | jueves, 24 de febrero, 2022 7:10 am
El abogado Eduardo López Ferrer (izq) y una pareja de migrantes cubanos en La Casa del Balsero, Ciudad de México (Foto de la autora)
CIUDAD DE MÉXICO. – En una zona de campo despoblada, cuando intentaba cruzar de Nicaragua hacia Honduras, a Guillermo le pusieron un arma de fuego a unos pocos centímetros de la sien y lo mandaron a vaciar sus bolsillos. No era la primera vez que lo asaltaban en la travesía, pero en esta ocasión sintió más miedo. Ahora ya no era parte del grupo de migrantes. Estaban solo él y su hermano Elías ante cinco hombres armados. “Meternos una bala en el cuerpo y dejarnos morir no es difícil”, pensaba mientras, sin alzar casi la vista, le daba a sus atacantes todo lo de valor que traían: dos teléfonos y los únicos 400 dólares que le quedaban. El asalto no duró más que cinco minutos pero es una imagen de terror que aún lo persigue.
Elías y Guillermo González salieron de Cuba el 22 de julio de 2016, 18 meses antes de que fuera derogada por la Administración Obama la política de “pies secos, pies mojados”. Salieron rumbo a Guyana con 1500 dólares en el bolsillo y el deseo de llegar a Miami. Cuatro años y nueve países después, aún no logran pisar la frontera sur de Estados Unidos.
En Guyana apenas pasaron un día antes de partir a Perú. Allí una amiga les envió 4000 dólares para que siguieran su ruta. Su plan era demorar algunas semanas en el trayecto. De haber salido todo según lo previsto, hubiesen alcanzado suelo americano cuando aún existía para los cubanos la posibilidad de legalizarse de inmediato, y recibir ayuda del Gobierno y permiso de trabajo a los tres meses.
Ese era su plan hasta que un supuesto coyote que les había prometido conducirlos a tierra mexicana, a un paso de la frontera, desapareció con todo el dinero, dejándolos sin manera de seguir su viaje.
Tras la estafa, Guillermo decidió irse a trabajar a Brasil y Elías se quedó en Perú. Debían ahorrar nuevamente para reiniciar su ruta, así que trabajaron todas las horas posibles en todos los trabajos que aparecían: guardia de seguridad, jardinero, ayudante de cocina. Vivieron en albergues de migrantes, en apartamentos diminutos que compartían con otros cubanos. Aun así, ahorrar los dólares necesarios para atravesar medio continente no era sencillo. En diciembre de 2017, cuando el expresidente Barack Obama derogó la política “pies secos, pies mojados”, ellos aún estaban atrapados en Sudamérica.
A México, Elías y Guillermo pudieron llegar casi dos años después, en septiembre de 2019. Hoy son dos de los 8708 cubanos que en 2019 solicitaron un salvoconducto para permanecer en tierra azteca, según registros publicados por la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar). A pesar de que actualmente es más complejo para los cubanos lograr el ingreso a Estados Unidos, la crisis económica que vive el país ha empujado a sus ciudadanos a huir de la Isla en estampida. Hoy los cubanos están entre los primeros en solicitar asilo en México, antecedidos únicamente por hondureños y haitianos.
La casa del balsero: un refugio en México
Guillermo y Elías González han vivido durante estos últimos meses en un apartamento humilde de Tacuba, un barrio popular en el centro norte de Ciudad de México, donde es mejor caminar con los ojos en la espalada y las manos cubriendo los bolsillos. Si te equivocas de salida en el metro puedes terminar en medio de un pulguero mexicano donde los asaltos están a la orden del día.
En el tercer nivel de un edificio multifamiliar de la calle Mar Mediterráneo está la Casa del Balsero, un refugio para migrantes cubanos que dirige Eduardo Matías López Ferrer, un abogado que durante 30 años ha ayudado a sus coterráneos con albergue y asesoría legal.
Es un apartamento pequeño de dos dormitorios, un baño compartido, una cocina espaciosa y un salón donde han dispuesto una cama, una colchoneta en el suelo, y una litera roja al frente de la puerta. Hay también algunas butacas muy usadas, un televisor antiguo, y en la pared más grande colocaron un cuadro viejo con una cena familiar dibujada. La pintura le da cierto aspecto de hogar al refugio. Junto a la cama hay una mesa pequeña donde Guillermo tiene un pomo de colonia y su desodorante. Es un lugar sin lujos, pero seguro para estar de tránsito, y donde nada les cobran.
