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Mal preparadas las entidades laborales para combatir el dengue

Cuba, dengue, MINSAP

LA HABANA, Cuba.- Durante un encuentro reciente del mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez con científicos y expertos en temas de la salud se hizo un llamado urgente para combatir el dengue, una enfermedad que va ganando terreno a todo lo largo y ancho de la isla.

Al cierre de julio 30, se reportaba trasmisión de dengue en 11 provincias, 23 municipios y 33 áreas de salud. Algo más de 5 000 personas padecen actualmente la enfermedad, y los territorios más afectados son las provincias de Holguín, Las Tunas, La Habana, Villa Clara, Camagüey, Matanzas, Pinar del Río y el municipio especial de la Isla de la Juventud.   

En la citada reunión se hizo énfasis en lo imprescindible que resulta la participación de las administraciones y los colectivos laborales para impedir la proliferación del mosquito Aedes Aegypti, señalado como el agente trasmisor de la enfermedad.

Al parecer, este llamado de alerta de la cúpula del poder castrista tomó desprevenidos a los sindicatos oficialistas, los cuales muestran un alto grado de desmovilización para acometer una tarea de tanta importancia.

Unos días después del encuentro de Díaz-Canel con los expertos, aparecieron declaraciones del mandamás de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte de Nacimiento, en las que se reconocen las múltiples deficiencias que exhiben los centros laborales para enfrentar la peligrosa enfermedad.

En primer término, se habló de grandes salideros de agua, enyerbamiento  y acumulación de escombros, todo lo cual favorece la existencia del mosquito. Además, existe un número importante de brigadas para el autocontrol focal incompletas, sin capacitación, o sencillamente sin funcionar. Según Guilarte de Nacimiento, esa situación “requiere una actuación más enérgica de la CTC y sus sindicatos a todos los niveles de dirección”.

Estas brigadas para el autocontrol focal la integran trabajadores de los propios centros, a los que se les libera de sus responsabilidades para que atiendan a tiempo completo la batalla contra el mosquito. Y ahora se pone de manifiesto cómo la desidia y la burocracia llevan a la parálisis de una labor que en las condiciones de Cuba debía ser permanente.

Después de sentir sus “orejas haladas” por la jerarquía castrista, el señor Guilarte de Nacimiento ha dado instrucciones para que se reactiven las brigadas de autocontrol focal en cada colectivo. Asimismo, se prevé la celebración de matutinos donde participen los integrantes de las brigadas, y se aproveche la ocasión para estimularlos y reconocer el trabajo que llevan a cabo.

Igualmente, el jefe de la CTC orientó la realización de trabajos voluntarios en los centros laborales que incidan en el saneamiento y la limpieza de esos sitios.

Por supuesto, no podía faltar la recomendación de acudir al médico y no permanecer en los centros laborales ante la existencia de síntomas que indiquen la presencia de la enfermedad. En ese contexto sobresalen declaraciones de autoridades sanitarias, las que anuncian la preparación de 3 436 camas para la hospitalización de pacientes con dengue.

Sin embargo, una cosa es el discurso, y otra bien distinta la realidad. La mayoría de las personas que han padecido la enfermedad atestiguan que fueron al médico en balde, pues no hay medicamentos, y solo te recetan tomar mucha agua y guardar reposo en la casa.

Habría que preguntarle al señor Guilarte de Nacimiento si existen “trabajadores especiales” para los cuales están reservadas las camas hospitalarias destinadas a combatir el dengue.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Más de un millón de cubanos padece diabetes

Foto Reader’s Digest .com

LA HABANA, Cuba.- Más de un millón de personas en Cuba viven con diabetes, enfermedad que se clasifica como la octava causa de muerte en el país caribeño, informó hoy el Ministerio de Salud Pública de la Isla a través de medios estatales.

Solo están oficialmente registrados alrededor de 700.000 diabéticos en Cuba, un número inferior al real, por lo que los expertos advierten que es “esencial” avanzar en el diagnóstico de este padecimiento, según el Anuario Estadístico de Salud del año 2017, citado por el periódico estatal Granma.

El informe señala que la prevalencia de este padecimiento se ha duplicado con respecto a hace una década y precisa que más del 55 % de las personas que fallecen a causa de la diabetes son menores de 75 años y no alcanzan la esperanza de vida promedio en Cuba.

En todo caso, la mortalidad debido a esta enfermedad en los últimos años se ha mantenido estable en unos 20 fallecidos por 100.000 habitantes por esta causa directa.

