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Observatorio Cubano de Conflictos registró 392 protestas públicas en mayo

Caimanera, Cuba, protestas, Observatorio Cubano de Conflictos

MADRID, España.- El Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) contabilizó 392 protestas públicas en la Isla durante el recién finalizado mes de mayo; cifra que supera por 22 las 370 manifestaciones registradas en abril.

Según el último informe de la plataforma independiente, publicado este viernes 2 de junio, las protestas, muchas de ellas motivadas por la agudización de la inseguridad alimentaria, se registraron en las 15 provincias del país.

El territorio más activo fue la provincia de La Habana con 162 protestas, seguida por Holguín con 31 y Guantánamo y Santiago de Cuba, ambas con 20, precisa el documento.

Las protestas relacionadas con derechos civiles y políticos (DCP) incluyeron manifestaciones solas en la calle exigiendo la libertad de los presos políticos y otros reclamos, pancartas con consignas antigubernamentales colgadas en viviendas o introducidas por hackers en webs oficiales, cuestionamientos directos a la funcionalidad del sistema y a la incapacidad y las excusas del gobierno.

Mientras que las manifestaciones relacionadas con derechos económicos y sociales (DES) se concentraron principalmente en la agudización de las dos crisis que más afectan por ahora a la población: la de los altos precios y la escasez y mala calidad de los alimentos y la del disfuncional sistema de salud pública.

La ONG dedica mención especial a las manifestaciones ocurridas el pasado 6 de mayo en Caimanera, provincia de Guantánamo, donde cientos de guantanameros se lanzaron a las calles por la falta de alimentos y las condiciones precarias del sistema de salud.

“La represión no se hizo esperar: un destacamento de la Brigada Especial del Ministerio del Interior o Boinas Negras cargó sin piedad a garrotazos contra los manifestantes. Familiares de los cinco primeros detenidos, Yandris Pelier Matos, los hermanos Felipe Correa Martínez y Luis Miguel Alarcón Martínez, y los también hermanos Rodi y Daniel Álvarez González dieron cuenta de la brutalidad de la represión a Yeris Curbelo Aguilera, periodista del grupo independiente Palenque Visión: Alarcón Martínez recibió una patada en la cabeza, a su hermano Felipe Octavio le dieron golpes por donde quiera cuando intentó ayudar a Luis Miguel y a la hermana de ambos, Caridad Alarcón Martínez, la abofetearon. Mientras tanto, a Pelier Matos, otro de los detenidos, le partieron la cabeza a tonfazos”, recuerda el OCC.




Anciano desmayado por hambre en Holguín murió tras llegar al hospital

Anciano cubano

MIAMI, Estados Unidos. – El anciano que cayó desmayado en la calle Aguilera de Holguín el pasado 3 de mayo falleció el mismo día, tras llegar al hospital, confirmaron a CubaNet a vecinos y allegados del hombre de más de 80 años.

El video del anciano desfallecido se hizo viral y provocó miles de reacciones y comentarios y reproducciones tras publicarse en CubaNet el pasado 4 de mayo.

La causa del fallecimiento fue un traumatismo craneal ocasionado por su violenta caída en la calle Aguilera de la ciudad de Holguín, según dijeron a CubaNet vecinos y conocidos del anciano.

“Murió en el hospital el mismo día de la caída. Demoraron en prestarle ayuda médica. Todo el mundo se fue y lo dejaron recostado a la pared. Así estuvo varias horas hasta que se desplomó en la acera. Lo recogieron, lo llevaron para el hospital y allí falleció”, dijo un hombre que se identificó como Mario, vecino de la misma cuartería donde residía el anciano fallecido.

“Se llamaba Elías, tenía más de 80 años y le decían ‘El Chino’. El Gobierno le había dado el cuarto por ser un combatiente de finales de los años 50 del siglo pasado”, agrega el vecino.

“Él era de Baracoa (Guantánamo). De ahí vivió en Gibara y después vino para la ciudad de Holguín. No hacía un año que vivía en la cuartería”, aseguró otra vecina consultada bajo condiciones de anonimato.

Elías recolectaba latas vacías de cerveza o refresco en las calles. Luego las vendía como materia prima.

“Vivía solo, botado como un perro. Era combatiente y por la chequera ganaba más de 3.000 pesos. Eso no le alcanzaba para vivir. Todo está muy caro. Una libra de arroz cuesta 200 pesos, un litro de aceite de cocina 1.200, un litro de leche 70, una pizza 80. Él pasaba hambre. No era alcohólico. Vivió una vida de perro”, dijo otro vecino que prefirió no identificarse por temor a represalias.

