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Hugo Cancio: un cubanoamericano de confianza para el régimen (II)

Javier Roque Martínez | 02 de Octubre de 2023

Hugo Cancio

Imagen: CubaNet

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Tras el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2014, la visión que Cancio tenía de sí mismo como un actor importante en el centro de las nuevas oportunidades de negocio entre ambos países comenzó a cumplirse. Después de haber incursionado en los viajes a Cuba en la década de 1990, de haber prosperado en el negocio musical y de haber intentado sin mucho éxito sacar adelante otros grandes negocios en Miami, las grandes oportunidades empezaron a llegar. 

Al comienzo del deshielo, Cancio era para los inversores alguien bien conectado que podía abrirles puertas en Cuba. Y para el régimen, a su vez, el empresario podía ser un intermediario políticamente confiable capaz de atraer a inversores privados. Pero Cancio no tenía que limitarse a ser solo un intermediario. Su empresa, Fuego Enterprises, también estaba dispuesta a tomar una parte en los negocios que empezaban a surgir. 

Todo esto se concretó en un negocio lucrativo, aunque fugaz: el de los cruceros de Estados Unidos a Cuba. 

A través de su cuenta oficial de Instagram, Hugo Cancio declinó conceder una entrevista en profundidad para esta serie de dos reportajes.

 

El representante de Norwegian Cruise Line

 

Hoy sabemos que este negocio terminó mal para varias compañías de cruceros con sede en Estados Unidos. Primero, porque la administración de Donald Trump prohibió intempestivamente sus viajes a Cuba a mediados de 2019. Y, segundo, porque cuatro de las compañías que se involucraron en el negocio fueron denunciadas y perdieron un juicio millonario por violaciones relacionadas con las leyes del embargo. En el ínterin, Cancio se vio en una posición incómoda: la de tener que testificar frente a jueces y fiscales y ser cuestionado sobre su relación de trabajo con las empresas estatales cubanas relacionadas con los cruceros. 

En efecto: el negocio de los cruceros terminó rápidamente, como otros de Cancio, siempre sujetos a los vaivenes de la política estadounidense hacia Cuba y los riesgos que supone el embargo para quien quiera hacer negocios con la Isla. Pero mientras duró, fue uno de los más lucrativos que ha tenido hasta el momento, como muestran los reportes públicos de Fuego Enterprises de 2017 y 2018. No en vano, le colocó dentro de la industria más importante del país: la del turismo.

Cancio entró a este negocio de la mano de Norwegian Cruise Line (NCL), una de las líneas estadounidenses de cruceros más grandes. 

Como mismo los directivos de otras líneas, los de NCL comenzaron a estudiar las posibilidades de incluir a Cuba entre sus destinos tan pronto Barack Obama anunció el restablecimiento de relaciones con la Isla, en 2104, si bien al inicio tuvieron dudas al respecto. 

El “deshielo” suponía restablecer las relaciones políticas, pero no levantar el embargo. Los viajes turísticos a Cuba para ciudadanos estadounidenses que no tuvieran familia allá seguían prohibidos por ley. Solo se permitían en ciertos casos y con muchas restricciones. Por ejemplo, viajes por motivos educativos, o lo que se conoce como “viajes people to people“, que implicaban visitar la Isla a través de recorridos organizados que cumplieran ciertos requisitos de intercambio cultural. 

El presidente y director ejecutivo de NCL, el cubanoamericano Frank del Río, consideraba improbable que los viajes en crucero, turísticos por definición, no violaran las leyes del embargo. “Sería difícil para nosotros que un barco con 4.000 turistas —llamémosles personas— se presentara en La Habana y dijera que se trata de un viaje people to people“, aseguró en abril de 2015, durante la Cumbre Inaugural sobre Oportunidades en Cuba, celebrada en la Universidad de Pensilvania. “Eso sería una exageración de las normas”. 

Sin embargo, también existía la percepción de que, aunque la legalidad de los cruceros a Cuba no estaba totalmente garantizada, en la Casa Blanca no había voluntad de sancionar a las empresas que se atrevieran a hacerlo. Más bien sucedía todo lo contrario: tras tantas décadas de sanciones y prohibiciones, un periodo de apertura parecía comenzar. Eso hizo que los directivos de NCL cambiaran de opinión y empezaran a planear sus operaciones en Cuba. 

NCL es una de las mayores empresas del mundo de su tipo, capaz de llevar a decenas de miles de personas a Cuba. Para el régimen, siempre interesado en potenciar el turismo y con amplia experiencia trabajando con transnacionales del sector, atraer una inversión como esta podía significar una importante entrada de divisas. Para NCL, por su parte, incursionar en Cuba, un mercado tan cercano a Estados Unidos y que había permanecido cerrado por décadas, también podía representar una oportunidad. Quizá ambas partes se hubiesen entendido sin problemas sin necesidad de intermediarios. Aún así, ese papel terminó quedando en manos de Cancio, una prueba de su estatus internacional.