Interiores de un departamento en La Casa del Balsero (Foto de la autora)
Interiores de un departamento en La Casa del Balsero (Foto de la autora)
Guillermo es un cubano de unos 40 años y cuerpo macizo. Tiene la piel negra y la cabeza rapada. Sobre el cuello le cuelgan dos collares de piedras que muestran su fe hacia las religiones afrocubanas. Vivió casi toda su vida en Santiago de Cuba donde trabajaba como guía de turistas, sin licencia. Por ese motivo, las autoridades lo multaron varias veces y le levantaron actas por asedio a los extranjeros.
Él habla con la música y la cadencia que distingue casi siempre a las personas de la zona oriental de Cuba. Si se le escucha de prisa tienes la impresión de que circula las erres, luego las trastoca hasta convertirlas en eles. Y a las eses las deja huérfanas, las aspira. Elías, en cambio, apenas articula palabra. Se limita a asentir moviendo su cabeza de arriba hacia abajo cuando su hermano habla.
“En estos cuatro años fuera de Cuba nos han estafado, asaltado, hemos sido víctimas del peor racismo, pero regresar no es una opción”, dice Guillermo. “Allá solo nos espera miseria”.
Luego de cuatro años transitando por América Latina no cree que esta parte del continente le permita tener una vida próspera, su mira apunta hacia el mismo lugar que cuando salió de Cuba: Estados Unidos. Para probar “miedo creíble” atesora esas cartas de advertencia por pasear con turistas.
Guillermo González (Foto de la autora)
Guillermo González (Foto de la autora)
Por ahora siguen en la ciudad, esperando un milagro: “Quizá Trump restituya ‘pies secos, pies mojados’ para para ganar el voto de la Florida”, interviene por primera vez Elías. Mientras tanto el dinero que trajeron se agota, no consiguen trabajo y viven en una burbuja legal que puede reventarse en cualquier momento.
Desde que la actual Administración estadounidense negoció con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que este frenara el paso de los migrantes, a cambio de no imponer aranceles sobre los productos mexicanos que fueran exportados a territorio de EE. UU. el abogado que los alberga asegura que los trámites de quienes piden asilo se han vuelto mucho más dilatados.
“Antes te permitían meter el caso y luego ir ingresando poco a poco lo demás, pero ahora te niegan el ingreso si no presentas toda la documentación. Están siendo más duros con los migrantes: no les otorgan amparos a todos como antes”, señala.
Otro peligro que apunta el experto es que después de cruzar nueve países, de ser asaltados, de haberse quedado sin nada en un país ajeno, ahora puedan terminar donde comenzaron en 2016: un avión hacia La Habana.
El 1 de mayo de 2016 entró en vigor el Memorando de Entendimiento entre el Gobierno de Cuba y el Gobierno de México. Desde entonces es posible la repatriación de los cubanos que ingresan ilegalmente al país, pero ha sido en el último año cuando mayormente se ha utilizado este recurso.
Ante la presión de Estados Unidos, México aceptó tomar nuevas medidas para frenar la migración irregular, incluido el despliegue de la Guardia Nacional, un cuerpo armado creado durante el Gobierno de López Obrador que está integrado por militares. El cuerpo militar fue utilizado a inicios de enero para enfrentarse a las caravanas de migrantes provenientes de Centroamérica que intentaban cruzar el país. Los cubanos no están exentos a los efectos de este muro de contención que solo en los primeros ocho meses de 2019 había conllevado a la deportación de más de 100 000 centroamericanos, 63% más que el año anterior.
Durante 2019, 1808 cubanos fueron deportados, según cifras de la Secretaría de Gobernación. Una cifra 10 veces mayor a la reportada en 2018. Porque el flujo de migrantes cubanos hacia México, aún sin asilo inmediato en Estados Unidos, ha crecido indetenible en los últimos años.
México como opción
―Nosotros lo vendimos todo en Cuba, hasta las cucharas ―dice Oneyda, una villaclareña de 25 años que está parada en la entrada de la cocina de La Casa del Balsero. A su lado, su esposo Yandy, de 28, confirma que con el dinero que reunieron tras la venta de su moto, la casa y sus pertenencias decidieron emigrar.
El 26 de septiembre, compraron dos boletos por 750 dólares cada uno con destino a Nicaragua (uno de los pocos países que no pide visa a los cubanos) y salieron del país.
Emigraron sin un plan concreto, sin contactos ni información. Iban, por decirlo así, improvisando sobre la marcha. Era su primera vez fuera de Cuba.