“No se podía sostener. Estaba desfallecido por el hambre. Salía a pedir limosnas y a recoger materia prima para venderla. Pero no era suficiente para alimentarse. Caminaba lento y para sostenerse se apoyaba en la pared”, detalla un vendedor ambulante de periódicos que conocía al anciano.

El productor y realizador audiovisual Manuel A. Rodríguez Yong fue el primero en informar, en Twitter, sobre el fallecimiento del anciano. El pasado 17 de mayo, el joven originario de Holguín, escribió: “¿Recuerdan el video grabado en Holguín donde un anciano hace unos días se desplomó en plena calle presuntamente por hambre? Pues resulta que producto a la caída, el señor, que era combatiente además, sufrió una contusión cerebral y falleció en estos días, lamentablemente”.




Anciano cae desmayado por hambre en plena calle de Holguín

Anciano cae desmayado en plena calle de Holguín

MIAMI, Estados Unidos. – “Ayúdenlo, que es un ser humano. Ese hombre pasa hambre y necesidad. El Gobierno no se ocupa de la gente así”, gritaba una mujer, este miércoles, mientras señalaba a un anciano desvanecido en plena calle Aguilera, una de las más transitadas de la ciudad de Holguín.

“Valga que no venía un carro, si no…”, apuntó uno de los hombres que prestaba ayuda.

En la acera opuesta, varias personas presenciaban el lamentable hecho mientras esperaban en una parada de ómnibus.

(Fotos: CubaNet)

(Fotos: CubaNet)El anciano, sin camisa, con un pantalón sucio y sin zapatos, permanecía tirado en el piso, acompañado por varios transeúntes, pero sin recibir primeros auxilios.

“Se hizo un hematoma”, comentó alguien señalando su cabeza, donde sobresalía una herida causada por el impacto con el asfalto.

Un hombre acabado de llegar lo reconoce como “Chino”, lo toma por el brazo derecho e intenta ayudarlo a incorporarse, en vano: el anciano no vuelve en sí.

En un pequeño vaso plástico, el recién llegado pone dos billetes de 10 pesos que, al parecer, el anciano había recibido como limosna.

“El Gobierno tiene que ayudar a esta gente. Mira que mala higiene tiene ese cristiano. Tiene una chequera, pero con eso no vive nadie porque la vida está muy dura y él es solito. Él vive allí en una cuartería”, dice otra de las personas que parece conocerlo.

“Él tiene casa. Él no toma ron, pero no sé qué le paso”, agregó el hombre que lo ayudaba. “Pero tiene que tener una trabajadora social que lo ayude”, apuntó la señora.

“Está muy débil. Claro, porque está falta de comida”, señaló otro de los presentes.

Con ayuda, el anciano logró sentarse en la acera y recostarse a la pared donde dejó una mancha de sangre.

“¿Tú no almorzaste hoy?”, le pregunta su conocido. “Quédate tranquilo hasta que se te quite ese mareo que tienes”, sugirió alguien más.

(Fotos: CubaNet)

En Cuba, casi el 20 por ciento de la población tiene 60 años o más, un indicador que se mantendrá creciendo en los siguientes años, de acuerdo con el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de la Isla.

Mientras, las pensiones que reciben las personas jubiladas van desde 1.578 a 1.733 pesos, una cifra ínfima que no cubre las necesidades básicas de los adultos mayores. A esto se suma la galopante inflación tras la puesta en marcha de la llamada Tarea Ordenamiento, que ha disparado exponencialmente los precios de los alimentos.




El PMA otorgó 56 millones de dólares al Gobierno cubano para paliar el hambre

Una cola para comprar pollo en La Habana, Cuba, PMA

CDMX, México. – Debido a la precaria situación económica que enfrenta Cuba, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) asignará 600.000 dólares a la Isla durante los próximos seis meses para paliar el hambre y la malnutrición.  

Este monto es apenas una parte de los casi 56 (55.9) millones de dólares que el PMA  destinó para ayudar a paliar la escasez de comida, la malnutrición y la baja producción de alimentos en la mayor de las Antillas. El monto comenzó a entregarse en 2021, y su última entrega tendrá lugar en 2024, según detalla un boletín publicado a mediados de este mes.

El sitio web del PMA explica que en la Isla apenas se produce lo necesario para el consumo de su población. De hecho, entre el 60 por ciento y 70 por ciento de los alimentos que requiere Cuba se importan. La escasez de alimentos saludables, detalla la organización, ha provocado que el 31,6 por ciento de los menores de dos años padezcan anemia. 

