LA HABANA, Cuba.- En el año 1918 se creó el Coney Island en La Habana, inspirado en un parque homónimo de la ciudad de Brooklyn, Nueva York. Por entonces, el país se había recuperado bastante de los efectos de la Guerra Necesaria; La Habana comenzaba a despuntar como una ciudad próspera y la idea del parque se convirtió en un ambicioso proyecto, conducido por la Compañía Urbanizadora de la Playa de Marianao para atraer turismo.
En el municipio Playa fue inaugurado el espectacular Coney Island con numerosas atracciones, lugares para relajarse, una fascinante vista al mar y excelentes ofertas gastronómicas. Su fama se extendió por toda la isla e incluso más allá de sus fronteras. Algunos años más tarde, muy cerca, se construiría el Balneario la Concha, para convertir esa zona en una de las más concurridas por las clases media y alta, así como por visitantes extranjeros.
A lo largo de la Quinta Avenida se ubicaron establecimientos de gastronomía, entre ellos los famosos restaurantes Himalaya, La Cocinita y Rumba Palace.
La diversión estaba garantizada para grandes y chicos. La afluencia de público era enorme y constante. Entre las principales atracciones figuraban la montaña rusa, la estrella y la Casa de los Cristales.
El que en su momento estuvo considerado como el mejor parque de atracciones de América Latina fue cayendo paulatinamente en el olvido a partir de 1959. La nacionalización y la perenne crisis que ha acompañado al socialismo dejaron el Coney Island a merced del deterioro, la maleza y el salitre.
Una remodelación fue acometida en la década de 1980, con nuevos equipos de fabricación japonesa, pero una vez más se impuso el paso del tiempo y los equipos comenzaron a oxidarse. El Parque Lenin se convirtió en la mejor alternativa de diversión para la familia cubana; el Coney Island, abandonado definitivamente, pasó a ser un montón de chatarra en la pulcra 5ta. Avenida.
En el año 2005 surgió un nuevo proyecto para recuperar el emblemático parque, pero rebautizado como Isla del Coco, aprovechando que las nuevas generaciones no tenían la menor idea o acaso algún recuerdo de lo que había sido el Coney Island y su neoyorquino origen. Con capital chino fue construida la nueva plaza, inspirada en las aventuras del Capitán Plin, un personaje de ficción creado por el historietista cubano Jorge Oliver.
En 2008 la Isla del Coco abrió sus puertas al público. En los años siguientes sería cerrado varias veces para acometer reparaciones. En 2019 le instalaron iluminación artificial para extender su horario hasta las 10:00 de la noche. A pesar de los esfuerzos, la sucesión de la coyuntura, la pandemia, el reordenamiento monetario con su incontrolable inflación, la crisis de combustible y, finalmente, la contingencia, han situado el parque de atracciones en el camino de la destrucción y la obsolescencia, sin haber alcanzado jamás, ni por asomo, el esplendor del antiguo Coney Island.
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