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Icónico filme cubano “Memorias del subdesarrollo” regresa al cine restaurado

Memorias del subdesarrollo cine gutierrez alea cuba

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Sergio Corrieri y Daisy Granados en escena de Memorias del Subdesarrollo (filmstreams.org)

LA HABANA, Cuba. – “Memorias del subdesarrollo”, el icónico filme del director cubano Tomás Gutiérrez Alea (Titón, 1928-1996), regresó hoy a una pantalla de La Habana, 50 años después de su estreno, en una edición restaurada por la empresa cinematográfica estadounidense The Criterion Collection.

“Memorias del subdesarrollo” es un largometraje de ficción basado en la novela homónima del escritor cubano Edmundo Desnoes -su guionista junto a Gutiérrez Alea- que tuvo su estreno en La Habana el 19 de agosto de 1968 y ha sido catalogado como la mejor película iberoamericana del siglo XX.

La calificación se hizo a partir de una encuesta internacional realizada por la web española Noticine en la que participaron profesionales, críticos, periodistas, organizadores de festivales y aficionados a los audiovisuales de todo el mundo.

Además, fue incluido en una guía actualizada por The New York Times en 2011 sobre las 1.000 mejores películas de todos los tiempos.
La película restaurada es parte de la muestra del 40 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana que se celebra hasta el próximo 16 de diciembre dedicado a “Titón”.

La representante de la empresa The Criterium Collection, Valeria Nuttela, dijo este domingo durante un panel sobre la prestigiosa obra que dejó Gutiérrez Alea que “Memorias del subdesarrollo” es la primera película cubana que se incluye en esa colección, en la cual figuran importantes títulos del cine estadounidense e internacional.

Nuttela explicó que cada edición restaurada intenta contar la historia de la película, por lo que se incluyen los formatos Blue-ray y DVD en la nueva entrega, con la mejor calidad de imagen y sonido posible, acompañada de contenidos suplementarios para comprender mejor su contexto.

La edición restaurada del largometraje fue entregada a figuras que tuvieron que ver con su realización y a instituciones de la isla relacionadas con el séptimo arte, como el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

Entre las actividades en homenaje a “Titón”, además de la proyección de algunos de sus filmes y la cancelación de un sello postal conmemorativo por los 90 años del cineasta, está previsto el estreno de un documental realizado por la actriz Mirtha Ibarra -su viuda- y la presentación de una selección epistolar -realizada por ella- bajo el título “Tomás Gutiérrez Alea: volver sobre mis pasos”.

“Memorias del subdesarrollo” está considerada una historia personal que hubiera resultado intrascendente de no estar ambientada en los vertiginosos días tras el triunfo del régimen en Cuba, cuando todas las contradicciones se pusieron al rojo vivo.

En sus 97 minutos de metraje la película -protagonizada por el fallecido Sergio Corrieri junto a las actrices Daisy Granados y Eslinda Núñez- entrega un monólogo interior con mirada a la calle que tiene como personaje central a un intelectual de clase media que decide quedarse en la isla cuando toda su la familia se marcha al exilio en Estados Unidos.

Clasificada como una obra maestra y un clásico del cine cubano, este filme ha sido catalogado por la crítica especializada como adelantado a su tiempo porque además de generar polémica reiteró el propósito de “Titón” de inquietar al espectador y estimular la reflexión en busca de respuestas a los problemas que plantea.

En la filmografía de Gutiérrez Alea también destacan “Las doce sillas” (1962), “La muerte de un burócrata” (1966), “La última cena” (1976), “Los sobrevivientes” (1979″, “Fresa y chocolate” (1993) -la única película cubana que ha conseguido una nominación a los premios Óscar”- y “Guantanamera” (1995), su última producción.

(EFE)




A medio siglo de Memorias del Subdesarrollo

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Sergio Corrieri y Daisy Granados en escena de Memorias del Subdesarrollo (filmstreams.org)

LA HABANA, Cuba.- Se cumplen 50 años de la realización en 1968 por Tomás Gutiérrez Alea de Memorias del Subdesarrollo, considerada por la crítica especializada la película más importante del cine cubano.

Para la película, Gutiérrez Alea se basó en la novela homónima de Edmundo Desnoes, que había sido publicada tres años antes, en 1965, en Ediciones R. El escritor consideró que el film era “un ejemplo de una gran adaptación de lo escrito a lo visual”.

