LA HABANA, Cuba. – Con el pasar de los años, muchos han olvidado cómo transcurrieron los primeros meses de la llamada Revolución triunfante de Fidel Castro. Aunque algunos lo duden, no todo fue coser y cantar para aquel joven de 33 años, que, por caprichos del destino, sin ninguna experiencia en las lides políticas, de la noche a la mañana obtuvo el poder de Cuba, provocando un torbellino de acontecimientos.
Una de sus primeras novatadas, alocado como era, fue declarar una huelga general bajo el pretexto de impedir un arreglo cívico-militar, cuando era evidente su triunfo y luego de haber anunciado dos huelgas fracasadas. También nombró a Santiago de Cuba capital de la República y designó a su hermano Raúl, seis años menor que él, como jefe superior de Santiago y de toda la provincia de Oriente, para que fusilara con juicios rápidos a los militares, policías y civiles vinculados al régimen depuesto, algo que le costó una larga explicación al mundo llamada “Operación Verdad”.
El día 4 de enero de 1959, Fidel sufrió su primer revés, después que el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, dirigido por el comandante Faure Chomón, lo acusara de robarse todo el triunfo. Chomón había salido a la defensa de sus compañeros de lucha, que no fueron tenidos en cuenta en la integración del nuevo gobierno de facto.
Más adelante, en su primer discurso televisado, Fidel pregunta: “¿Armas para qué?”, y organiza un mitin político en apoyo a las ejecuciones de La Cabaña. Luego, se sabe que pide armas a la URSS, hasta convertir a Cuba en un arsenal.
A continuación, nombra presidente de Cuba el magistrado Manuel Urrutia Lleó, modifica la Constitución de 1940 e impone la pena de muerte por delitos políticos. Ante la tumba del líder ortodoxo Eduardo Chibás, Castro jura no ser comunista, promete realizar elecciones generales en dos años y termina derogando la Constitución de 1940, una de las más progresistas del continente en ese momento.
En un mitin de la Confederación de Trabajadores, rechazó el derecho de huelga por “innecesario”.
El 15 abril, invitado por la Sociedad de Editores de Periódicos, visita Estados Unidos y comete el error de confesar haber engañado al periodista H. Matthew en la Sierra Maestra. En la Casa Blanca, el presidente Eisenhower se niega a recibirlo.
Ya en Cuba, afirma de nuevo que “esta Revolución no es roja, sino verde olivo” y niega que sea comunista, pero continúa rechazando públicamente la idea de celebrar elecciones, ahora bajo el pretexto de “eliminar el desempleo y el analfabetismo”.
Crea el Instituto Nacional de Reforma Agraria y califica de traidores a quienes critiquen el derecho de expropiación de tierras.
El 30 de junio comienza una campaña de prensa contra el presidente Urrutia, acusado injustamente de enriquecimiento ilícito. Poco después Fidel renuncia como primer ministro, una jugada populista que lo devolvió de inmediato a su cargo, y determina que quien se manifieste contra las medidas fundamentales del gobierno y se pronuncie como anticomunista será considerado contrarrevolucionario.
En la Universidad, bajo la consigna de “candidatura de unidad”, Rolando Cubela es elegido presidente de la FEU, una maniobra que aparta al dirigente estudiantil Pedro Luis Boitel, muerto en prisión más tarde.
El año termina con malos augurios: Raúl Castro es nombrado jefe del Ministerio de las Fuerzas Armadas, el Comandante Hubert Matos es condenado a 20 años de prisión, desaparece el comandante Camilo Cienfuegos, llega a La Habana el agente soviético Alexander Alexeyev y son fusilados en La Fortaleza de La Cabaña 553 “contrarrevolucionarios”.
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