“Con pocas verduras consumidas y baja diversidad alimentaria, la dieta de la familia cubana promedio es pobre en micronutrientes”, asegura el PMA. Datos del año 2015, reportados al PMA por el Sistema de Vigilancia de la Seguridad Alimentaria y Nutrición (SISVAN) indican que existía una “prevalencia persistentemente alta de anemia” en Holguín, Granma, Guantánamo, Las Tunas y Santiago de Cuba”. La situación afectaba al “31,6 por ciento entre los niños de dos años, y hasta el 39,6 por ciento de los bebés de seis meses”.  

Los reportes emitidos aseguran que medio millón de personas fue asistido por el PMA con 667 toneladas de alimentos en los últimos años. Además, gracias a una donación del Gobierno de Francia, 67.500 niños de las provincias orientales tuvieron leche en polvo que tomar. 

Las causas del  hambre

Al igual que otros organismos, el PMA considera que en los “últimos dos años la pandemia de COVID-19 generó un costo sanitario muy importante y tuvo consecuencias desastrosas sobre la última fuente sustantiva de ingresos del país: el turismo”. 

No obstante, la organización de Naciones Unidas señala que la tecnología agrícola empleada en Cuba es “obsoleta” y provoca la baja productividad y las altas pérdidas después de la cosecha. El PMA también reconoce la capacidad técnica limitada y los problemas de acceso a insumos y créditos, particularmente en las provincias orientales (las que tienen más casos de anemia infantil). Esta región tiene las tasas de desarrollo más bajas del país.

El PMA señala que la reforma monetaria iniciada en 2021 ―la llamada Tarea Ordenamiento― no solo redujo los subsidios alimentarios, sino también que ha estado acompañada de una inflación más alta de lo pronosticado. Estos factores han profundizado la brecha de desigualdad, causando precios más altos en los bienes y servicios básicos y afectando la vulnerabilidad de los hogares y su acceso a alimentos.




Cuba: los rostros del hambre

Cuba, hambre

LA HABANA, Cuba. – El hombre que aparece en el video había cruzado descalzo y a toda prisa la rotonda de la Virgen del Camino. Renqueando, sujetándose con una mano el short repujado en churre y sosteniendo con la otra una jabita de nailon que parecía sacada de un basurero, se coló en el agro. Fue directo al depósito donde se acumula todo lo que no está apto para su venta; lo cual es mucho decir, porque los vendedores intentan darle salida incluso a mercancía en evidente mal estado, con mal olor, buena si acaso para los puercos.

Hasta allí se llegó el sujeto, con la apariencia inconfundible de los alcohólicos en situación de calle. Metió la mano en una caja poblada de moscas, sacó un trozo de frutabomba medio podrida y se alejó por entre el gentío que se aglomeraba en las colas y paradas de autobús. Ahí mismo, en la acera, dejó caer la fruta. Con el short firmemente agarrado para no quedarse desnudo en plena calle, comenzó a devorarla.

Era la suya un hambre de siglos, algo duro de ver. Aquel hombre se hubiera comido cualquier cosa que le pusieran delante. La gente lo miraba sin interés, con desprecio o con asco.

Lo que se ve en el video no es un caso aislado. Cada día son más en La Habana, tirados por dondequiera, enfermos, sucios, cubiertos por sus propios desechos. La familia, si la tienen, no se hace cargo. El Estado no se hace cargo. El resto simplemente quiere que desaparezcan porque afean un entorno gris de por sí.

A los borrachos nadie les da limosna. Comen lo que encuentran en la basura, raramente toman agua y se caen medio muertos en cualquier portal. No se les brinda atención médica; si alguno colapsa y avisan a la Policía, el oficial se acerca y con la bota lo empuja un poco, a ver si reacciona. ¿Tocarlo? Por nada del mundo. ¿Subirlo a la patrulla? Mucho menos, pues luego tendrían que limpiarla ellos. ¿Llamar a una ambulancia? Mejor dejarlo morir en la dulce paz del shock hipoglucémico.

Cuando el periodista Jorge Ramos confrontó a Maduro diciéndole que los venezolanos estaban comiendo de la basura, el dictador se incomodó y mandó a decomisarle la laptop que contenía los videos probatorios de la hambruna causada por el chavismo.

Esta, la del video, es la hambruna causada por la Revolución Cubana, que hoy ha escalado a un nivel superior al del Período Especial. No hay bistec de frazada de piso porque ni siquiera hay frazadas, para empezar. Tampoco hay pizzas de preservativo por la misma razón.

Pero ya se ha visto a un hombre desollando a un gato para comérselo, a otro cocinando un caracol africano y solo Dios sabe qué muelen en ese picadillo que le dan a la población y donde un usuario halló, hace pocos días, una dentadura completa de origen no identificado.