La publicación considera que el incremento vertiginoso de la prevalencia de la diabetes y los efectos que provoca en las personas que la padecen -principalmente cambio de hábitos y costo económico a la familia, al sistema de salud y a la sociedad- convierten la enfermedad en un serio problema.

Aunque en Cuba aún no ha concluido el registro nacional de enfermos de diabetes, se estima que hay alrededor de 1.000 niños y jóvenes de menos de 15 años que la padecen, y especialistas del Instituto Nacional de Endocrinología han observado una mayor incidencia en menores de 5 años.

La III Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en el año 2010 indicó que más del 40,4 % de la población cubana de 15 años y más no realiza actividad física suficiente y el sobrepeso, que incluye la obesidad, representa un 43,8 %, lo que está relacionado con hábitos no saludables de alimentación.

El artículo sobre la diabetes en Granma, que ocupa toda la contraportada de este lunes en el diario, señala como principales factores de riesgo para la diabetes la edad, herencia y genética, el estrés, el sedentarismo, la hipertensión y el colesterol alto, y cita algunas medidas para prevenir la enfermedad.

Asimismo, advierte que la diabetes puede dañar el corazón, los vasos sanguíneos, ojos, riñones y nervios, causar infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, neuropatía, insuficiencia renal, disfunción sexual, ceguera y úlceras de los pies, e infecciones que puede ocasionar la amputación de algún miembro.

El texto resalta que las úlceras del pie diabético se tratan con éxito en Cuba con el medicamento de producción local Heberprot-P, con lo que se han evitado unas 13.000 amputaciones.

EFE




Los comunistas siempre mienten

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -En mis años de ceguera y sordera política –por suerte de esto hace ya bastante tiempo-, jamás leí en la prensa de Fidel Castro lo que realmente ocurría en la Unión Soviética, algo que la cúpula gobernante cubana conocía bien.

Jamás se criticó, como lo hacen hoy con otros países, las invasiones del Kremlin a países extranjeros como Letonia, Lituania y Estonia, entre otros. Tampoco recuerdo que se haya criticado jamás la ocupación soviética en Afganistán, un conflicto conocido como ¨el Viet Nam de la URSS¨, que terminó después de nueve años, en 1989.

Al evocar estos hechos, y otros muchos que me pasaron por la mente, mientras escuchaba al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hablar sobre su recaída de salud, terminé pensando que todo el show chavista pudiera ser un teatro, para conmover aún más a las ingenuas masas venezolanas y lograr de esta forma que su partido socialista no desaparezca junto con él, en caso de que fracase la tercera intervención quirúrgica que anunció, con un dramatismo tan pueril como sospechoso.

Creo haber oído que le recomendaron no ofreciera tal declaración. Hubiera sido lo más sensato. Porque, sinceramente, más racionales, coherentes, adecuados y lógicos me parecieron los diálogos de la novela brasileña, que interrumpieron para transmitir la alocución de Chávez, que sus palabras para convencernos de que había grandes posibilidades para que muriera de cáncer.

Tal vez sea que estamos acostumbrados a escuchar la forma de hablar de nosotros los cubanos, con seriedad e incluso con solemnidad, sobre un tema tan serio. Pero me pareció falso, tragicómico, melodramático y sobre todo muy ridículo, todo lo dicho por este caudillo aferrado al poder como el macao a la concha.

¿Es que no encontró otra manera menos histriónica –o más bien, patética- para tratar de convencer a más de seis millones de venezolanos que no votaron por él, para que elijan a Nicolás Maduro como presidente, en caso de que él se vaya hacia el otro mundo?

No le deseo la muerte a nadie. Tampoco a ese ridículo caudillo-payaso, con su rostro inexpresivo, sus actitudes hieráticas y con su pequeño crucifijo en las manos. A mi, me da igual que viva cien años con sus payasadas, o que ya esté muerto cuando se publiquen estas líneas. Lo que sí no le perdono es que me hay interrumpido mi telenovela brasileña, en su momento más emotivo, para no dispararme esa perorata tan poco convincente, aunque no tenga pruebas de que mintió, ni de cuanto de lo que dijo es verdad o mentira. Lo que sí sé, depués de tantos años viviendo bajo su yugo, es que, en general, los comunistas siempre mienten.




¿Es peor el remedio que la enfermedad?

LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -La publicación en el periódico Granma del supuesto costo de los servicios de salud provoca encontradas opiniones entre los pobladores de la capital cubana.

Bajo el título “Tu servicio de salud es gratuito, pero, ¿cuánto cuesta?”, el órgano oficial del partido comunista de Cuba intenta sensibilizar a la ciudadanía sobre las bondades de la “madre revolución”, y las ventajas de tener una atención médica subsidiada por el Estado.

Sin embargo, muchas personas de diversas edades opinan a favor o en contra de un privilegio que desde hace muchos años dejó de ser un referente de excelencia a nivel nacional. La pérdida de los subsidios del extinto campo socialista y la falta de personal debido a las llamadas “misiones médicas” enviadas al extranjero, son culpadas por los deficientes servicios de salud que reciben los cubanos en la actualidad.

Hoy casi nadie se pone de acuerdo en si es peor el remedio (los servicios gratuitos) que la enfermedad, al menos, en los niveles primarios de atención. Muchos piensan que sería mejor que los servicios médicos se mantuvieran al alcance de todos, pero que a su vez se admitiera la práctica privada para que cada cual elija su mejor opción.

Una de las razones fundamentales para que la gente piense así sobre los servicios primarios de salud, es el contraste que existe entre la facilidad para acceder al consultorio del médico de la familia y lo difícil que resulta materializar el plan de atención recomendado por el médico.

Según expresó una señora que aguardaba en un consultorio de Centro Habana por la llegada de la enfermera para tomarse la presión arterial, el médico le indicó en mayo un fondo de ojo y el turno para el examen fue  asignado para octubre, período de tiempo que dice no poder esperar.

“Si hacerme un fondo de ojo le cuesta al Estado alrededor de 15 pesos cubanos (menos de un dólar), ¿por qué tengo que esperar cerca de seis meses para que me lo hagan? Yo podría pagarlo. Además, si pago por la “izquierda” me lo hacen enseguida; pero tengo que pagar diez veces más que el costo anunciado en la prensa oficial”, señaló.

Igual sucede con la realización de diversas pruebas e indicaciones médicas como resonancias magnéticas, rayos X, estomatología y  análisis de todo tipo, para los cuales, quien no tenga dinero o un amigo en la institución de salud, debe esperar mucho más que un tiempo racional.

Argumentan algunos que la excelencia en la atención de salud sólo se consigue en Cuba en centros de difícil acceso para la población, como el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, y en clínicas  para extranjeros, que aún controladas por el Estado “protector”, sin ser privadas, excluyen a la inmensa mayoría de los cubanos.

Otro de los problemas cuestionados al sistema de salud actual, es la pérdida de sensibilidad mostrada por enfermeros, médicos y especialistas, lo mismo en los consultorios de la familia que en los hospitales.

Las llegadas tarde, la desatención, el maltrato, la negligencia y el desinterés para con los pacientes, son motivos constantes de quejas y denuncias en las secciones habilitadas para la población en los periódicos del país. No pocas veces se lee sobre la expulsión de un médico, un técnico o una enfermera de un centro asistencial.

También existe disgusto por las pésimas condiciones higiénico-sanitarias en la mayoría de los centros asistenciales del país, y por la falta de muchos medicamentos recetados por los médicos.

Una joven con cinco meses de embarazo a quién se le recetó algo tan sencillo como vitamina C, tuvo que pagar alrededor de ocho dólares –más de una semana de sueldo promedio en Cuba- por 30 tabletas del medicamento en la farmacia internacional del Hotel Sevilla, porque no lo había en la red farmacéutica nacional.

“Sólo me alcanza para un mes, expresó, ¿y después? ¿De dónde saco más? Para nada me sirve que la atención médica sea gratuita, si tengo que pagar las medicinas y sobornos en divisas, y soportar la desatención de quienes me tienen que atender en este consultorio médico nada familiar”.

Un anciano a quien, por dolores en las articulaciones, el médico le recetó masajes con mentol, tuvo que pagar en la farmacia internacional del Hotel Habana Libre alrededor de cuatro dólares por un pote, que según expresara trae tan poco que no le alcanzará ni para empezar.

Estas y otras quejas sobre los servicios primarios de salud se escuchan por toda La Habana. El pueblo quiere más. Mientras unos agradecen (no sin quejarse) la atención gratuita, otros abogan por ampliar al sector privado los servicios de salud.