Cancio ya trabajaba como consultor de NCL para asuntos relacionados con Cuba en septiembre de 2015, de acuerdo con copias de correos electrónicos presentados años después como parte del juicio que se celebró contra NCL y otras líneas de cruceros por hacer negocios en Cuba. Para ese entonces, NCL ya había comenzado a gestionar las licencias necesarias con la autoridades de Estados Unidos para llevar sus cruceros a Cuba. Estos permisos no implicaban una garantía de que la actividad de NCL en Cuba fuera legal. El turismo seguía siendo prohibido para los ciudadanos estadounidenses en la mayoría de casos. Simplemente, autorizaban a NCL a organizar cruceros a Cuba, siempre que los viajes de sus clientes cumplieran con las normas del embargo y los requisitos de los viajes “people to people”. 

Mientras NCL obtenía estos permisos en Estados Unidos, el primer reto de Cancio fue conseguir que las autoridades cubanas autorizaran los viajes de NCL a la Isla. Para ello, durante los meses siguientes realizó varios viajes a Cuba y a sus sedes diplomáticas en Washington y Nueva York, según copias de correos electrónicos presentados durante el citado proceso legal. Allí, Cancio se reunió con funcionarios cubanos, incluidos embajadores. Según estos correos, parte del trabajo del empresario consistía en presentarles a las autoridades  cubanas las propuestas de negocios de NCL y obtener su autorización para que los cruceros pudieran operar en Cuba. Tras más de un año de negociaciones, lo consiguió. En diciembre de 2016, el gobierno cubano autorizó a los buques de NCL a atracar en los puertos de La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba. 

El acuerdo fue rentable para todas las partes. El gobierno cubano sumó a Norwegian a la lista de líneas de cruceros que empezaron a arribar con miles de turistas a la Isla, con todos los beneficios económicos que ello conllevaba. Sobre todo para el Estado, a quien NCL pagó casi 19 millones de dólares durante los más de dos años que operó en Cuba, según documentos que se hicieron públicos en el juicio contra la empresa. 

NCL, por su parte, logró quedarse con una cuota del mercado de cruceros a Cuba, un destino que generaba mucha curiosidad en los clientes estadounidenses, sobre todo en el segmento de más alto poder adquisitivo. De hecho, la compañía aprovechó esta gran demanda para cobrar un precio premium por sus pasajes a Cuba, que entre marzo de 2017 y junio de 2019 le generaron ingresos brutos por casi 300 millones de dólares, según documentos que se hicieron públicos en el juicio contra NCL. 

Y finalmente está Fuego Enterprises, la empresa de Cancio, que además de convertirse en la representante de NCL en Cuba, se benefició directamente del negocio de los cruceros gracias a una actividad facilitada por el gobierno cubano: la venta de visas para los pasajeros que viajaban a la Isla. 

 

Un negocio millonario para Fuego Enterprises

 

Todos los turistas que bajaban de los cruceros debían contar con una visa, incluso aunque solo pasaran unas horas en suelo cubano. El gobierno cubano vendía cada una de estas visas a 75 dólares, lo que durante esos años le representó un negocio millonario. Gracias a los más de 199 mil clientes que NCL llevó a Cuba entre 2017 y 2019, el régimen ingresó casi 15 millones de dólares solo en concepto de venta de visas, según documentos presentados en el juicio contra la empresa. 

Una parte de estos ingresos fueron a parar a  OnCuba Travel, una agencia de viajes creada por Cancio en 2016 como subsidiaria de Fuego Enterprises. 

Es decir: el régimen le permitió a Cancio intermediar en la venta de visas, una función claramente gubernamental, y quedarse con un porcentaje de las ganancias. Aunque no conocemos más detalles de este arreglo entre Cancio y el régimen, este negocio fue tan importante que durante esos años la venta de visas supuso uno de los principales ingresos de Fuego, según declaró la empresa en sus informes financieros. 

En 2018, por ejemplo, la compañía declaró haber vendido más de 100 mil visas cubanas. Ese año Cuba recibió a poco más de 800 mil cruceristas, según medios oficiales. Ello significa que el régimen cubano le permitió a Cancio quedarse con una parte de las ganancias de una de cada ocho visas vendidas ese año a clientes de cruceros, una  muestra de la magnitud de sus relaciones con la jerarquía cubana. 

Además de la venta de visas, Fuego también era responsable de gestionar las excursiones en tierra contratadas por los clientes de NCL. Una vez llegados a los puertos, los turistas podían desembarcar del crucero y pasear por su cuenta en las ciudades cubanas. Pero, según se demostró después, en el juicio contra la empresa de cruceros, NCL informaba a los pasajeros que la forma más segura de no violar las leyes del embargo y cumplir con los requisitos de los viajes “people to people” era contratando alguna de las excursiones incluidas en su catálogo. Aunque, en realidad, los tours  solían limitarse a visitar los lugares turísticos más populares y no está muy claro que potenciaran una interacción real con cubanos, más allá de los trabajadores de los lugares visitados.  