Oneyda en La Casa del Balsero (Foto de la autora)
A la salida del aeropuerto Augusto C. Sandino, en Managua, conocieron por azar a un taxista que los contactó con un coyote, cuya red los condujo a México. Después de tres días atravesando montes con la misma ropa, bajo aguaceros, comiendo lo justo, el 29 de septiembre llegaron a Tapachula, la frontera sur. Durante todo el trayecto Oneyda viajó con el dinero escondido en un bolsillo oculto que cosió a su faja.
Una vez en Tapachula caminaban sin rumbo hasta que reconocieron un acento familiar. Era un cubano a quien veían por primera vez. Se acercaron a él por ayuda y este los condujo hasta un motel económico. Allí vivieron poco más de un mes gracias a sus ahorros. Permanecían encerrados en el cuarto y salían solo a hacer las compras indispensables, hasta que decidieron viajar a CDMX, huyendo de la violencia y los asaltos de esa zona.
A La Casa del Balsero llegaron por recomendación de un amigo que había estado allí refugiado por López Ferrer. El abogado ha llegado a tener a más de 80 personas albergadas, pero ahora la pareja comparte el apartamento solo con Elías y Guillermo. Entre todos compran la comida y dividen las tareas de limpieza.
Durante el trayecto, a Yandy lo intranquilizaban las historias de mujeres violadas. Siempre que Oneyda dormía, él intentaba mantenerse en vigía, pero el cansancio de todo un día caminando lo vencía a veces y los párpados se le derrumbaban. Entonces dormía algunos minutos y volvía a despertar.
“Los coyotes me decían que los miraba con desconfianza, pero no era desconfianza sino temor de que nos hicieran algo. Todo el tiempo estás en una posición muy vulnerable”, recuerda Yandy.
A diferencia de los hermanos González, Oneyda y su esposo han desistido de llegar a la frontera estadounidense y pedir asilo. Para ellos, México ya no representa un país de tránsito hacia la Florida, sino un destino final, la oportunidad de una nueva vida. A Cuba ya no pueden regresar porque sería volver sin nada, más pobres que antes.
De acuerdo con las leyes mexicanas hay varias formas de alcanzar el estatus migratorio como “visitante por razones humanitarias”. Entre ellas se encuentran la solicitud de asilo político, en el caso de Oneyda y Yandy su ambición es obtener la condición de refugiado que se reserva para quien fue “ofendido, víctima o testigo de un delito cometido en territorio nacional”.
En los primeros cuatro meses del año Cuba se ubicó como el cuarto país cuyos ciudadanos recibieron más tarjetas de visitantes por razones humanitarias, con 1002 emitidas, según datos del Instituto Nacional de Inmigración. Por el momento la pareja intenta obtener una visa de refugiados, válida por un año, y encontrar trabajo.
Sueños
Guillermo: El sueño de Guillermo es llegar a la frontera y que le den asilo. Dice que no le tiene miedo al trabajo, que solo quiere una oportunidad. En su tiempo libre planea ser youtuber y hablar sobre Cuba. Sigue a Otaola y a Ultrack y desea crear un canal parecido. Su sueño lo resume así: “trabajar y tener una mejor vida”.
Elías: Espera llegar con su hermano a Estados Unidos. No quiere volver a Cuba sin nada en las manos, después de cuatro años de travesía.
Oneyda y Yandy: Planean mudarse a Campeche, una ciudad ubicada en el Golfo. Algunos conocidos les han dicho que es más barato el costo de vida y que ambos pueden hallar trabajo. Después de dos años intentando embarazarse, cuando pensaban que no podrían tener hijos, Oneyda descubrió en México que estaba embarazada. El bebé nacerá con ciudadanía mexicana y ellos, como sus padres, podrán nacionalizarse.
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A tres años del fin de “Pies secos, pies mojados”: “Los cubanos están saliendo por todas partes”
written by Ana León y Augusto César San Martín | jueves, 24 de febrero, 2022 7:10 am
LA HABANA, Cuba. – Cuando en enero de 2017 el presidente Barack Obama decidió eliminar la política de “Pies secos, pies mojados”, el cielo pareció desplomarse, con todo su peso, sobre los cubanos que vivían en la Isla y tenían la intención de emigrar apenas las circunstancias les fueran propicias. La ley de marras permitía adquirir residencia legal a cualquier cubano que pisara suelo estadounidense, ya fuera por tierra, o por mar.