Cuando para tantas personas el remedio es peor que la enfermedad, es preciso buscar otras opciones. Posibilidades existen y recursos también. Lo que falta es conciencia y la voluntad para frenar el deterioro de la atención médica en el país.

[email protected]




Garrincha: visión del régimen de los corresponsales extranjeros en Cuba

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Caricaturista, ilustrador y pintor autodidacta. Considerado uno de los más relevantes artistas visuales del siglo XX en Cuba

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Si desea ver más caricaturas de Garrincha visite: https://www.cubanet.org/humor/garrincha-un-humor-peculiar/




Laura Pollán: Frente a la adversidad

LA HABANA, Cuba, 8 de octubre, 173.203.82.38 -Fue el miércoles pasado cuando visité la casa del matrimonio Pollán-Maseda. La puerta la abrió Héctor Maseda  y una sonrisa franca de antiguos conocidos precedió al apretón de manos y la inmediata invitación a pasar. Laura Pollán sentada a la mesa del comedor estaba acompañada por la pareja de hermanos de lucha Berta Soler y Ángel Moya,  quienes también me dieron una amistosa bienvenida.

Laura comía en la mesa y pensé que no me había saludado por eso, pero enseguida noté que no andaba nada bien de salud. No era su modo de ser habitual. Maseda me explicó que hacía días estaba afectada por fiebres, inflamación pulmonar y tenía problemas de falta de aire y cierta descompensación del nivel de glucosa, debido a la diabetes que padece. Luego de conversar acerca del asunto que me motivó a visitarlos, me despedí sin dejar de aconsejarles de acudir al médico. Me contestaron que el lunes 3 y el martes 4 la habían llevado a la consulta del médico.

El viernes 7 en horas del mediodía, me llegó el mensaje de que habían ingresado a Laura Pollán en la sala de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital docente Calixto García, cercano a la calle Neptuno donde ellos viven. Hacia allí me dirigí en las primeras horas de la noche del mismo viernes, para interesarme por su salud desgastada por tantos eventos, y supe de lo delicado de su estado.

Numerosos amigos, conocidos y hermanos de lucha se congregaron a la puerta de la entrada de la UCI. La preocupación en el rostro de todos por conocer el resultado del diagnóstico de los especialistas se tornó más profunda al saber que la falta de aire se había agravado y su estado sería calificado de muy grave luego de proceder a conectarla a aparatos de ventilación artificial.

Alrededor de la medianoche, a petición de Maseda, muchos decidimos regresar a nuestros hogares. Todos los amigos que acudimos a apoyarlo moralmente en este momento difícil por que pasa la pareja nos despedimos muy preocupados.

Al momento de redactar estas líneas (4:00 PM del sábado), me informan amigos presentes en el hospital Calixto García que los médicos califican de aguda la insuficiencia respiratoria que padece Laura Pollán. Situación que impide aminorar su estado de gravedad.

Oremos por que el organismo de Laura Pollán responda al tratamiento. Confiamos en que Dios misericordioso ayude a Laura Pollán en este nuevo desafío. La solidaridad y el afecto más allá de la adversidad se patentizan al acudir tantas personas amigas de inmediato a la puerta de la sala de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Calixto García a interesarse por su salud.




Permanecer atentos

LA HABANA, Cuba, julio (173.203.82.38) – La idea de crear una Asociación de Estados de América Latina y el Caribe ha ganado respaldo en los últimos tiempos. De hecho, los días 5 y 6 de julio pasados se la pensaba constituir en Venezuela, durante una reunión cumbre que fue suspendida debido a la grave enfermedad del Presidente de ese país.

Tras el regreso de Hugo Chávez a Caracas, esa suspensión pareció innecesaria: si el caudillo pudo dirigirse a sus partidarios desde el llamado balcón del pueblo, y si pronunció una alocución en el Bicentenario de la Independencia, seguramente habría podido también asistir a los actos fundamentales de la reunión subcontinental; la inauguración y la firma de los documentos correspondientes.

Pero los caminos del narcisismo-leninismo son insondables. De haber participado con sus actuales limitaciones, el señor Chávez no habría podido mangonear el evento ni manipularlo mediáticamente a su gusto, algo que parece constituir la razón de existir de ese polémico e iracundo personaje.

Por lo visto, el ex aspirante a gorila piensa que, tras sufrir la quimioterapia anunciada por órganos de prensa independientes (los oficialistas ni mencionan ese tema), él podrá mostrarse más activo en la reunión de jefes de estado y gobierno de Nuestra  América.