Parte de las excursiones que NCL ofrecía a sus clientes eran de Havanatur,  una agencia de viajes estatal perteneciente al Grupo de Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, un conglomerado militar más conocido como GAESA. Años después, Cancio declaró en el juicio contra NCL haber participado personalmente en las negociaciones entre la empresa de cruceros y Havanatur sobre las excursiones. Ariel Machado, vicepresidente de Fuego Enterprises, era el encargado de velar porque estas se cumpliesen sin contratiempos.

Entre 2017 y 2019, los ingresos brutos de NCL por venta de tours en Cuba fueron de 25.13 millones de dólares, según se dio a conocer durante el juicio contra la empresa. De ellos, 6.2 millones de dólares fueron para Havanatur, la agencia de viajes de GAESA. 

Paradójicamente, al solo permitir los viajes people to people, que forzosamente deben ser tours organizados, las leyes del embargo incentivaron un negocio millonario  que fue a parar a una empresa controlada por militares. 

Además de estas excursiones de Havanatur, Fuego Enterprises también ofreció sus propios tours a los cruceristas de NCL a través de OnCuba Travel, según reportes hechos  públicos durante el citado juicio. Aunque estos no explicitan si dichas excursiones estaban vinculadas con las de Havanatur o eran diferentes.  

Finalmente, Fuego también se encargaba de intermediar en algunos pagos de NCL a entidades cubanas, según salió a la luz durante el proceso legal que enfrentó la empresa. En vez de pagar directamente a empresas controladas por el régimen cubano, NCL canalizaba parte del dinero a través del holding de Cancio, quien, a su vez, lo entregaba a sus destinatarios finales. 

Esto permitía a NCL minimizar su relación con entidades del Estado cubano, así como los riesgos legales que ello implica. Este servicio que Fuego prestaba a NCL pone de relieve por qué el papel de intermediarios cómo Cancio puede ser tan importante para realizar negocios con un país sujeto a sanciones como Cuba. Entre agosto de 2015 y julio de 2019, NCL le pagó casi 7.5 millones de dólares a Fuego, según documentos revelados durante el citado proceso judicial. Esta suma incluía pagos para Aries Transportes y Consignataria Mambisa, dos entidades vinculadas al gobierno cubano que se encargan de administrar los puertos y brindar servicios logísticos a los cruceros, respectivamente.  

Aunque no es público cuánto le pagó NCL a Fuego durante los casi cuatro años que contrató sus servicios, sí sabemos que esta fue una de las mejores épocas financieras de la compañía de Cancio. Entre 2017 y 2018, esta declaró  una ganancia bruta de 4.1 millones dólares y una ganancia neta de poco más de un 1 millón de dólares, según registros públicos. Fue durante esta época que Cancio adquirió un elegante apartamento duplex en Miami por 1.4 millones de dólares y unas oficinas para Fuego, como publicamos en la primera entrega de este perfil. 

 

El fin de los viajes de cruceros

 

Los cruceros duraron lo que el deshielo. Durante su tercer año de mandato, Donald Trump abandonó definitivamente la política de engagement de Obama y comenzó a endurecer el embargo. 

El 4 de junio de 2019, el gobierno de Trump expresamente prohibió los viajes de cruceros a Cuba. Un mes antes, en mayo, la Casa Blanca había declarado vigente una disposición que permite a los ciudadanos estadounidenses demandar a compañías de cualquier país que se hayan beneficiado de propiedades en Cuba que les pertenecían y que fueron confiscadas por el castrismo desde 1959. 

Esto abrió la puerta a las demandas, que no tardaron en llegar contra NCL y otras tres líneas de cruceros que ofertaban viajes a Cuba. Los dueños de Havana Docks, una empresa estadounidense que poseía instalaciones portuarias expropiadas por la Revolución a inicios de la década de 1960, acusaron a NCL y las otras tres empresas de lucrarse gracias al uso de propiedades que les habían pertenecido. Havana Docks reclamaba a las líneas de cruceros millones de dólares en compensación. 

En pocos meses, Cancio no solo vio cómo desaparecían los cruceros, si no que las empresas que los habían organizado enfrentaban demandas millonarias.

El proceso legal, de hecho, resultó un éxito para Havana Docks. La justicia probó que NCL se lucró gracias al uso, durante casi 300 días, de instalaciones que fueron expropiadas sin compensación. La empresa que asesoraba Cancio fue condenada a pagar una suma cercana a los 110 millones de dólares a Havana Docks.

La jueza encargada del juicio también concluyó que los cruceros, pese a la tolerancia de Obama, nunca cumplieron con los requisitos de los viajes “people to people”. Los tours que se ofrecían a los turistas consistían fundamentalmente en ir a cabarets o caminar por la Habana Vieja sin tener mayor contacto con la población o un énfasis especial en favorecer los negocios del sector privado cubano, como quedó demostrado durante el juicio.