En la novela, que se desarrolla entre 1961 y 1962, Desnoes retrataba la alienación y los desgarramientos de un intelectual burgués que tras presenciar la demolición de su mundo por la revolución, no logra entender el reino colectivista y proletarizado que ve conformarse ante sus ojos y que percibe ajeno, provinciano, vulgar, mugriento y lleno de peligros, incluido un bombardeo atómico.

Desnoes no tuvo que esforzarse demasiado: las contradicciones de Sergio Carmona, el personaje de la novela, eran las mismas que él vivía, debatiéndose entre el temor y la angustia, la abulia y el despiste, frente a una situación a la que no conseguía aclimatarse.

Luego de pasar un año en Venezuela, cuatro meses en un islote desierto de las Bahamas y cuatro años en New York, Desnoes había regresado a Cuba en 1960, convencido, según sus propias palabras, de que “nunca sería alguien fuera de su país”. Desarraigado, con pretensiones existencialistas y escrúpulos de pequeño burgués arrepentido, creyó que la revolución de Fidel Castro era su oportunidad de brillar. Y para probarse como fidelista, su primer servicio fue escribir un artículo vitriólico contra la revista Visión, de la cual había sido redactor durante su época neoyorquina, en cuanto esta criticó al nuevo régimen cubano.

Desnoes estaba consciente de que el verdadero artista siempre será un enemigo del Estado, pero eligió dejarse llevar hasta ver adonde lo llevaba su compromiso con la revolución.

Anduvo por sus años revolucionarios como quien cruza un lago helado. El wei wu wei de Lao Tsé fue su solución. Actuar sin actuar, eligiendo sin elegir, confiado en su comprensión más elevada de intelectual. Sólo que es muy difícil, casi imposible, el dilema de estar y no estar, ser o no ser, en taumaturgia simultánea.

Ninguno como el mismo Desnoes para ser crítico consigo mismo. “¡Quien te ha visto, Eddy, y quien te ve, Edmundo Desnoes!”, exclama Sergio Carmona, el protagonista de Memorias del Subdesarrollo cuando se encuentra a Desnoes pontificando sobre “la literatura revolucionaria”.

Desnoes quiso estar por encima de todos, mas allá del bien y el mal. Quiso entender a las partes enfrentadas –igual que en uno de sus primeros cuentos entendió tanto las razones de Jack como las del guagüero—. Sin intervenir de lleno en la bronca, a ver en qué paraba todo. Como Dios, dejando a los hombres actuar según su libre albedrío. Pero le resultó imposible la ubicuidad y se cansó. La revolución, la patria, el socialismo y todo, Fidel Castro y sus seguidores incondicionales lo rimaban con muerte. No dejaban otra alternativa. Y Desnoes, antes que tanta epopeya, prefería vivir. Por eso, se fue de Cuba en 1979 y se radicó en New York, de donde había partido 20 años antes. Pero, incapaz de vencer su fascinación por Fidel Castro, nunca cortó del todo sus lazos sentimentales con el régimen. En 1981, devenido en una especie de recolector de trastos panfletarios para antologías de la literatura posterior a 1959, fue el editor de “Los dispositivos en la flor: Cuba, literatura desde la revolución”. Y en 2006 vino a La Habana para ser jurado del Premio Casa de las Américas.

En los últimos años, Edmundo Desnoes se ha esforzado por ser moderado, conciliador. Lo que no es, no puede ser, es optimista respecto a Cuba, cada vez más sumida en el subdesarrollo.

La versión cinematográfica de Tomás Gutiérrez Alea de Memorias del Subdesarrollo resultó más perdurable que la novela de Edmundo Desnoes.

En el año 2012 Memorias del subdesarrollo fue elegida por el Instituto Británico de Cine en el lugar 144 entre los mejores filmes de la historia.

Gutiérrez Alea, el más importante director cubano, decía que la película, en la que había atisbos de Eisenstein tanto como del neo-realismo italiano y del cinema verité, y la profusa utilización de imágenes de archivo, con discursos de Kennedy y Fidel Castro, era “un collage… con un poco de todo.”

El director, reacio al cine moralizante de agit-prop basado en la arenga y la exhortación que preconizaba el ICAIC, y a propósito de lo cual tuvo varios encontronazos con su principal comisario, Alfredo Guevara, en Memorias del subdesarrollo no ocultaba su ironía al evadir la película panfletaria-patriotera al uso en aquellos días que se podía esperar de una que se desarrollara en los días de la crisis de los misiles de 1962.