En el ínterin, el teniente coronel, cuyo sentido de lo grotesco está bastante embotado tras lustros oyendo loas de sus paniaguados, ha bautizado ya el proceso de su hipotética recuperación con un oxímoron extravagante: Misión Reposo.

Es evidente que el nuevo proyecto está enfilado contra la centenaria Organización de Estados Americanos (OEA). De hecho, todos los miembros de la proyectada nueva entidad forman parte de la antigua, salvo dos: Canadá y Estados Unidos; este último, objeto del permanente odio de los “socialistas del siglo XXI”.

En el caso de Cuba, se impone una precisión: la república-archipiélago sigue siendo miembro de la OEA, pero su actual gobierno está suspendido y no participa en las reuniones desde los años sesenta, debido a su sistema político antidemocrático.

Por aquellas fechas, Fidel Castro calificó a la organización inter-americana como “Ministerio de Colonias Yanqui”. Suponiendo que entonces haya habido algo de verdad en esas palabras, es evidente que ellas no conservan validez alguna hoy, cuando incluso, según lo que afirman los mismos castristas, América Latina se ha hecho libre.

Pese a ello, cuando meses atrás la Asamblea General de la OEA, tras insistentes gestiones del chavismo y sus aliados, aceptó el retorno a sus filas del gobierno castrista, fue este último quien eludió regresar.

En la actualidad, los países miembros, pese a ensayos autoritarios como el de Venezuela, son esencialmente democráticos. Por ello, los jefes cubanos tuvieron que preguntarse: ¿Vale la pena tornar a la OEA si ello implica asumir compromisos que repugnan a nuestro sistema, como los recogidos en la Carta Democrática Inter-Americana?

Aunque en estos tiempos de crisis no parece racional gastar cuantiosos recursos en crear una burocracia internacional paralela, no tengo objeciones de principio que hacerle a la creación del nuevo consorcio, pospuesta momentáneamente por las ansias protagónicas de Chávez.

Supongo que los Castro duden qué hacer ante esa iniciativa. Por una parte, ellos no están interesados en asumir compromisos democráticos de clase alguna; por la otra, les resultaría harto incómodo mantenerse al margen de una entidad que cumpliría el requisito fundamental planteado en su momento por ellos mismos: la ausencia de Estados Unidos.

¿Qué pensarán al respecto los países del continente ajenos al “socialismo del siglo XXI”? ¿Se prestarán a participar en una nueva versión de las cumbres iberoamericanas, donde, para no inquietar a un régimen totalitario, represivo e impresentable como el cubano, el tema de la democracia es obviado o tocado de modo vergonzante?

Esto sería una obscenidad, pero no debemos excluir por completo esa variante. La opinión pública latinoamericana, caribeña y mundial debe mantenerse expectante.




El mal de Chávez

LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -La semana pasada fue noticia el anuncio de la grave enfermedad del teniente coronel Hugo Chávez. La revelación confirmó informaciones previas provenientes de fuentes norteamericanas y desmintió declaraciones tranquilizadoras formuladas por vasallos del caudillo venezolano.

Estos últimos aseguraron que su jefe seguía ejerciendo la plenitud del poder. Como en ningún momento el Vicepresidente asumió la jefatura del Estado, habría que preguntarles quién dirigió Venezuela mientras le extirpaban el tumor maligno al anestesiado caudillo barinense.

La novedad la difundió el mismo interesado, quien —cosa poco habitual— se limitó a leer. El tono era compungido, lo cual cabía esperar en alguien como Chávez, proclive al llanto autocompasivo cuando su propio pellejo está en juego, como lo demostraron sus abundantes lágrimas durante la detención que sufrió a raíz del fugaz golpe de estado.

El sucedido demuestra que en la patria de Bolívar se engrasan las ruedas del autoritarismo instaurado por el frustrado candidato a gorila: En democracia, la información hubiese provenido de un parte médico; en Venezuela, el máximo líder, como macho alfa, se reserva la función de dar personalmente las noticias, incluso las malas.

La alocución no estuvo exenta de bellezas oratorias, aunque no puedo evitar pensar que muchos de los delincuentes comunes con los que, gracias al gobierno castrista, tuve que convivir durante años en las cárceles, hubiesen hecho un comentario irreverente: “¡Qué baba!”