El mismo día en que fuera anunciada la derogación, el equipo de CubaNet entrevistó a varios ciudadanos, quienes coincidieron en que la decisión de Obama, una semana antes de concluir su segundo mandato, había tronchado a los cubanos la posibilidad de abrirse camino hacia un futuro mejor. A pesar del objetivo planteado por el demócrata, de disminuir la inmigración irregular para preservar vidas humanas y proteger la seguridad de los estadounidenses, lo cierto es que apenas fue superado el impacto de la noticia, se constató que los cubanos no cejarían en su empeño por abandonar la Isla.
Según datos publicados por el Departamento de Estado, las detenciones de inmigrantes cubanos en puertos estadounidenses disminuyeron un 88% en el año fiscal 2017-2018. La tendencia se ha mantenido en comparación con el flujo migratorio previo a la derogación de la ley; pero son muchos los insulares que han continuado intentándolo por vía marítima, a través de la peligrosa selva del Darién, o incluso legalmente, haciendo uso de la visa de turista para viajar a Estados Unidos y acogerse a la Ley de Ajuste Cubano al año y un día de haber permanecido allí.
La desaparición de las garantías contempladas en la ley de “Pies secos, pies mojados”, no ha sido suficiente para detener la inmigración ilegal cubana; pues las causas que durante décadas la han originado, se mantienen al interior de la Isla. El creciente acceso a la información ha sacado a la luz el viacrucis de miles de insulares en Guyana, Trinidad y Tobago, Ecuador, México y hasta Rusia, atrapados en un limbo legal que les impide alcanzar el sueño americano.
Han llegado noticias de cubanos fallecidos en Centroamérica, por desastres naturales o a manos del crimen organizado. La detención en uno de los centros de ICE y la posibilidad de ser deportados son realidades bien conocidas que, sin embargo, no hacen desistir a miles de residentes en la Isla de su sueño de emigrar; pues más vale arriesgarse en la conquista de un futuro incierto, que resignarse a vivir en un país donde todo el mundo sabe, o intuye, lo que le toca.
Tres años después de derogada la política de “Pies secos, pies mojados”, CubaNet conversó con varios cubanos, jóvenes en su mayoría, que reconocen no solo el deseo propio de irse de Cuba; sino que tal ambición es compartida por la mayoría de sus amigos. Emigrar es la obsesión de las nuevas generaciones que no visualizan un porvenir aceptable en el país de los experimentos económicos, donde los que trabajan cada día tienen menos.
Personas de mediana edad reconocen que los jóvenes quieren irse a hacer su vida a otro lado, para poder vestirse como quieren, comprarse lo que quieren; y ambas razones podrían parecer pedestres por su crudo materialismo, pero también dan la medida de cuán limitados son los sueños en la mayor de las Antillas. Tras la simpleza de tales aspiraciones lo que realmente se esconde es un ansia enorme de libertad para decidir, participar, aportar, elegir, opinar, cambiar, crecer.
Cuba es un país atascado, donde los pocos cambios que se producen no parecen destinados a quienes viven y trabajan aquí, dependiendo de salarios estatales. Los nuevos hoteles, las tiendas en dólares, las próximas visas a Europa por cinco años, no contemplan entre sus beneficiarios a esos jóvenes humildes entrevistados por Cubanet, que con un pesimismo impropio de su edad admiten que la vida está en otra parte. Tampoco contemplan a los que han trabajado toda su vida y malviven con ingresos que no satisfacen las necesidades más elementales.
La situación socioeconómica del país empeora a diario; de modo que no importa cuánto arrecien las leyes contra la inmigración irregular, cada día más cubanos intentarán irse adonde sea, como sea. La meta no necesariamente es Estados Unidos; lo que importa es salir de aquí. Si, como muchos aseguraron, el propósito colateral de la derogación de “Pies secos, pies mojados” fue provocar un aumento de la presión interna para impulsar un estallido social, tal intención, hasta el momento, ha fracasado.
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“Pies secos, pies mojados”: el fin de una era para los cubanos
written by Ernesto Pérez Chang | jueves, 24 de febrero, 2022 7:10 am
(Foto de archivo)
LA HABANA, Cuba. – Una sonrisa, cualquiera diría que irónica, antecedió la respuesta de Ben Rhodes, quien fuera asesor de Barack Obama, cuando algún periodista le preguntó cómo consideraba a la emigración cubana, si económica o política.
Era marzo de 2016 y había viajado a La Habana acompañando al ex presidente estadounidense que, menos de un año más tarde, en enero de 2017, y apenas una semana antes de finalizar su mandato, eliminaría el decreto de “Pies secos, pies mojados” bajo el pretexto de poner freno a la migración desorganizada, así como al fenómeno del contrabando de personas en el Estrecho de la Florida.