Muchos críticos lo que más valoran de Memorias del Subdesarrollo, aparte de la fotografía y la actuación de Sergio Corrieri, son las imágenes documentales de los milicianos y las antiaéreas en La Habana acuartelada de octubre de 1962. Yo, que no disfruto los malos recuerdos, y no puedo evitar asociar al difunto Corrieri con El Hombre de Maisinicú, de la película, prefiero quedarme con lo que vio su protagonista a través del catalejo, más allá del monumento al Maine con el águila amputada: el mar, los techos de La Habana, la ropa tendida en las azoteas, las palmas, los pinos y los álamos de El Vedado. Con todo eso, más la partitura de Leo Brouwer, y Daisy Granados y Eslinda Núñez, los dos rostros femeninos del cine cubano.

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La primera mujer desnuda del cine cubano

Yolanda-Farr683 LA HABANA, Cuba -A Yolanda Mariño Pfarr, o Yolanda Farr para la historia, parece inquietarle que la recuerden sólo como la primera mujer desnuda del cine cubano. Y tiene razón, porque antes y después de su actuación en la película Memorias del Subdesarrollo, desplegó una sustancial carrera como actriz de teatro, televisión, cine y espectáculos de cabaret. Sin embargo, no deben ser pocas las grandes actrices que le envidian el privilegio de haber sido la escogida por nuestro más famoso director en tiempos de búsquedas y aciertos para el cine de la Isla.

Si hoy los cubanos no le hacemos la debida justicia, teniendo presente su participación en aquel suceso histórico, no es porque a ella, o a quien la dirigió, le faltasen talento y profesionalidad para merecerlo, sino por obra y gracia de la censura.

Sobre este y otros pormenores relacionados con su quehacer artístico, Yolanda Farr tuvo a bien dispensarnos algunas respuestas para los lectores de Cubanet:

¿Podría hablarnos sobre las circunstancias que la condujeron a convertirse en la primera mujer desnuda del cine cubano?

Tres-Sombreros-321, con Jordi Soler
En la comedia Tres Sombreros con Jordi Soler

A finales del 66, Tomás Gutiérrez Alea (Titón) me propuso hacer su próxima película, basada en una novela de Edmundo Desnoes. El argumento era interesante y mi papel, sin ser protagónico, era importante y apetecible ya que personificaba algo que desde hacía algún tiempo me rondaba por la cabeza: abandonar Cuba y enfrentarme a los problemas que eso conllevaba. Tenía tres largas y dramáticas escenas que me hicieron sudar sangre durante el rodaje. Titón sabía bien lo que quería y me indicó que ignorara el dialogo escrito para crear una situación más real y humana. Aquellas improvisaciones de horas y horas fueron un masoquista placer y el resultado, que tan solo pude ver en la moviola, resultó tan bueno que el equipo y el mismo director irrumpieron en aplausos. Al acabar la que supuestamente iba a ser mi última sesión en la película, Gutiérrez Alea me dijo que quería tener una conversación conmigo a solas. Partimos juntos del set y nos dirigimos a la cafetería del Hotel Capri, en cuyo cabaret, dentro de pocas horas, yo tendría que sumarme al reparto de “Los tiempos de papá y mamá”, aquel fantástico show que llevaba más de un año en cartel. Y esta fue su proposición. Se le había ocurrido integrar en la película el primer desnudo del cine cubano. Por supuesto sería algo plástico y breve. Quería que atravesase el cuarto de baño desnuda y de espaldas y entrara en la ducha para terminar el plano con mi silueta tras la cortina. De momento no supe qué decir. A pesar de ser desde hace años “una cabaretera”, el desnudo integral era algo que me avergonzaba muchísimo. Pero si alguien tenía la labia suficiente para convencer a una jovencita entusiasta del cine, era aquel hombre serio y profesional cuya labor yo admiraba. Y la prueba de su poder es mi fugaz pero absurdo desnudo, una de las pocas constancias que quedan de mi trabajo en la película. Lo doloroso es que, de un dramático e importante trabajo en Memorias, a consecuencia de los cortes que sufrió mi papel, tan solo se recuerde ese efímero e intrascendente momento.

La censura se cebó con su actuación en la película Memorias del Subdesarrollo. Casi todas las escenas en que participaba fueron eliminadas. ¿Sería por mojigatería, prejuicios machistas o alguna otra razón adicional?

