MIAMI, Estados Unidos.- El vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, lleva años en la agenda norteamericana por sus vínculos con el narcotráfico en la región, sin embargo, recientemente el gobierno estadounidense lo sitúa a la cabeza de una extensa organización dedicada al tráfico de drogas en el país suramericano.
De acuerdo a una investigación de Diario de las Américas, la red de tráfico de drogas incluye a generales del ejército, jueces, funcionarios, empresarios y traficantes de cárteles en Colombia y Venezuela. Varios de los detenidos, ahora en suelo americano, pactaron con el gobierno estadounidense su libertad judicial a cambio de información.
El medio de prensa tuvo acceso para su reportaje a testimonios de implicados y documentos oficiales que confirman a 24 cómplices que allanaron el terreno operativo, policial, militar y aéreo. El mismo Diario reveló que militares y políticos ligados al gobierno venezolano pretendían quedarse con todo el pastel. El mecanismo, maquiavélico: los oficiales ofrecieron a los narcotraficantes la seguridad de no ser extraditados si vinculaban a personajes de la oposición en el tráfico de drogas. Toda una maniobra para sacarlos del mapa. Y Hugo Chávez estuvo al corriente de todo.
En febrero del pasado año la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) ya había comunicado que el vicepresidente El Aissami, nombrado en su cargo por Nicolás Maduro, y el empresario Samarck José Lopez Bello estaban en su punto de mira por jugar “un papel fundamental en el tráfico internacional de narcóticos”. La OFAC señaló a El Aissami como el eslabón principal que facilitó el transporte de cocaína, propiedad del traficante venezolano Walid Makled García.
La investigación comienza a conectar historias. Jaime Alberto Martín Zamora, “Beto Marín”, detenido y extraditado a Estados Unidos en 2010, contó con “pedidos muy especiales del propio Chávez para evitar que fuera entregado a EEUU”. Así se lo contó el antiguo líder del Cártel del Norte del Valle de Colombia a los fiscales, informó Las Américas.
“Chávez quería acusar a unas familias específicas relacionadas con la banca privada de estar vinculadas al Cártel del Norte del Valle y al narcotráfico como lavadores del dinero, pero como Beto Marín no accedió al chantaje, Chávez autorizó su extradición”, reveló una fuente cercana a la defensa del narco colombiano. La extradición de Beto Marín se sumó a las otras 78 que hubo entre 2006 y 2015, desvela la investigación.
Los testimonios y evidencias contra el vicepresidente venezolano, Tareck el Aissami, son los más contundentes y reposan en las cortes del Distrito Sur de Florida y de Brooklyn, en Nueva York. De los relatos se desprende una cadena de relaciones que, de alguna manera, conectan a distintos clanes del narcotráfico internacional.
En el organigrama del tráfico de cocaína en Venezuela que publica Las Américas se incluyen jueces como Benny Palmeri Bacchi, que contribuyó para evitar posibles extradiciones, el ex director de la Interpol en Venezuela Rodolgo McTurk, el general Hugo Carvajal Barrios, el ex ministro de Defensa Henri Rangel Silva, el ministro del Interior Néstor Reverol entre muchos más.
“Carvajal es una de las personas más polifacéticas que podemos encontrar en todo este entramado. Es una de las personas que más participó en actividades de tráfico de drogas e ingreso de dinero del narco a Venezuela”, reza uno de los comunicados de una persona que conoció de cerca al militar y sirvió de testigo al Departamento de Justicia de Estados Unidos. Carvajal, diputado en la Asamblea Nacional de Venezuela, tiene una orden de arresto de Estados Unidos por contribuir al tráfico de cocaína desde su sillón de poder.