En cualquier caso, el breve discurso cumplió su cometido, al exacerbar el apoyo de sus incondicionales, mientras los opositores señalan las irregularidades que han rodeado este episodio. Una vez más se comprueba la facilidad de estos “caudillos iluminados” para enfrentar a sus compatriotas entre sí, creando sociedades políticamente esquizofrénicas.

De todos modos, espero que en Venezuela no se repitan los excesos que cometieron los opositores argentinos a raíz de que sufriera la misma enfermedad otra demagoga famosa: Eva Duarte de Perón. Confiemos, por ende, en que no tengamos que leer en Caracas letreros de “¡Viva el cáncer!”

En Cuba, la alocución fue repetida una y otra vez en los medios masivos, puestos en cadena con ese fin. Como un ciudadano más, tuve que oír aquello de las “células cancerígenas” en múltiples ocasiones, hasta que pensé: “¡No es así! ¡El adjetivo adecuado es “cancerosas”!

El viernes se le dedicó al tema el programa “Mesa Redonda”, en el que no faltaron gestos solidarios ni los mensajes laudatorios de los obsecuentes de siempre. Uno particularmente vivaracho, en pleno arrebato, llegó a ofrecerse para repartir sus órganos vitales, no sólo a Chávez, sino también entre otros líderes socialistas que lo requieran.

Se ve que ese exaltado ignora la instructiva anécdota de Los doce césares, de Suetonio: la del senador romano que, durante una enfermedad de Calígula, expresó su disposición a entregar su propia vida a cambio de la del emperador. Éste, al sanar, recordó al apapipio su ofrecimiento, obligándolo a suicidarse después de nombrarlo heredero.

El sábado, el principal titular del Granma y casi la mitad del escuálido periodiquito estuvieron consagrados al mismo tema. Uno de los reportajes llevaba un título perturbador: “Aquí el que manda es Chávez”. Aunque el despacho está fechado en Caracas, el diario es publicado en La Habana: de ahí lo inquietante de ese encabezado.

La propaganda castrista nos acusa a los disidentes de “vendepatrias”, “mercenarios” y otras lindezas por el estilo. Pero declaro que si alguna vez yo fuese director de algún órgano informativo, no se me ocurriría consagrar una entrega a la alocución de un extranjero; lo mismo pienso de otros colegas de la prensa independiente.

En el ínterin, los chavistas piden respeto para la enfermedad de su jefe. Eso lo reclaman aquellos que, si por algo se han distinguido, ha sido precisamente por atacar de modo virulento a todo el que propugna políticas diferentes.

Con esta noticia, el futuro de la Venezuela “bolivariana” se ve incierto; y el del régimen cubano, que sobrevive gracias a los diez millones de dólares en petróleo que suministra diariamente Chávez, no lo es menos.




¿Caricaturitis?

LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – Para no ser cínico, pero tampoco hipócrita, bastará con afirmar que el delicado estado de salud que, según voceros oficiales, sufre hoy Hugo Chávez, y del cual intenta reponerse en La Habana, no ha ocasionado frío ni calor entre los habaneros.

Ya se conoce que él no es santo de la devoción de nuestra gente de a pie. De manera que su enfermedad –más o menos grave, más o menos presunta, sólo el diablo lo sabe- no está provocando aquí tristezas ni alegrías. Sencillamente es asumida como un asunto ajeno o, lo que es igual, que únicamente importa al régimen.

De hecho, es muy escasa nuestra información al respecto. Lo que más ha trascendido son unas imágenes de la televisión nacional donde se ven a grupos de venezolanos patentizando su adoración por Chávez, de una forma que podría ser muy franca y espontánea, pero que desde aquí nos ha parecido poco seria, quizá por sus semejanzas con lo que ahora vemos en los cultos de las iglesias pentecostales, o en ciertos toques de santos donde sobra histeria y faltan ánimas.

Sin intención de chanza (ya que no es decente, ni siquiera humano burlarse del mal ajeno), pero sí con la preocupación por ser fiel a los hechos, refrendamos la trascendencia de otra imagen, pero en el mismo sentido, pues dio pie para más de chiste negro entre nosotros. Fue la foto de Chávez convaleciente, vestido con mono, junto a Fidel y Raúl, que reprodujeron los medios de información.

Y otra más, la de una internacionalista cubana que cumple misión en Venezuela. Ella exhortaba a Chávez a través del Noticiero Nacional de TV, diciéndole (más o menos) que le hiciera caso a Fidel, pues él sí sabe mucho sobre el tema de la recuperación física. Resultó entonces imposible que la picardía popular de los habaneros dejara de asociar (en joda) el estado actual del máximo líder con lo que aquella mujer deseaba para el presidente de Venezuela.