Hasta el día de hoy ese hecho sigue siendo una incógnita para mí. Se baraja la posibilidad de que, al abandonar yo el país tras el rodaje, Titón se viera presionado por el ICAIC para borrar en todo lo posible mi participación en la película. También es de considerar la opción de que, en último minuto, el director decidiera centrar toda la atención en los personajes que permanecían en Cuba, difuminando al máximo el de aquella torturada mujer que abandonaba el país. Pero todo esto son meras suposiciones. Por supuesto no creo que la mojigatería o el machismo tuvieran algo que ver en las amputaciones que sufrió mi papel.

¿Recuerda con particular nostalgia alguna de aquellas escenas que nunca vimos en la película? ¿Sabe si se conservan copias de tales escenas?

La escena de mi pelea con Sergio Corrieri, que en la actualidad consiste en primeros planos del actor con mi voz en off, era larga y potente y me valió, al finalizar su filmación, el aplauso de Titón y de todo el equipo técnico. Un emocionante momento. No puedo estar segura pero lo lógico es que en las entrañas del ICAIC se conserven esos cortes.

Yolanda Farr con la reina Sofia, a su lado Pepe Sanz y Carlos Urrutia, El Negro Buby

Tengo entendido que usted es nieta de quien fuera el propietario del Teatro Shanghai, muy famoso, por sus espectáculos nudistas, en La Habana de los años 50. ¿Habrá influido eso en su disposición para hacer el primer desnudo del cine cubano? ¿Cómo asumía su familia la ocupación del abuelo en aquella época de prejuicios? ¿Le ocasionó a usted dificultades familiares o sociales su desnudo?

Efectivamente, el segundo marido de mi abuela alemana, Orozco, fue propietario del Shanghai. Al ser yo una niña por aquellos tiempos no puedo decir que tuviese constancia de ninguna reacción familiar. De cualquier modo hay que tener en cuenta que Cuba fue siempre cuna y abrigo de librepensadores.

 Casi inmediatamente después de su desnudo en Memorias…, usted se marchó de Cuba, ¿por qué? ¿Ha regresado de visita? ¿Mantiene vínculos con el mundo artístico de la Isla?

Siendo yo española, aunque criada en Cuba, solicité permiso para salir y recoger un premio que mi primera película, Desarraigo, de Fausto Canel, había ganado en el festival de San Sebastián. El ICAIC me denegó el permiso. A causa de la indignación que esa incomprensible decisión me causó, decidí abandonar la que yo consideraré siempre mi patria de adopción y reiniciar mi carrera en mi patria de nacimiento. Tan solo conservo contacto con amigos muy queridos a los cuales una vez, a finales de los 80, volví a ver durante un viaje a la isla. El único y tremendamente conmovedor.

¿Continuó su carrera cinematográfica en el exterior? ¿Hizo otros desnudos? ¿Gravita aún en su experiencia emocional aquella actuación en Memorias…?

Yolanda-Farr680
Una mujer aun bellísima

Por fortuna, mi carrera en España ha sido fructífera, especialmente en el campo del teatro. También en cine, televisión y musicales he tenido abundante trabajo. En cuanto al desnudo, he de decirle que, cuando el guión lo ha exigido y el tema ha sido tratado con respeto, no he tenido reparos al respecto. Confieso que nunca es agradable permanecer desnuda ante un equipo de filmación, pero esas escenas se suelen tratar con mucho respeto por parte del equipo. Lamento decir que de Memorias del Subdesarrollo tan solo conservo la dolorosa sensación que experimenté al ver mi trabajo en la película minimizado, destrozado.

Usted ha sido y aún es una mujer particularmente bella, ¿se atrevería a actuar hoy desnuda ante una cámara?

A estas alturas de mi vida, siendo una devota de la estética más pura y sintiendo un gran respeto por mi público, sería muy difícil, por no decir que imposible, que alguien me ofreciera un guión en el cual yo sintiera justificada la presencia de un cuerpo desnudo inevitablemente deformado por la ancianidad. No olvide, amigo, que soy una setentona.

*Las fotos que ilustran esta entrevista fueron tomadas, previa autorización, del blog de Yolanda Farr, http://yolandafarr.blogspot.com
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en las siguientes direcciones: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0 y www.plazacontemporaneos.com Su blog en: http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/