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Una estrella se apaga

Julia Estrella Aramburo Taboas

Julia Estrella Aramburo Taboas
Julia Estrella Aramburo Taboas (Foto de archivo)

LA HABANA, Cuba. – El único anhelo de Julia Estrella Aramburo Taboas era ver a sus hijos en libertad. Los últimos 17 años de su vida los dedicó a luchar por eso. Estuvo más de cinco meses sin verlos y este martes 11 de agosto falleció sin poderlos abrazar por última vez.

El día antes a Julia Estrella le habían realizado una intervención quirúrgica con carácter de urgencia por apendicitis en el Hospital Manuel Fajardo, de La Habana. Un paro respiratorio le cortaría definitivamente el aliento.

Harold Alcalá Aramburo y Maykel Delgado Aramburo son primos, pero Julia Estrella, madre del primero, los consideraba a los dos como sus hijos, pues su hermana, la madre de Maykel, falleció en 2006.

Ambos fueron juzgados en la Causa No.17 de 2003 por el delito de Actos de Terrorismo y condenados a privación perpetua de libertad. En abril de ese año, los ‒entonces‒ jóvenes habían participado en un intento de salida ilegal del país. Junto a unos amigos, robaron la embarcación conocida como la lanchita de Regla, siendo atrapados a 30 millas de las costas de Cuba, cuando se habían quedado sin combustible.

Pese a que la acción no implicó derramamiento de sangre, tres de los participantes fueron fusilados sin derecho a apelación. Para Harold y Maykel, el escarmiento ha sido 17 años de torturas físicas y psicológicas en el Establecimiento Penitenciario Combinado del Este, en La Habana, en el Área Especial 47, popularmente conocida como el corredor de la muerte.

Julia Estrella Aramburo (centro), junto a Maykel Delgado Aramburo (izq)  y Harold Alcalá Aramburo
Julia Estrella Aramburo (centro), junto a Maykel Delgado Aramburo (izq) y Harold Alcalá Aramburo (Foto de archivo)

Para una madre no hay peor tortura que ver languidecer a sus hijos lentamente. En varias ocasiones, llegó a asegurar que hubiese sido preferible que los fusilaran a padecer tanto tormento. Tal era su estado de desesperación.

Desde la mañana de este martes Julia Estrella esperaba por sus muchachos en el féretro, en la capilla número 8 de la funeraria de Zanja y Belascoaín, en La Habana. Imagino que ellos también estarían impacientes en sus celdas, tristes pero ansiosos por abrazarla, por despedirse.

Pero a la Seguridad del Estado cubana nada de eso le importa, ya les arrebataron 17 años de vida, un minuto más no es nada para ellos. Tenían rodeado el lugar y amenazaban constantemente a la familia: nada de periodistas, ni declaraciones a la prensa ni publicaciones en redes sociales.

La familia, temerosa, cumplía cabalmente las órdenes pensando que la obediencia les traería buena fortuna.

Tampoco permitieron que se consumara uno de los deseos de Julia Estrella: que la bandera cubana cubriera su ataúd. La firmeza y coraje de Julia Estrella solo pudo ser salvada por las Damas de Blanco-Activistas de Cuba Independiente y Democrática (CID), quienes, pese al miedo y las negativas de la familia y las amenazas de la Seguridad del Estado, organizaron una guardia de honor a su líder.

Más de seis horas a la espera los mantuvieron los oficiales del Departamento 21, siempre quitando y devolviendo las esperanzas, un juego maquiavélico que vienen practicando por décadas, una forma de tortura psicológica contra los cubanos.

Al final, ni siquiera la sumisión de la familia los hizo ceder porque, aún tendida, Julia Estrella y sus hijos debían pagar su afrenta al poder. Y, de paso, demostrarle a los presentes que esa disidencia es imperdonable, que nadie escapa a sus zarpas; es el escarmiento que genera más miedo, servidumbre y humillación.

En la noche del 11 de agosto Julia Estrella fue cremada sin la despedida, sin el abrazo de los hijos condenados al martirio perpetuo. Con ella se fue, quizás, la esperanza de alcanzar algún día la libertad.

Desde la prisión, Harold y Maykel llamaron hoy a la esposa del primero y apenas podían hablar del llanto, de la ira, de la impotencia. La posibilidad de que cometan algún exabrupto, o incluso atenten contra sus vidas, preocupa a todos.

Triste partida de este mundo. Triste e incierto el futuro de Harold y Maykel, los considerados “presos de Castro”.

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“Hasta que mis hijos salgan de prisión no voy a parar”

Julia Estrella Aramburo Taboas (centro), madre de Harold Alcalá Aramburo (derecha) y tía de Maykel Delgado Aramburo (izquierda)

LA HABANA, Cuba.- Julia Estrella Aramburo Taboas, madre y tía de dos de los condenados a cadena perpetua por el intento de salida ilegal en la lanchita de Regla, pide indulto para ambos. La petición fue presentada este martes a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba.

