LA HABANA, Cuba. – El amanecer de este miércoles acogió en la Isla el desfile por el Día Internacional de los Trabajadores. En la capital, los sindicatos del régimen garantizaron la asistencia de miles de trabajadores al acto central que se organizó en la Tribuna Antimperialista y fue presidido por los dictadores Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel.
Las autoridades habían convocado a unos 200.000 trabajadores de los municipios aledaños a la Tribuna, quienes debían trasladarse por sus propios medios para solventar el déficit de transporte generado por la crisis de combustible que golpea al país. Sin embargo, algunas zonas de Ayestarán y varias calles adyacentes fueron ocupadas por filas de ómnibus y camiones pertenecientes a empresas que transportaron a sus empleados al acto político.
Contradictoriamente, el transporte público circuló con más frecuencia por una ciudad que estuvo semivacía hasta pasadas las 8:00 de la mañana, cuando los grupos de personas comenzaron a abandonar la Tribuna para concentrarse en la calle Carlos III, desde Infanta hasta Belascoaín, donde se organizó una feria con ventas de bebidas alcohólicas, alimentos y otros productos.
“Esto debería ser una fiesta para los trabajadores y, ya ves, para tomarte un par de cervezas con un compañero hay que gastarse una millonada”, dijo a CubaNet Silvio Benavides Duarte, trabajador civil de las FAR. “Las gentes parecen hormigas locas, caminando de un lado a otro buscando qué comprar, porque todo está por los cielos”, agregó.
Luego de madrugar, caminar un largo trecho y permanecer de pie varias horas mientras esperaban por el inicio del acto, los trabajadores tuvieron que enfrentarse a las infaltables colas para comprar un muslo de pollo frito convoyado con arroz moro o frito y viandas por un costo de 750 pesos. Un pote de helado (400 ml) para los niños valía 500 pesos, y una paleta de helado, 50 pesos.
Los panes preparados fueron los alimentos más baratos. Entre ellos, una variedad rellena con un producto llamado “hamberguillo”, que se vendió en 80 pesos. “Eso está hecho de una especie de picadillo de procedencia dudosa, bien frito para matarle el sabor raro”, desalentaba entre dientes una de las vendedoras a sus posibles clientes.
Sin colas, nada más se podían comprar bebidas alcohólicas. Las cervezas importadas a un precio mínimo de 180 pesos, mientras las marcas nacionales Cristal y Bucanero a 250 pesos cada una. Los rones, vinos y licores, todos procedentes de mipymes, mostraban un valor de 1.200 pesos en adelante.
“Es para que hoy vendieran algunas cosas con precios diferenciados, muy pocas personas pueden comprar así, todo está muy caro. Todo el mundo sabe que los trabajadores estatales somos unos muertos de hambre”, resaltó Duniel Castellanos López, contador en la Empresa de Comercio de Diez de Octubre.
Niurka Estrada Candelaria cuestionó que una merienda compuesta por un pan con carne de cerdo asada y un refresco costase 500 pesos. “Nadie se hace cargo de revisar estos precios que hoy por hoy son impagables para muchos cubanos. Lastimosamente, la mayoría de los que miramos porque no podemos comprar, somos de las personas que sostenemos al Estado con nuestro trabajo”, dijo la mujer.
Los precios más criticados fueron los de alimentos como el arroz (250 pesos la libra), los frijoles (380 pesos la libra), el pollo troceado (340 pesos la libra), el azúcar refina (350 pesos la libra), el aceite (1400 pesos la libra) y el solomillo de cerdo (1200 pesos la libra), entre otros.
La venta de algunos cárnicos fue más barata. La libra de minuta de tilapia se podía adquirir a 350 pesos, el picadillo mixto a 380 pesos y las vísceras de res y de cerdo a 380 pesos. No obstante, muchos clientes no se atrevían a comprar ninguno de estos productos porque se encontraban depositados en cajas, sobre el asfalto, expuestos a enjambres de moscas.
“La calidad no es buena, estas cosas llevan días dando vueltas fuera de congelación. Comprar las vísceras y la tilapia es un riesgo; luego las vas a cocinar y hasta peste tienen. El picadillo es lo mejor, viene en tabletas selladas y se ve bastante fresco. No es fácil”, acotó Alberto Ramírez Carvajal.
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