La risilla de Rhodes, que también le sirvió para cerrar su respuesta y remarcar su idea de que la emigración cubana era en esencia económica, no sólo desconocía los sucesos casi en lo absoluto políticos que han desencadenado históricamente las oleadas migratorias en la Isla, sino que irrespetaba a la extensa comunidad de exiliados, así como indirectamente reconocía que el régimen cubano no era esa dictadura totalitaria contra la cual se establecieron excepcionalidades en la ley migratoria del país norteño.
No les fue suficiente a Barack Obama y su comitiva con la oleada de aplausos que suscitara entre los cubanos el izaje de su bandera en la embajada recién inaugurada. Tampoco los vítores que recibía de la multitud al pasar, en contraste con los silencios que caían como balde de agua helada sobre los dirigentes cubanos.
Mucho menos les bastó con la nada hospitalaria “reflexión” que les dirigiera Fidel Castro la víspera de culminar la visita. Un suceso, clímax del deshielo, que si bien entusiasmó a una parte de la cúpula en el poder, en tanto la apertura significaba dólares para la economía, por otra hizo temblar a la vieja guardia de los comunistas, quienes han demostrado que prefieren terminar los pocos años que les quedan de vida encerrados en su terquedad, rodeados de un país en ruinas, que ceder las riendas de un caballo muerto.
La realidad es que una mayoría dentro y fuera de la isla vio el “gesto” de Obama como una torpeza quizás hasta de muy “mala leche”, en tanto usaba el tema de la migración por un lado para mostrar sus simpatías con el régimen de La Habana, cumplir con la principal demanda de este en las mesas de diálogo a las cuales no supo sacar un mínimo de provecho, cumplir los deseos de un sector de los demócratas (y hasta de los republicanos) que ya venían con esas intenciones desde mucho antes; y por otro, dejarle una papa bien caliente, más que una broma de mal gusto, a Donald Trump.
Muy particularmente, pensando en la sonrisilla sarcástica de Rhodes al hablar de la emigración cubana, durante su conferencia en el Hotel Parque Central de La Habana, puedo también imaginar igual reacción de Obama al derogar el decreto, con lo cual no solo pretendía “joder” (para hablar en buen cubano) al cubano de a pie (ese que apenas tiene recursos para construirse una balsa de palos) sino hacerle una trastada a ese republicano que le impidió a la Clinton “ser continuidad”.
Estábamos en la calle un grupo de amigos, precisamente en pleno Paseo del Prado, cuando comenzó a correr la noticia de la controversial decisión de Obama. Hubo personas que incluso lloraron como el preso que ve cerrarse las puertas de la prisión a sus espaldas mientras el regocijo del gobierno se advertía en ese júbilo sobreactuado de los locutores del Noticiero Nacional, en cuyos rostros parecía asomar un rictus muy similar al del ex asesor de la Casa Blanca.
Sobrevinieron días que parecían de luto y en los hogares de la isla no se hablaba de otro asunto que no fuera ese, tan doloroso, que llevaba la frustración como trasfondo.
El tiempo ha demostrado que las razones de Barack Obama no tenían fundamento alguno. Los cubanos y cubanas continúan muriendo en el mar; los traficantes, que han penetrado incluso algunos consulados de La Habana, hoy piden más dinero que antes por usar vías alternativas a través de terceros países; los estafadores y estafados son multitud incontrolable; las muertes y crímenes en la selva y los campamentos de refugiados han superado en dos años las tragedias de etapas anteriores.
El drama humano que se vive tan solo en México incluso es ignorado por el canciller cubano que, en su reciente visita a la nación azteca, ni roza el tema de casualidad, quizás tan preocupado que anda buscándoles lugar a unos médicos convertidos en mercancía.
Tal vez habría que recordarle que los 623 831 visitantes cubanos a la isla en 2018, esos que menciona con sospechoso orgullo en su cuenta de Twitter, no son para nada migrantes “felices” que han “perdonado” y olvidado el desarraigo al que fueron condenados durante décadas, sino una mínima parte de ese pueblo en la diáspora que solo encontró un camino para su desarrollo profesional, su crecimiento personal, su prosperidad familiar, en las vías de la emigración, del escape, de la huida, de la “deserción”, que es como los comunistas gustan calificar a los cubanos que se van, que no retornan porque saben que “esto nunca va a cambiar”, y ese tan generalizado, tan depresivo, tan resignado criterio no es “económico”, es una conclusión “política”.