El régimen puede inventar lo que quiera, irse de gira a mendigar lo que pueda y afirmar descaradamente que más de cinco millones de insulares acudieron este domingo a las urnas para prolongar la realidad que se aprecia en este video, que dice mucho de nuestra sociedad.

Todo lo que dicen es mentira. Cuba socialista es hambre, indigencia y propaganda.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Los gordos y los flacos

Cuba, dirigentes cubanos

LA HABANA, Cuba. – Dicen que la delgadez, y más que la delgadez la caquexia, son signos de algunas enfermedades mortales. Dicen que la pérdida de peso puede estar asociada al cáncer, al sida, a algunas enfermedades pulmonares, como esa a la que los especialistas dieran el nombre de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica. Y es que se dicen muchas cosas sobre la delgadez, especialmente en estos días cubanos en los que resulta tan difícil llevarse algo a la boca y masticar para deglutir, para tragar luego.

Se dicen tantas cosas sobre el comer y se ha escrito tanto sobre la cocina… Yo mismo he leído muchísimo sobre el placer que acompaña a la comida, incluso a ese sopor que acompaña a la digestión, que aunque nos deja en una especie de letargo no deja de ser placentero. Los cubanos tenemos cierta pasión por la mesa bien servida, por los platos humeantes y olorosos; pero hemos tenido que conformarnos, como los pajaritos, con migajas.

No recuerdo yo, porque no los viví, algunos de esos tiempos de estable bonanza a los que algunos historiadores prefieren llamar “de las vacas gordas”. Yo, que nací después del gran desastre cubano, allá por 1963, no consigo recordar una despensa bien surtida. Yo nací, y he vivido casi todas las carencias que han azotado a la Isla, esos períodos a los que los comunistas llaman, eufemísticamente, “especiales”. Yo he vivido en un eterno Período Especial, que se hiciera más intenso tras el desmoronamiento del campo socialista. Tristemente, yo ni siquiera alcancé las “vacas flacas”. 

Yo he vivido en medio del sobresalto que acompaña a la mesa vacía, pero todavía recuerdo la parsimonia de mi madre “poniendo la mesa”; siempre el mantel, siempre las servilletas y cada uno de los cubiertos, aunque se usaran solamente un par de ellos. Mi padre creía, equivocadamente, que si cada cubierto estaba en su lugar la miseria sería un poco más llevadera; y calladamente se equivocaba, callado miraba la pulcritud del cuchillo que no usara, de la impecable y lustrosa limpieza de las cucharillas para el postre.

Y es que Cuba lleva muchos años de Período Especial, tantos que ya impresionan como si hubiera transcurrido una eternidad. Y para colmo, hasta hemos soportado que nos quieran hacer creer que una limonada es la base de todo, que es rica la carne de avestruz, que es deliciosa la claria, que quizá podría serlo si no se hubiera comido tanto. Yo he conocido la tristeza que acompaña a la mesa mal servida. Cuba, y los cubanos de a pie, conocemos muy bien la mesa pobrísima, pero tenemos referencias de lo que comen otros, los carcamales que detentan el poder.

Los cubanos que estuvieron apegados al misal lo apartaron un poco para hacerse acompañar por la libreta de abastecimiento, ese devocionario comunista. Y con los años creció el racionamiento, con los años las restricciones se volvieron comunes, se convirtieron en una triste costumbre. Sesenta años después seguimos sufriendo el racionamiento que creció como la mala yerba. Crecía como si regañara a los dientes que esperaban una mayor actividad, un poquito de movimiento, un movimiento que los comunistas entendieron como el desenfreno de los dientes, de los pobres dientes de la gente pobre.

Y ahora hemos llegado a la mayor pasividad de esos huesos que los labios recubren y que la lengua acaricia. Ahora llegamos al punto más alto de la quietud bucal y de la caquexia, pero lo triste es que no son todos los que están flaquitos. Mientras adelgazamos nosotros, mientras el “estómago se pega al espinazo”, otros engordan sin recato, sin vergüenza. Y en estos días que siguieron al huracán pudimos comprobarlo.

En estos días los jefes se hicieron más visibles en sus recorridos, en sus diálogos con los afectados, en sus peroratas para apaciguar los ánimos; siempre vestidos de verde olivo, y siempre con enormes panzas. En estos días vimos la cara al “presidente” de la República, pero mucho más su vientre, una panza abultada, más bien enorme. En estos días vimos una barriga que denota la voracidad del “presidente”, y hasta puede suponerse la fruición que le provoca la comida. En estos días vimos a gobernadores y primeros secretarios del Partido con unas panzas dilatadas que amenazaban con hacer estallar esas ataduras de botones, y hasta la piel, cada tejido, para dejar al descubierto unas tripas infladas por tanto comer.