En abril de 2003, Harold Alcalá Aramburo y Maykel Delgado Aramburo participaron en un intento ilegal de salida del país. Junto a unos amigos, robaron la embarcación conocida como la lanchita de Regla, siendo atrapados a 30 millas de las costas de Cuba, cuando se habían quedado sin combustible.

Fueron juzgados en la Causa No.17/ 2003, por el delito de Actos de Terrorismo, según la sentencia No. 11/2003 del Tribunal Provincial de La Habana, y condenados a privación perpetua de libertad. El resto de las sanciones fueron: Ramón Henry Grillo y Yoanny Thomas González, cadena perpetua; Lorenzo Enrique Copello, Bárbaro Leodan Sevilla y Jorge Luis Martínez, a pena de muerte; Wilmer Ledea Pérez, a 30 años; Dania Rojas Góngora, Yolanda Pando Rizo y Ana Rosa Ladea Ríos, a 2, 3 y 5 años de privación de libertad, respectivamente.

Julia Estrella asegura además que en una de las ocasiones en que se dirigió a la Dirección de Cárceles y Prisiones, en La Habana, le dijeron que ellos —los condenados— “son los presos de Castro”.

En las sanciones les fueron aplicados los artículos 10 y 11-c de la Ley Contra Actos de Terrorismo, en donde se refieren a aquellos cometidos con artefactos explosivos, agentes químicos, biológicos u otras sustancias. No obstante, según explica el abogado Edilio Hernández —quien elaborara la solicitud de indulto— no eran aplicables pues ninguno de esos artefactos fueron usados por los acusados, “demostrándose un inadecuado uso del arbitrio judicial; habida cuenta de que los delitos principales, la toma de rehenes (de diez a veinte años) y el secuestro de embarcación (de diez a treinta años), no incluían como marco sancionador estas penas máximas aplicadas, debido a la ausencia de heridos ni muertos en los hechos”.

Aunque Aramburo Taboas, quien pertenece a la organización Damas de Blanco-Activistas de Cuba Independiente y Democrática (CID), reconoce que “los medios y métodos empleados para alcanzar la salida del país en aquel momento fueron erróneos, ilegales, peligrosos y punibles”, señala así mismo que se les impuso una pena excesiva.

Harold —de 38 años— y Maykel —de 46— son primos, pero Aramburo Taboas, madre del primero, los considera a los dos como sus hijos, pues su hermana, la madre de Maykel, falleció en 2006.

Ambos han permanecido en el Establecimiento Penitenciario Combinado del Este, en La Habana, en el Área Especial 47, popularmente conocida como el corredor de la muerte; “sin condiciones para cumplir una prisión perpetua de libertad, pues se supone que esas celdas son de castigo, no para extinción de sanción, sobre todo porque han mantenido un buen comportamiento durante su estancia en prisión”, señala el documento presentado.

La madre expuso a CubaNet que las celdas son tapiadas, sin ventilación, con poca iluminación, solamente un hueco por donde les pasan el alimento; las condiciones higiénicas son pésimas, la única llave para beber agua está situada junto a la letrina, pues tampoco tienen taza sanitaria ni lavabos; comen sentados en el piso, y no los sacan a coger sol diariamente, como establece el reglamento.

Aramburo Taboas cuenta que en prisión se les ha deteriorado enormemente la salud, y en disímiles ocasiones les han negado la atención médica. Estuvo un año exigiendo que internaran a Maykel en un hospital; cuando lo hicieron, tuvo que pedir que lo sacaran por las deplorables condiciones de la sala: “No había agua, el baño estaba extremadamente sucio, la comida mal elaborada y el arroz incluso con mal olor”.

“Además de los daños físicos, morales y psíquicos por la conciencia de perder su libertad, la principal condición del ser humano, después de la vida —declara la madre en la instancia— estos sancionados sufren en silencio el síndrome de culpabilidad por la afectación proporcionada a un núcleo familiar ligado para toda la vida en este agónico proceso, sobre todo para mí, pues estoy gravemente enferma del corazón. Y mi hermana y mi madre fallecieron en estos años de agónico proceso”.

Los otros dos hijos de Aramburo Taboas han padecido igualmente la situación. El menor, Josuamé Carrera, se vio obligado a exiliarse en el exterior por presiones de la Seguridad del Estado, y Andy Aramburo fue expulsado de su centro laboral, y tampoco le han permitido trabajar en otro lugar.

La petición de indulto se ampara en el artículo 128, inciso u, de la Constitución de la República de Cuba, el cual establece que el Presidente tiene la facultad de “conceder indultos y solicitar a la Asamblea Nacional del Poder Popular la concesión de amnistías”; así como “en un acto de humanidad y perdón”, según se indica en el escrito.

La presente constituye la segunda petición; la primera la solicitó igualmente la madre en octubre pasado, sin que recibiera respuesta alguna.

“Ha sido terrible, pero hasta que mis hijos no salgan no voy a parar”, asegura Julia Estrella Aramburo Taboas.

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