LA HABANA, Cuba.- La debacle que afronta el gobierno cubano con sus finanzas externas es de tal magnitud, que su recurrente eslogan de “aumentar las exportaciones y sustituir importaciones”, al parecer, trasciende los marcos de una estrategia económica para convertirse en un asunto de vida o muerte para el castrismo.
Lo anterior se constató, una vez más, durante una reciente reunión del Consejo de Ministros, en la que buena parte de las intervenciones se centraron en la fórmula de cómo vender más y comprar menos en los mercados internacionales.
Según reportó el periódico Granma en su edición del pasado 21 de septiembre, el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez convocó a todos sus ministros a “defender todo lo que se pueda producir en el país”. Por su parte, el viceministro primero del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Antonio Carricarte, abogó por un desarrollo “que contribuya a disminuir el número de productos que se importen, así como al incremento y diversificación de las exportaciones”.
Pero las palabras más ilustrativas en ese sentido estuvieron a cargo del ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil. Tras apuntar que habría déficits en las importaciones de varios renglones alimenticios y de aseo personal, el funcionario aseveró que la industria nacional cuenta con las capacidades instaladas para suplir las compras que no se realicen en el exterior. Además, el Ministro se refirió a las reservas internas que de esos productos deben contar los organismos de la economía nacional.
Al leer semejantes palabras, cualquier cubano de a pie podría recordar lo sucedido hace apenas dos o tres años con las frazadas de piso. En esa ocasión, y tal vez para congraciarse con la cúpula partidista y gubernamental, los burócratas del Ministerio de Economía y Planificación decidieron no incluir las frazadas en el plan de importaciones del año. Argumentaron, como ahora, que la producción nacional y las reservas internas garantizarían la presencia de ese producto en los mercados.
Al final, nuestras atribuladas amas de casa debieron emplear toallas, pulóveres, o cuanto trapo encontraron para poder limpiar sus hogares ante la inexistencia de las frazadas.
Con respecto al plan para el 2019, el ministro Gil puntualizó que “Ya está en elaboración el plan del próximo año. Como parte de ese trabajo se evalúan con integralidad las prioridades de la economía, poniendo especial énfasis en la sustitución de importaciones a partir de la producción nacional de diferentes renglones”.
Ahora bien, el Ministro no dijo ni una palabra acerca de un tema esencial para complementar las capacidades instaladas que, según él, posee la industria nacional. Por supuesto que nos referimos a las materias primas e insumos que necesita esa industria para acometer esas producciones.
No son pocos los especialistas que, al descalificar una planificación tan abarcadora como la que exhibe el gobierno cubano, argumentan que no es posible prever con éxito todos los detalles que puedan presentarse.
Tal vez, precisamente, las materias primas sean ese detalle que en estos momentos escape de la consideración de los planificadores gubernamentales. Hay que tener en cuenta, además, que Cuba es una nación que carece de muchas de las materias primas e insumos que precisan los procesos productivos.
De todas formas, y a la postre, será la población la que sufrirá nuevamente la merma en las importaciones de productos de primera necesidad.