Una de las personas que fue llamada a ofrecer su testimonio ante la justicia estadounidense como parte del proceso contra NCL fue Cancio. En una sesión celebrada en noviembre de 2020, Cancio fue cuestionado si la empresa con la que NCL organizaba las excursiones, Havanatur, pertenecía al Estado cubano. Entonces, el empresario, que durante años se ha presentado como un “experto de renombre internacional en el entorno empresarial cubano”, se mostró como alguien que aseguraba desconocer si la compañía con la que él mismo se había sentado a negociar contratos era o no una empresa estatal. Ante la justicia, Cancio negó saber algo que el propio sitio web de su empresa reconoce: que Havanatur es, desde hace años, unoperador turístico estatal cubano”.   

 

De los cruceros al comercio electrónico

 

El fracaso del deshielo entre Cuba y Estados Unidos significó el fin del negocio de los cruceros, pero también un duro golpe a los postulados políticos detrás del deshielo. Esta política se basó en el principio de que si Estados Unidos y Cuba empezaban una nueva era de relaciones y los negocios entre ambas partes aumentaban, esto podía favorecer la maltrecha economía de la Isla y, quizá, impulsar una mayor democratización del país. 

Sin embargo, estas ideas fueron perdiendo apoyo popular poco a poco. De hecho, en las elecciones de 2016, los cubanos de Florida votaron mayoritariamente por Trump, un candidato republicano que prometía un retorno a la política tradicional estadounidense respecto a Cuba. Y volvieron a apoyarlo de nuevo en 2020. 

Para los republicanos, la falta de avances en Cuba en cuanto a reformas económicas y democráticas era una prueba de que el acercamiento entre los dos países no era necesariamente positivo para todas las partes. Al contrario: para ellos, el “deshielo” significó únicamente el enriquecimiento del Estado cubano y de personas cercanas, como Cancio. 

En efecto: Cancio emergió del deshielo con su influencia intacta, incluso reforzada. Fue el empresario privado cubanoamericano más prominente de esa época, y también de la siguiente, la actual, marcada por la crisis económica, el aumento de la represión tras las protestas del 11 de julio de 2021 y, hasta el momento, el distanciamiento con Estados Unidos. 

Justo unos días después de declarar en el proceso legal entre Havana Docks y NCL, Cancio estrenó el que actualmente es su negocio más ambicioso y próspero. Hablamos de Katapulk Marketplace LLC, un mercado online que se ha sumado a otros similares que han proliferado sobre todo en los últimos tres años. Estas webs se dedican a algo que sería atípico en la mayoría de países: vender a los emigrados cubanos productos y servicios para ser entregados a familiares y personas cercanas en Cuba. 

Katapulk surgió en 2017 como una empresa subsidiaria de Fuego. En ese entonces, aspiraba a convertirse en un mercado online enfocado en la venta global de productos artesanales y artísticos hechos en Cuba. Sin embargo, en abril de 2020 Katapulk dejó de pertenecer a Fuego y pasó a convertirse en una empresa privada de Hugo Cancio. A efectos prácticos no hay ninguna diferencia. Tanto antes como ahora, Katapulk es controlada por Cancio. Solo que ahora, en tanto compañía privada, el empresario no está obligado a transparentar sus operaciones, algo que, en teoría, sí debe hacer con Fuego, ya que esta cotiza en un mercado bursátil (si bien es cierto que Fuego no ha estado al día con sus reportes financieros desde 2022).

Katapulk empezó a operar en diciembre de 2020. Pero, lejos de la idea inicial de comercializar a través de Internet artesanías y obras de arte, se dedicó a ofertar todo tipo de productos básicos que escasean en Cuba a emigrados que los pagan con sus tarjetas Visa o Mastercard para que la empresa de Cancio se los envíe a sus a los familiares y personas cercanas. 

Esta práctica se conoce en el mundo empresarial del Estado cubano como “venta o exportación en frontera” ya que consiste en vender en divisas fuertes (“exportar”) productos, muchos de ellos fabricados o importados por las empresas estatales, para el consumo de la propia población nacional. Se trata de algo relativamente nuevo, que cobró auge a partir de 2020. Entonces, la crisis económica del país empeoró por varias causas. La pandemia acabó con el turismo. Las sanciones de Estados Unidos condujeron a una suspensión del envío de remesas entre los dos países. Cuba, además, fue incluida por Trump en la lista de países que apoyan el terrorismo, lo que le dificultó aún más al país operar en el extranjero y relacionarse con bancos internacionales. 

El auge de la “exportación en frontera”  también coincidió con el momento en que el Estado cubano inició una serie de reformas económicas llamadas Tarea Ordenamiento. Entre otras cosas, la Tarea Ordenamiento condujo a la desaparición del CUC (o peso convertible, equivalente a un dólar o 24 pesos cubanos) y unificó el sistema de tipos de cambio múltiple que existía hasta ese momento. 

