LA HABANA, Cuba.- Solamente el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana informó sobre el cierre temporal del mercado mayorista de productos agropecuarios El Trigal, ubicado en el municipio Boyeros.
La prensa escrita de ese día de mayo no informó al respecto, a pesar de la importancia de El Trigal para el abastecimiento de productos de los mercados agropecuarios y puntos de venta en sus diferentes formas de gestión de La Habana, donde habita el 20% de la población cubana.
Todo indica que el Departamento Ideológico del Partido Comunista orientó que la noticia solo debía darse a conocer por el Sistema Informativo de la Televisión cubana.
En el Noticiero, el periodista Boris Fuentes conversó con el vicepresidente del Consejo de Administración de La Habana, Luis Carlos Góngora Domínguez, quien informó que a partir del 13 de mayo el mercado mayorista el Trigal paralizaría sus operaciones de comercialización de productos agrícolas.
Góngora Domínguez explicó que el Consejo de Administración de La Habana decidió cerrar temporalmente El Trigal y, en consecuencia, extinguir la Cooperativa No Agropecuaria (CNA) que lo gestionaba por irregularidades que se detectaron en su funcionamiento.
Según Góngora, El Trigal ya no responde al principio por el cual fue creado para servir como mercado de abasto a la capital.
Resulta verdaderamente escandaloso que tan alto directivo de la Administración del Poder Popular de La Habana se apee con esa historia. La apertura del mercado El Trigal ocurrió el 18 de diciembre de 2013.
En un trabajo de un equipo de periodistas de la Agencia de Información Nacional titulado “Cuando la suma no da…”, publicado en el diario Granma el 20 de noviembre de 2014, Carlos Rafael Sablón, presidente en aquel momento de la CNA que gestionaba el Trigal, explicaba que los poseedores de áreas alquiladas para la venta de sus mercancías lo hacían bajo el principio de la oferta y la demanda y estaban autorizados a vender a quienes quisieran, pero “que de repente, algunos con mucho dinero se convirtieron en intermediarios”.
La nave principal de El Trigal, de 16 000 metros cuadrados, estaba divida en 244 posiciones de venta, que eran abastecidas de mercancía de lunes a viernes por entre 110 y 115 camiones diarios, procedentes de Mayabeque, Artemisa y otras provincias, con promedio de carga de cuatro o cinco toneladas de mercancía por camión.
A ese ritmo ininterrumpido de entregas, aseguraba Sablón que terminaría el año 2014 con el acopio de unas 60 mil toneladas de mercancías.
Con este mercado, los campesinos podían traer sus cosechas de manera directa a la capital. Ahora, de repente, sin que mediara una explicación detallada, se anunciaba el cierre de El Trigal y la disolución de la CNA que administraba tan importante actividad comercial.
Inexplicablemente, los medios oficiales hacía años que no sacaban la más mínima información sobre El Trigal, como si no existiera.
Como la culpa por el mal trabajo, el descontrol y la corrupción no pueden quedar en el aire, ahora resulta que la Empresa de Mercados Agropecuarios de La Habana y el Consejo de Administración Provincial no tienen ninguna responsabilidad de lo acontecido en El Trigal y todas las culpas se las achacan a la CNA.
Por eso la burocracia determinó extinguirla, sin importarle un comino el destino laboral de sus decenas de asociados.
Una regla de oro del régimen castrista es no juzgar públicamente a los dirigentes cuya labor de dirección y control ha sido deficiente. A sus inveterados servidores, privilegiados miembros del círculo de poder, se les exime de culpas y esta se las endosan a aquellos que menos responsabilidades tienen. Es lo que ha ocurrido en el caso de El Trigal.
A una pregunta formulada por periodistas del diario Juventud Rebelde, en el artículo publicado el 7 de diciembre de 2014 y titulado “Para que la gente pueda respirar un poquito más”, Jorge García Trujillo, que fungía en aquel entonces como Director Provincial de Mercado Agropecuarios de La Habana, explicó que su empresa contaba con 52 mercados, dado que en julio de ese año, 77 pasaron a ser CNA en correspondencia con la nueva política de comercialización de productos agropecuarios establecida por el gobierno en La Habana, Artemisa y Mayabeque.
El cierre del Trigal y la disolución de la CNA pone de manifiesto el fracaso de esta política en La Habana.
La solución antieconómica, generadora de corrupción y vicio, que temporalmente ha encontrado el Consejo de Administración Provincial es que los cientos de camiones que diariamente descargaban sus mercancías en el Trigal, de ahora en adelante abastezcan directamente a los diferentes mercados en el horario de la noche hasta el amanecer.
La red de mercados agropecuarios en La Habana la integran más de 125 establecimientos estatales, arrendados a CNA, puntos de ventas y los gestionados por emprendedores privados. Según Góngora explicaba a Juventud Rebelde en 2014, estos últimos eran los principales compradores de mercancías en El Trigal. Con la nueva ofensiva gubernamental para bajar los precios de los productos del agro, serán los más perjudicados. En la nueva distribución, ellos no serán los prioritarios.