Y los cubanos de a pie, tan parecidos en la caquexia a esos que aparecieron en las páginas de Bohemia, en aquella sección a la que llamaban “De la Cuba de ayer”, se hicieron más visibles, crecieron en número. Los cubanos andamos desolados, prestos a las peores tribulaciones, engañados todos con esas tonteras de que el poder lo tiene el pueblo, cuando lo único que tiene es incertidumbre, el mismo dilema de cada día: ¿Qué cocinaré? ¿Qué comeré? Los cubanos saben que la gordura es insana, pero que también lo son la inanición y el hambre. Y es que comer también podría ser, parodiando al tango, un placer sensual.

Comer es vivir, pero por acá, cocinar y comer es, más bien, sufrir; es resistir el hambre, esa hambre que es uno de los grandes males del comunismo. Y más triste resultarán nuestros desfallecimientos por hambre, y peor aún seguir confrontando la abultada redondez de algunos jefes, gobernadores y secretarios del Partido Comunista, miembros de la Asamblea Nacional, del Consejo de Estado y del Comité Central del Partido. Y nosotros quietos, soñadores suplicantes haciendo recordar aquel verso de Neruda: “Por ahora no pido más que la justicia del almuerzo”. Pero yo quiero algo también para la noche, aunque sea algo frugal, algo tan simple como un vasito de leche, y que no aparezcan los gordos jefes en mis sueños.

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La inocentada del compañero Betto

Frei Betto

MIAMI, Estados Unidos. – El compañero Frei Betto decidió adelantar el día de las inocentadas para este 24 de diciembre al decir que en Cuba no se pasa hambre. En el periódico Granma recordó a millones de cubanos que su problema es que “tienen mucho apetito”. 

Según Betto, “en Cuba no hay hambre. ¡Pero los cubanos tienen mucho apetito! El Gobierno gasta más de 2 000 millones de dólares al año para importar alimentos, incluso de Brasil, al que le compra, entre otras cosas, arroz y pollo (el 85% de los productos que Brasil importa de Cuba son tabacos, cigarros y puros)”.

Pero no se queda corto y dice que “toda la población, de casi 12 millones de habitantes, tiene acceso a una canasta básica mensual y a los sistemas de Salud y Educación de manera gratuita. No hay personas que vivan en situación de calle ni mendigos”.

Betto es uno de esos izquierdistas que durante décadas ha difundido de manera entusiasta la narrativa del régimen de que Cuba es una plaza sitiada y de que, a pesar de ello, es una especie de postal paradisíaca de los derechos sociales. Dos elementos propagandísticos que solamente se creen los mal informados o los manipulados. 

(Captura de pantalla del artículo publicado por Frei Betto en Granma)

Según el último informe sobre el estado de los derechos sociales en Cuba, hecho en base a las respuestas de más de 1 000 cubanos residentes en la Isla, más del 50% de los consultados se priva de al menos de una de las tres comidas diarias (desayuno, almuerzo o cena); y el 73% califica su comida como “deficiente”.

La mayoría ha tenido interrupciones en el acceso a alimentos básicos a través de la libreta del Estado, eso que Betto llama “acceso a una canasta básica mensual”.

El rendimiento de los productos adquiridos con la libreta de racionamiento para el 13% es de cinco días y para el 43% es de unos 10. 

Al preguntar por los tres principales problemas sociales que enfrenta el país, los consultados reflejaron con claridad que la crisis alimentaria es el principal problema (60%). Y cuando se evalúa el impacto social de la Tarea Ordenamiento, la mayoría dice que han empeorado las condiciones para conseguir alimentos. 

Esta, y no la que cuenta Betto, es la realidad cubana, debida a un sistema económico ineficiente que no produce más que pobreza. Un sistema que mantiene el control mayoritario del Estado sobre la economía y que cierra las puertas al libre ejercicio pleno de la propiedad privada y de la iniciativa económica sin trabas estalinistas. Y que, manteniendo esas limitaciones a las libertades económicas, ha disminuido de una manera drástica grados de justicia social. 

Estas son cuestiones de las que Betto no hablará, salvo que pueda culpar por ello a Estados Unidos. Y es que en realidad a Betto solamente le interesan los pobres del capitalismo y no aquellos que sus camaradas ideológicos dejan en la carretera de vida, una expresión más de la aporofobia actual. 

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