Una de las consecuencias principales de esta decisión fue que muchas empresas estatales perdieron los incentivos que tenían para importar bienes y se encontraron en la situación opuesta: el sistema económico les forzaba ahora a exportar. Debían encontrar nuevas formas de obtener divisas para seguir funcionando. Y lo que algunas de ellas decidieron fue dejar de ofertar productos en el mercado nacional en pesos, para venderlos en dólares o euros en plataformas online como Katapulk. Es decir, “exportar” a los propios cubanos alimentos, productos de higiene o para el hogar, forzando a sus familiares en el exterior a pagar por ellos. 

Este negocio ha sido ampliamente criticado por la población, sobre todo en redes sociales, por la desigualdad que implica. En un momento de crisis y escasez, las empresas estatales dejan de vender sus productos en pesos cubanos y en establecimientos al alcance de todos, para comercializarlos en divisas extranjeras a través de mercados web a los que, en esencia, solo pueden acceder emigrados y personas en el extranjero, ya que en Cuba casi nadie tiene las tarjetas internacionales de débito o crédito necesarios pagar en estas webs. En la práctica, esto significa que quienes no tienen familiares o amigos en el extranjero, tienen cada vez menos posibilidades de acceder a productos esenciales.  

Algunos de los mercados online que realizan esta actividad, como TuEnvío, son gestionados por empresas estatales. Sin embargo, el régimen también ha extendido este negocio a través de compañías radicadas en el extranjero y dirigidas por personas confiables, como es el caso de Hugo Cancio. A Katapulk, incluso, se le ha permitido operar abiertamente dentro de Cuba, donde dispone de una flotilla de camionetas que lucen el logo de la empresa y recorren las ciudades del país entregando sus pedidos. Lograr esto es algo impensable todavía hoy para cualquier cubano, emigrado o no, que no tenga algún tipo de vínculo con el régimen. 

 

Una plataforma para privados… y empresas estatales

 

Inicialmente, Katapulk tenía dos grandes secciones. Una servía como plataforma para que algunos negocios privados, generalmente gastronómicos, anunciaran sus ofertas y recibieran pedidos. La segunda es su Mercado Único, un especie de supermercado  online con variedad de productos. 

De acuerdo con una revisión realizada para este reportaje, al menos durante 2021 y 2022 gran parte de su “mercado único” estuvo compuesto por productos alimenticios, de higiene y limpieza provenientes de empresas estatales cubanas como Prodal, Taoro, Caribex o La Estancia. La mayoría de dichas empresas forman parte de Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDEs) dependientes de ministerios cubanos como el de la Industria Alimenticia (MINAL), de la Agricultura (MINAG) y de Industrias (MINDUS), entre otros.   

En ese entonces, Katapulk tenía uno de los sistemas de precios más competitivos de los mercados online cubanos. Por ejemplo, una nota de Cubanet de 2021 señala que mientras Supermarket 23, un mercado online similar, vendía dos kilogramos de pechuga de pollo por 40 dólares, Katapulk lo hacía por 5.69 dólares, siete veces menos. De hecho, los precios de los productos de Katapulk provenientes de empresas estatales eran casi los mismos que tenían en las tiendas estatales donde solían venderse antes en pesos cubanos convertibles (CUC). 

Casi desde el inicio, esto convirtió a Katapulk en una plataforma muy conocida y usada, ya que muchas personas no tienen más opción que comprar en esta plataforma para ayudar a sus familias. 

No obstante, Katapulk ha colocado una vez más a Cancio en el centro de las críticas y ha puesto en evidencia sus contradicciones. Katapulk es un negocio que, en  efecto,  permite a los cubanos en el exterior ayudar a sus seres queridos en la Isla y que sirve de plataforma para los emergentes empresarios privados cubanos. Pero Katapulk es también un negocio propiciado por el régimen, que lucra con la carencia de productos básicos y fomenta la desigualdad social y la migración, que en 2022 alcanzó niveles históricos

“Aquí lo que vemos es una doble cara”, dice Sebastián Arcos, director asociado del Cuban Research Institute (CRI) de la Florida International University. “Personas como Cancio, que mantienen una relación amistosa con el régimen, usan una excusa altruista de que están  ayudando a los cubanos que están pasando necesidades en la isla. Pero la razón por la que los cubanos están pasando necesidades es la existencia del régimen cubano. Sería más fácil pedir el fin del régimen en vez de aprovecharse de esta situación familiar terrible para beneficiarse económicamente mientras mantiene una relación comercial y amistosa con el liderazgo de ese mismo régimen”.

En cambio, John Kavulich, presidente del U.S Cuba-Trade and Economic Council, una organización que monitorea el comercio entre Cuba y Estados Unidos, considera que Cancio puede ejercer un papel positivo para la economía cubana. “El señor Cancio seguirá siendo un objetivo para algunos, un oportunista para otros y un recurso valioso para otros”, dice. “En general, yo sugeriría que sus actividades comerciales sí ejercen presión sobre el gobierno de Cuba para que funcione de manera más eficiente, lo que, según algunos críticos, ayuda a sostenerlo”.

