LA HABANA, Cuba. – La mayoría de los nacidos antes de 1959 recordamos perfectamente la alegría que hubo en La Habana cuando Batista se fue de Cuba y comenzamos a ver, sorprendidos, un carnaval de cubanos en autos, camiones y bicicletas a lo largo de las calles, celebrando el triunfo de un nuevo gobierno que aún se desconocía.
Entre los cubanos y amigos del extranjero que llegaron a compartir esa fiesta, estuvo el célebre escritor y periodista sagüero Jorge Mañach (1898-1961), atraído por el triunfo revolucionario de Fidel Castro y su grupo de guerrilleros. Su estancia en Cuba duró muy poco. Apenas unos meses y salió espantado para morir poco después en San Juan, Puerto Rico, tras contraer una fuerte y repentina afección gripal.
En la historia cultural de Cuba, existen pocos intelectuales con una obra semejante a la que nos legó este hombre. Fue Jorge Mañach, con su excelente obra literaria y periodística, uno de los cubanos más lúcidos del siglo XX, un incansable defensor de la libertad y la democracia. Pero a pesar de ser el primer catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de La Habana, hoy es casi desconocido para los estudiantes universitarios cubanos, por haber sido excluido de los planes de estudios por el régimen castrista.
A nadie debe sorprender que este gran admirador de José Martí se haya espantado al ver lo que ocurría en Cuba, luego del 1ro. de enero de 1959, cuando el Che Guevara, en La Habana, y Raúl Castro, en Oriente, fusilaban a diestra y siniestra a los prisioneros que apoyaron a Batista.
A un hombre tan comprometido siempre con una Cuba mejor, le bastaron unas horas para descubrir los propósitos dictatoriales de Fidel Castro. Lo escuchó cuando decretaba una huelga general para impedir cualquier posible arreglo cívico militar y supo del juicio contra los 43 pilotos de Batista, que después de ser absueltos por obedecer debidamente los mandos militares fueron condenados a 30 años de prisión por Castro.
Mañach también fue testigo del rechazo del nuevo régimen al derecho de huelga y de la posposición de las elecciones generales. Era demasiado para él, un apasionado de la libertad de su país.
Posiblemente cuando la CIA consideró el 30 de junio de 1959 que Fidel era comunista, ya Jorge Mañach había tomado una firme decisión de no contribuir con el castrismo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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