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LA HABANA, Cuba.- Un faquir recorre las calles habaneras para deleitar a unos y estremecer los nervios de otros con sus actos de introducir objetos impensables por su nariz. Procedente de la oriental provincia de Santiago de Cuba, el propósito declarado de Juan Antonio Vargas Lefebre es “derrotar al canadiense que hace de faquir”.
A punto de cumplir el próximo 5 de julio sus 71 años, Vargas Lefebre aseguró a este reportero que su “ansiedad” es “ver si alguien de visita me saca para poder resolver mi problema, porque aquí nunca voy a resolverlo”.
“Que alguien afuera diga: ‘voy a buscar a ese hombre’, es mi fe. De lo contrario, sólo puedo sobrevivir”, se queja. “Sólo pretendo obtener el Récord Guinness, algo que dentro de la Isla resulta imposible”.
“No tengo rivales”, asegura después. “Yo me entierro una sevillana (navaja) por ahí pa’ dentro”, dice mientras señala el agujero derecho de su nariz. “Los médicos no se preocupan por ello”.
“Todas estas gangarrias (prendas) yo me las pongo para que en celular salga”, dice, respecto a sus anillos. “Con sacrificio me he hecho de todo esto. ¿Te imaginas un artista con los dedos desnudos? Como artista tengo que brillar”.
Más adelante aseguró que su capacidad de introducir objetos en su fosa nasal derecha obedece, según los médicos, a una malformación congénita. “El consejo que me dieron los médicos es que no me lastime nunca la cervical, de lo contrario quedaré inválido”.
Mi número más peligroso es el clavo porque es con el martillo, y tienes que convencer a la gente que llegó al final, pero bueno, son gajes del oficio.
Soldador eléctrico de profesión, asegura haber trabajado muchos años en el puerto de Santiago de Cuba. “Pero por esta vía he resuelto más”, confiesa.
Un faquir es una persona que lleva a cabo desafíos de resistencia tanto física como mental. Entre ellos se encuentra caminar sobre brasas al rojo vivo, introducir en la boca antorchas o cuchillos, acostarse sobre colchones de clavos.