Debido a la opacidad institucional cubana, no sabemos a ciencia cierta cómo funcionan los acuerdos dirigidos a impulsar la “venta en frontera”. Podría ser que las empresas estatales vendan sus productos a mercados como Katapulk para que estos luego los revendan y distribuyan. De hecho, la empresa de Cancio dispone de una flota de vehículos en Cuba capaz de hacer esto, como muestran fotografías publicadas en redes sociales. Pero también podría ser que las empresas estatales comercialicen  sus productos directamente a través de la plataforma proveída por Katapulk. O que ambas modalidades o una mezcla de ambas se produzcan al mismo tiempo. En todo caso, como sucedió con los cruceros, Cancio estaría fungiendo como un intermediario útil entre el sector estatal cubano y el mundo exterior.

En algunos casos, todo parece indicar que el papel de Katapulk consistió fundamentalmente en proveer una plataforma de comercio electrónico y que eran las empresas estatales las que vendían y distribuían los productos en Cuba. 

Es el caso de la Empresa Pesquera Santiago de Cuba (Pescasan), por ejemplo. Además de compartir oficinas y almacenes, Pescasan era en 2022 la entidad encargada de gestionar las operaciones de Katapulk en Santiago de Cuba y Guantánamo. Según le explicó Roilandys Ramírez Moraga, jefe del grupo de ventas online de Pescasan, al diario Sierra Maestra, los seis trabajadores de dicho grupo eran los encargados de atender los pedidos de los clientes de Katapulk, así como de realizar y supervisar las entregas. 

Además, Ramírez aseguró que todo el inventario promocionado en la plataforma estaba respaldado en los almacenes de su empresa, que es estatal. Ello incluía productos de la propia Pescasan, pero también de otras empresas estatales locales y algunos importados.

El de Pescasan no es el único ejemplo. También en 2022 el semanario oficialista Opciones presentó a Pesca Caribe, con sede en La Habana, como otra empresa que se dedicaba a comercializar productos de terceros (en este caso congelados) a través de Katapulk, aunque no dio más detalles. Y este mismo año, 2023, un tercer reporte del medio oficialista Guerrillero aseguró que la Empresa Pesquera Pinar del Río (Pescarío) es la encargada de distribuir las mercancías de Katapulk y de otra tienda virtual en esa provincia occidental. 

Según comentó en 2022 Ramírez, el jefe de venta online de Pesacasan, “las divisas que las empresas locales captan por esa vía (la venta a través de Katapulk) oxigenan sus  economías, fuertemente impactadas por la actual situación del país, y al final ello se revierte en beneficio de las producciones para la población en general”.

Ramírez no explicó cómo esas divisas benefician las producciones para la población en general, que ha criticado y cuestionado el que se deje de vender productos cubanos al interior del país y en moneda nacional, para venderlos en divisas y a precios más caros a aquellas personas que tienen familiares en el exterior. Pero sí dejó claro que, al menos hasta 2022, Katapulk ayudó a generar riqueza a empresas estatales, si bien en Cuba no existen mecanismos de transparencia que permitan saber cuánto ni en qué se invirtieron luego dichas ganancias. 

Sí sabemos que en 2021 Katapulk tuvo ingresos brutos por encima de los ocho millones de dólares, según una declaración pública de Fuego Enterprises, a la que corresponde el cinco por ciento de las ganancias brutas anuales de Katapulk. La declaración no menciona a cuánto ascendió la ganancia neta de Katapulk ese año. Tampoco hay registros públicos sobre sus ingresos en 2022 ni lo que va de 2023. 

Casi desde su surgimiento, el Mercado Único de Katapulk también incluyó algunos productos importados. Y, al menos algunos de ellos, fueron importados por la propia Katapulk. Según registros de Panjiva, una empresa que recopila  datos sobre comercio global, al menos entre 2021 y 2022 Katapulk importó a Cuba, desde Estados Unidos, contenedores con  productos de higiene personal, limpieza, comida para bebés y otros productos alimenticios como pollo, arroz o frijoles. Otra empresa registrada por Cancio en España, Universus Infiniti European, también importó a Cuba desde México leche en polvo y pollo congelado, según información consultada en  Panjiva.

Es difícil explicar  cómo funciona este negocio en términos legales. Ninguna de las empresas de Cancio posee autorización oficial para importar  bienes a Cuba. El comercio exterior, hasta el momento, ha sido una actividad monopolizada por el Estado. 

Pero el hecho de que estas importaciones sí se estén realizando demuestra que con Katapulk, al igual que antes con los cruceros, Cancio no se ha limitado a ser un mero intermediario. También  participa directamente de este negocio. En este caso, el Estado le ha permitido hacer algo que ningún privado cubano había podido hacer antes: crear toda una estructura de empresas para importar directamente al por mayor alimentos y otros productos del extranjero. 

En los últimos meses, el Mercado Único de Katapulk ha pasado de mostrar una mayoría de productos fabricados por empresas estatales a una mayoría de productos importados. Ahora, marcas internacionales como Goya, Vima, Hudson o La Moderna tienen una presencia constante en su catálogo. Sin embargo, no sabemos si estos productos son importados por las compañías de Cancio o si son empresas estatales las que lo están haciendo y Katapulk solo sirve de plataforma para su venta.

