MIAMI, Estados Unidos. – Las aglomeraciones de personas para intentar acceder a alimentos y otros productos de primera necesidad continúan a la orden del día en Centro Habana, municipio que se ha convertido en epicentro de la pandemia de COVID-19 en la capital cubana.
El portal digital 14ymedio dio cuenta de numerosas colas frente a panaderías y mercados agrícolas, donde las personas pueden pasar horas e irse con apenas una fruta bomba entre las manos. Una suerte similar corren quienes, sentados en la acera, esperan su turno para comprar productos como el detergente.
El reporte señala además que la estricta cuarentena en barrios como Los Sitios ha obligado a las autoridades del territorio a llevar los alimentos a las casa de los propios ciudadanos.
“Unas cintas amarillas o vallas de metal dividen las zonas con grandes colas de aquellas donde los vecinos deben esperar a que unos mensajeros oficiales les lleven los alimentos hasta la casa (…) Ninguno envidia la suerte del otro. Mientras unos esperan por horas afuera de las panaderías y de los mercados agrícolas, los otros pueden terminar recibiendo el pan para desayunar cerca del mediodía”, relata el medio independiente.
Sin embargo, no se trata de alimentos subsidiados, sino de módulos con unos pocos productos a elevados precios, tal y como precisa a 14ymedio una residente de una zona en cuarentena cercana a la calle Rayo.
“Nos han vendido hasta ahora dos tipos de módulos con alimentos. Uno que cuesta 282 pesos y que trae un pedazo de pollo, detergente y dos jabones (…) El otro módulo cuesta 700 pesos y contiene pollo, picadillo y aceite, pero muchos vecinos no lo han comprado porque no tienen dinero (…) Solo llevamos tres días en esto y ya estoy contando los centavos”, lamentó la mujer.
Los ciudadanos de Centro Habana también se quejan de que la distribución de los módulos “es muy lenta” y que en ocasiones los vendedores llegan muy tarde.
“Ayer en mi casa comimos a las diez de la noche porque entre que nos vendieron la comida y que pudimos cocinarla, nos cogieron las mil y quinientas”, aseguró uno de los vecinos del lugar.
Otro residente entrevistado por 14ymedio dejó claro que, pese a las molestas aglomeraciones, prefiere hacer cola le posibilita al menos acceder a más alimentos.
“¿Quién me iba a decir que iba a extrañar las colas? Pero las extraño, porque al menos así podía buscar más opciones, pero aquí es lo que toque”.
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