Desde luego que no todos aquí nos tomamos esta novedad tan a la ligera. No sólo entre los adeptos al régimen, capaces de prever el piano de cola con pianista y todo que les caería encima si Hugo Chávez tuviera que abandonar la presidencia. También entre la oposición abundan quienes la miran muy ceñudos.

Si es triste el padecimiento -para no mencionar la muerte- de cualquier persona, por antipática que fuere, más triste es que alguien sienta la necesidad interior de festejarlos. Y peor puede ser que ese mal represente un bien para alguien.

Pero hablando en plata, aún peor que peor sería que no fuese un mal auténtico, sino inventado o exagerado por su víctima, con el interés de sacarle beneficios prácticos.

Y esto último es lo que piensan algunos que por acá no se han tomado a la ligera la enfermedad de Hugo Chávez, el cual, dicen, está aplicando otra vez al pie de la letra las lecciones de su tutor, artífice del suspenso como rejuego político.

De tener razón tales suspicaces paisanos, el nombre real de la enfermedad que hoy padece Chávez podría ser caricaturitis. Pero para adivino Dios. Ya veremos.

Lo que sí puede asegurarse desde ya, sin cinismo pero sin hipocresía, es que en este caso, incluso al margen de su desenlace, otra vez se cumple aquello de que hay hechos que primero se ven trágicos y luego, al repetirse, son vistos como comedia.

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La desdicha de Omaida

LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – Con 49 años, Omaida Díaz Padilla, vecina de Avenida Porvenir 476 apto 37, La Palma, municipio Arroyo Naranjo, en esta ciudad, siente que no vale la pena sobrevivir en las condiciones en que se encuentra, tras casi un lustro con cáncer de piel, una pierna  amputada y abandonada por el segundo esposo y por los compañeros del Ministerio de Agricultura y el sindicato del ramo, donde laboró la mitad de su vida como oficinista, hasta desvincularse por razones de salud, sin pensión por retiro ni peritaje médico.

Omaida languidece en su pequeño apartamento. El deterioro de su piel acrecienta su malestar físico y espiritual; oscila entre la depresión y el aburrimiento, del cuarto al baño, a veces a la sala, o de esta al hospital. Ya no lee, no escucha música, no se entretiene con las telenovelas ni con los programas humorísticos. Sólo su nieto, de 9 años, o la hija de 32, cambian su rutina hogareña, interrumpida en ocasiones por vecinos que le traen un plato de sopa y le hablan de vitaminas reconfortantes.

La miseria incrementa las penurias de Omaida, pues su hija Juliet López, empleada de la farmacia de La Palma, gana 250 pesos al mes, equivalente a 10 dólares, lo que apenas alcanza para una semana, sin contar la necesidad de adquirir culeros desechables, objetos de aseo personal, las vitaminas imprescindibles y el transporte ocasional para chequeos médicos que considera innecesarios.

Como ya no tiene tratamiento ni puede desplazarse con andadores, Omaida a veces se cae al levantarse de la cama o la silla, lo cual acentúa su dependencia y tristeza. Piensa entonces en gestionar algún asilo para no molestar tanto a los suyos, pero su hija la convence de que en casa está mejor, pues “la carencia de recursos convierte a esos lugares en almacenes de desechos humanos”.

Al agravarse las dolencias de su madre, Juliet solicitó ayuda a la Dirección de Trabajo y Seguridad Social de Arroyo Naranjo, donde le abrieron un expediente avalado por el médico, pero todo es tan burocrático que olvidaron el asunto.

Omaida cree que la vida es un regalo de Dios, pero se siente olvidada por el Señor; también por los parientes y amigos que se desentienden de su desgracia. Casi nadie la visita, sólo Jesús, el padre de Juliet, acompañado de su esposa Doris. Acuden siempre, a sus llamados de urgencia, para trasladarla al médico en el auto.

Ante la certeza de la muerte, la penuria material de sus últimos años y el olvido de los amigos, Omaida se pregunta: “¿Qué hice para merecer este final? ¿Para qué seguir viviendo si no puedo caminar, atender a mi nieto, ni ayudar a mi hija?”.

Así piensa esta mujer resignada a lo peor. ¿Qué sucede con la solidaridad humana ante historias que rebasan la ficción?