Cancio no ha disipado estas dudas. Al empresario le gusta incidir en el hecho de que Katapulk trabaja con emprendedores privados cubanos y tiende a pasar por alto que también lo hace con actores de la economía estatal. 

En octubre de 2022, por ejemplo, durante un encuentro entre empresarios cubanos y estadounidenses celebrado en la Isla, Cancio aseguró que la mayor parte de los socios de su empresa en Cuba eran privados. “Es importante que las empresas estadounidenses vean esto por sí mismas”, declaró, dando a entender que su experiencia podría ser replicada por otros emprendedores y obviando que Katapulk funciona gracias a una relación con el Estado que no está al alcance de cualquier cubano.

Las palabras de Cancio sí son el reflejo de un realidad: Katapulk ha ampliado, hasta alcanzar cerca de un centenar, el número de emprendimientos privados que venden productos a través de su plataforma. La mayoría de ellos son negocios vinculados a la gastronomía, aunque también operan  ferreterías y mercados privados. 

Pero también es cierto que Katapulk sigue comercializando productos estatales y que se está expandiendo hacia otras actividades que requieren una estrecha relación con el régimen.

En el último año la compañía ha sumado tres servicios importantes a su catálogo. Hablamos de recargas telefónicas a Cuba, servicios relacionados con viajes y trámites consulares en Cuba y, más recientemente, importación de vehículos desde Estados Unidos.

 

Más negocios con el Estado

 

Las recargas de saldo para usar Internet o realizar llamadas dentro de Cuba  son  un negocio importante para el régimen. Uno que solo en 2021 le generó a Etecsa, la empresa estatal que tiene el monopolio de las telecomunicaciones en Cuba, ingresos de 650 millones de dólares, de acuerdo con el economista cubano Emilio Morales. Gran parte de estas recargas, como las “ventas en frontera”, se pagan desde el exterior. En esto juegan un papel clave intermediarios internacionales como Katapulk, que desde 2022 ofrece diferentes opciones para quienes desean recargar los celulares de sus familiares en la Isla. 

Como ya le había ocurrido antes con otros negocios, el de las recargas volvió a enfrentar a Cancio al rechazo de su comunidad. En este caso el enfrentamiento se dio en agosto de 2022, luego de que Cancio colocara, en una avenida muy transitada de Miami, una valla que publicitaba las recargas que Katapulk vende para Etecsa. Inmediatamente, un grupo de emigrados organizaron una campaña de protestas para que se retirara el anuncio. Consideraban un insulto al exilio el hecho de que Katapulk promocionara el servicio de una compañía estatal cubana que no contratan porque quieren, sino porque es la única alternativa que el régimen les deja para comunicarse con sus allegados en Cuba, además de tratarse de una empresa que durante años ha sido denunciada por formar parte del engranaje de vigilancia y censura del régimen. 

Ante las protestas, Cancio se defendió diciendo que Katapulk no es la única compañía radicada en Estados Unidos que tramita recargas telefónicas a Cuba, lo cual es cierto. También subrayó que Etecsa no es una empresa sancionada por el Gobierno de Estados Unidos y que OFAC, la agencia que gestiona las sanciones, permite hacer negocios con ella. Aún así, la valla fue retirada poco después debido a las protestas, que pusieron de relieve el rechazo, casi odio, que su persona genera entre una parte importante de la comunidad cubanoamericana.

“Su impopularidad”, dice Sebastían Arcos, del Cuban Research Institute de Florida, “se debe a que mantiene una relación públicamente amistosa con los líderes de un régimen que ha empobrecido a la nación, destruido la infraestructura y la demografía cubanas, que ha forzado a números crecientes de cubanos al exilio y que no da indicios de tener la menor intención de cambiar el rumbo político. Por otro lado, el casi monopolio del comercio entre Cuba y el exilio en Estados Unidos del que disfruta el señor Cancio es otro argumento a favor de su falta de popularidad, si bien muchos cubanos se ven obligados a usar los servicios de sus compañías para ayudar a sus familias”. 

Pero el de las recargas no es el único servicio de Katapulk que conecta a la compañía con el Estado cubano. Recientemente, la plataforma también empezó a ofrecer servicios relacionados con viajes y trámites consulares, gestionados por otra de las empresas de Cancio: OnCuba Travel. Los servicios incluyen la emisión, renovación y prórroga de pasaportes cubanos. De nuevo, como sucedió con la venta de visas a cruceristas, Cancio está intermediando en la provisión de un servicio estatal. 

Por último, desde mayo de este año, Katapulk ha recibido licencias de la OFAC y el Departamento de Comercio de Estados Unidos para exportar vehículos a Cuba. La primera, concedida en mayo de este año, autoriza a la compañía de Cancio a exportar a Cuba una amplia gama de automóviles desde Estados Unidos. La segunda, otorgada recién en agosto, permite a la compañía comercializar motos, camiones y remolques, autobuses, equipamiento de construcción y equipamiento agrícola, así como partes y piezas para estos últimos. 

