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Cuba en las Cumbres Iberoamericanas

LA HABANA, Cuba, noviembre (173.203.82.38) – El interés del gobierno cubano por las Cumbres Iberoamericanas ha ido en descenso. Basta observar el nivel de las delegaciones que la isla envía a esas citas.

Durante las primeras Cumbres, las comprendidas entre 1991 y el año 2000, Cuba estuvo representada al más alto nivel con la asistencia de Fidel Castro. Era comprensible la expectativa con que los gobernantes cubanos encaraban esas reuniones, pues para un país aislado y en medio de una crisis sin precedentes, la apertura de un mecanismo de diálogo y cooperación, sin la presencia de su más enconado rival, Estados Unidos, prometía buenos augurios. Sin embargo, comoquiera que en ese momento Castro no contaba aún con aliados ideológicos en la región, pronto se percató de que su andar no sería fácil. Además, un contexto donde predominaban el aliento a las ideas democráticas y el espíritu liberal del Consenso de Washington, tenía que resultarle adverso al gobernante cubano.

La Cumbre de Panamá, en el año 2000, marcó el fin de la presencia de Castro en esas citas. Su orgullo no pudo aceptar que el Presidente salvadoreño, Francisco Flores, le saliera al paso y le espetara cuatro verdades en pleno rostro. Fue entonces cuando se decidió que, en lo adelante, la delegación cubana estuviese encabezada por un vicepresidente del Consejo de Estado, misión que le correspondió durante varios años a Carlos Lage.

En las últimas tres o cuatro Cumbres, la delegación cubana, en cambio, no ha rebasado el nivel de ministro de Relaciones Exteriores. Incluso en una de ellas fue un funcionario subalterno de la cancillería quien la encabezó.

Ahora, a la cita de Paraguay, acudió el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, cuando en realidad había vicepresidentes del Consejo de Estado disponibles, aunque Esteban Lazo se encontraba de gira por África, cumpliendo con su habitual tarea de ser la imagen del castrismo ante los países africanos. Quedaban José Ramón Machado Ventura y la “dama anticorrupción”, Gladys Bejerano. No se cuenta al general Abelardo Colomé Ibarra. A pesar de ser, además, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, fuera de los ámbitos de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior se pueden contar con los dedos de una mano las personas que hayan escuchado el timbre de su voz.

Con el surgimiento de otros espacios de integración y colaboración como la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), y la anunciada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), no es descabellado suponer que Cuba haya desplazado a un segundo plano lo concerniente a las Cumbres Iberoamericanas. Los gobernantes de la isla no se sienten plenamente satisfechos con la compañía de España y Portugal, miembros de la Unión Europea, una instancia que no las tiene todas con el régimen cubano.

Y a propósito de los países del ALBA, sus representantes no dejan de ser con frecuencia la nota discordante de estos encuentros. Después de aquella ocasión en que Hugo Chávez ofendió a las instituciones españolas, y fue mandado a callar por el rey Juan Carlos, ahora en Paraguay le tocó el turno a Rafael Correa. El Presidente ecuatoriano, comportándose de un modo descortés e intolerante, abandonó la sala de conferencias debido a la presencia de la vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox. Al parecer, el mandatario no admite que se expresen ideas opuestas a las suyas.