En cuanto a las razones del gobierno cubano para colocar el tema migratorio sobre la mesa de negociaciones, era evidente que en un contexto de “normalización” de las relaciones con la administración Obama , con unos planes económicos centrados en la millonaria captación de turismo desde los Estados Unidos y un intercambio económico para el cual fue proyectada la Zona de Mariel, el país gravemente afectado por el envejecimiento poblacional necesitaría de fuerza de trabajo suficiente.
De algún modo tenían que cerrar esa compuerta por donde escapaban jóvenes en edad laboral y hasta viejos profesionales cansados de pasar hambre en aras de construir un socialismo mucho más parecido a una comarca feudal, un rebaño o una celda para cobayas en un laboratorio demencial.
Ahora, fracasados los planes, el polvo sepultando la mesa de diálogo al mismo tiempo que la telaraña invade las reservas de divisas, llegan las tiendas recaudadoras de dólares “americanos” para advertirnos que la economía socialista continúa siendo esa misma que siempre “obligó” a cada familia a crear un “emisor de remesas” si pretende sobrevivir.
De modo que la “tarea de choque” del buen cubano, tan fiel a sus lazos familiares como a la vez tan convenientemente desmemoriado cuando teme, debe ser emigrar, ya que retenerlo resulta menos beneficioso para un gobierno que necesita de su “sacrificio” personal.
Durante estos días de celebraciones por la llegada del nuevo año, en unos de esos bailables populares a los que el partido comunista escamotea para sí la espontánea alegría que producen estas fechas, fue que escuché al vocalista de una orquesta pedirle al público que gritara varios deseos para el 2020.
El mismo cantante fue quien terminó sugiriéndole a la multitud lo que debería ser la primera de sus aspiraciones como sinónimo de prosperidad: “¡Que levante la mano el que quiera una visa pa´l Yuma!”, gritó varias veces, a pesar de que el concierto, por decreto oficial, era dedicado al aniversario 61 de la revolución. Nadie quedó con los brazos caídos. Incluso fueron miles quienes levantaron con euforia los dos.
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EE.UU. deporta a ocho balseros cubanos interceptados en Cayos de Florida
written by Agencias | jueves, 24 de febrero, 2022 7:10 am
EE.UU. deporta a ocho balseros cubanos interceptados en Cayos de Florida. Foto Guardia costera de EE.UU.
MIAMI, Estados Unidos.- La Guardia Costera de Estados Unidos interceptó una embarcación con nueve balseros cubanos a bordo en las costas de Tavernier Creek, en los Cayos de Florida, y deportó a ocho de ellos, informó la institución.
Según el Séptimo Distrito de la Guardia Costera, los guardacostas detuvieron el jueves pasado un bote con los inmigrantes a unos 40 kilómetros (25 millas) de Tavernier Creek.
La agencia federal precisó que uno de ellos requirió un mayor cuidado médico y después fue remitido a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), mientras que el resto fue deportado este sábado.
Durante el actual año fiscal, desde el 1 de octubre pasado, unos 52 balseros cubanos han intentado llegar “ilegalmente” por mar a territorio estadounidense, comparado con los 454 contabilizados en todo el año fiscal 2019, según datos de la Guardia Costera.
#ThisJustIn the @USCG repatriated 8 #Cuban migrants back to #Cuba today, after interdicting 9 Cuban migrants 25 miles southeast of Tavernier Creek, FL on Thursday.
Estas cifras representan el número total de “interdicciones” en el mar y desembarques en los estrechos de la Florida, el Caribe y el Atlántico.
En enero de 2017, el entonces presidente estadounidense, Barack Obama (2009-2017), canceló la política “pies mojados/pies secos” decretada en 1995, mediante la cual los cubanos que tocaban territorio eran favorecidos con la Ley de Ajuste Cubano y podían quedarse en el país e incluso obtener residencia permanente, mientras que los otros eran deportados a la Isla.
Poco antes de la eliminación de ese beneficio, en el Estrecho de Florida se registró un inusual arribo de migrantes provenientes del país caribeño, en vista de que muchos anticiparon el fin de “pies mojados/pies secos”, ola migratoria que ha decaído en los últimos años.
Tras la cancelación de la política, el cruce de los llamados “balseros” se redujo notablemente y se volvieron más inusuales, pero el último año han sido cada vez son más frecuentes las interceptaciones de cubanos en el Estrecho de Florida.
EFE
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