Estos permisos, concedidos también a otras compañías estadounidenses, han abierto una nueva brecha en el embargo, que históricamente sólo permitía exportar a Cuba alimentos, medicamentos y otros bienes considerados esenciales por motivos humanitarios. Sin embargo, tan importante como el permiso otorgado por Estados Unidos para exportar los vehículos, es el hecho de que si Cancio ha incursionado en esta actividad es porque también tiene el visto bueno del Estado cubano para importarlos. De hecho, en este negocio, Katapulk también opera de la mano de empresas importadoras estatales.

Según se lee en el sitio web de Katapulk, el negocio funciona de la siguiente manera.  Los interesados deben decidir el vehículo que quieren, así como la tienda estadounidense donde se encuentra disponible. Si los vehículos son de las marcas autorizadas por el Departamento de Comercio de EE.UU. y fueron fabricados a partir de 2018, Katapulk se encarga de comprarlo y enviarlo a Cuba. Allí lo recibe alguna de las siete importadoras con las que trabaja Katapulk, de las cuales seis son empresas estatales, como Impexport. 

Cada operación genera una comisión equivalente al 15 por ciento del valor del vehículo para Katapulk, que debe pagarse en dólares. Y también genera comisiones para las importadoras estatales, que reciben su parte en Moneda Libremente Convertible (MLC), el nuevo dólar virtual creado por la Tarea Ordenamiento.  

Cancio, como es habitual, ha hecho énfasis en que este negocio beneficiará al sector privado, que tendrá más facilidad para adquirir vehículos y expandir sus negocios. Esto es cierto, aunque no está tan claro cómo lograrán las pequeñas empresas privadas cubanas reunir los dólares o el MLC necesarios, cuando la mayor parte de las actividades que generan divisas son controladas por el Estado y, por tanto, son las empresas estatales las que, en principio, tendrían más facilidad para adquirir los vehículos estadounidenses. 

 

Una meta clara

 

Cancio ha tenido muchos altibajos durante su vida empresarial. Ha visto desaparecer —con la misma velocidad con la que surgieron— negocios prometedores como el de los vuelos chárter o los cruceros a Cuba. Ha visto fracasar las políticas de acercamiento de Bill Clinton y Barack Obama, y desvanecerse las eternas promesas de reformas económicas del régimen cubano. Más recientemente, ha visto llegar a la Casa Blanca a un presidente demócrata poco dispuesto a editar un “deshielo 2.0”, y al Palacio de la Revolución de La Habana a otro que ha aumentado a más de 1.000 el número de presos políticos. Además, pese a su discurso de buenas intenciones, ha visto a su propia comunidad volcada en su contra por promocionar conciertos de artistas cubanos, recargas telefónicas de Etecsa o meriendas escolares prohibitivas para la mayoría de las familias cubanas. 

Sin embargo, nada de eso parece haberle hecho cambiar de opinión. Cancio ha seguido impasiblemente el camino que emprendió hace más de tres décadas, cuando decidió hacer negocios que promovieran el acercamiento entre los cubanos de la Isla y los de Miami, incluso si ello significaba hacer negocios con el régimen. Desde entonces, ha sido coherente con su objetivo. Ello lo ha llevado a gestionar uno de los mercados online más sólidos dentro de Cuba, uno que oferta desde alimentos y productos básicos hasta recargas telefónicas, servicios consulares e importación de vehículos. Y hace apenas unos meses fundó en Miami el The US Cuban American Business Chamber of Commerce, una organización con la que, una vez más, busca “mejorar el entorno empresarial y el clima económico de la comunidad cubanoamericana en Cuba”, según declara en un acta pública de julio de 2023. 

En efecto: Cancio parece decidido a impulsar los vínculos a ambos lados del Estrecho de Florida, así como el crecimiento del sector privado cubano. Aunque John Kavulich, presidente del U.S Cuba-Trade and Economic Council, no augura un gran futuro a este tipo de iniciativas. En su opinión, los cubanoamericanos seguirán sin poder convertirse en una importante fuente de inversiones para Cuba, al menos de momento. “Las razones principales son que el gobierno de Cuba no abraza el resurgimiento de un sector privado (…) y la falta de reglamentos para invertir y financiar una empresa privada” dice. “Existe una gran distancia entre lo que los funcionarios del gobierno de Cuba dicen que apoyan y lo que las regulaciones autorizan”.

Aún así, Cancio sigue apostando por ese futuro. Quizá las heridas entre los cubanos de la Isla y el exilio no estén próximas a sanar, como él desearía. Pero lo que sí parece seguro es que, en lo que esa reconciliación se consuma, en Cuba siempre habrá oportunidades de negocios para personas como él. 

 

 

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Javier Roque Martínez

Periodista. Egresado de la Universidad de La Habana en 2017.

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