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Abril 23, 2007
Nefasto, la tecnología y la muerte del español
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Nos faltarán palabras.
Se mueren de abandono en toda Hispanoamérica por culpa de Internet.
La inquietante ausencia de las Ñ por faltas de sorpresas para ¡coño!
y abono para cañas es una realidad.
¿Quién nos iba a decir que la palabra ñame desaparecería
con vianda y todo del español de Cuba por culpa de la jerga tecnológica
impuesta por los anglófonos en su invasión idiomática?
Nadie pensó jamás que nuestro vocablo sueño se traduciría
en estrés, despetronque, abulia, picazón o humillante roncadora
en la lengua de Shakespeare.
Sin embargo, no existe una palabra en ese idioma que arranque la Ñ
de raíz en el rugido, la fiebre, el humo, el palabrerío
y la seguidilla de los vocablos compañeros, cuños y campañas
en que se hunde la isla, dijo Inocencio "El ñato" al
ver cambiar su mote por el de "nariaplastao".
A pesar de ese caso excepcional, si nos guiamos por el nivel de alarma
de los lingüistas del Departamento de Español Urgente, pronto
los hispanoamericanos hablaremos por señas o en inglés.
Y no es para menos si los consumidores de fast food, McDonalds, Snack
Bar, Grand Card y cuanto servicio o mercadería norteña aparece
en el mundo, siguen diciendo yes ante los asaltos de la palabra email,
se ponen de rodillas frente al swing, se bajan la saya castellana mientras
"surfean" en la web, hacen clic de site en site, y acaban por
enterrar nuestro idioma en un floppy disk.
Resulta aterrador que los términos "tecno" para definir
las baratijas, "se usen en desdoro de nuestras palabras olorosas
y montunas, cuajos de la identidad iberoamericana", ya casi en extinción
a causa del depredador inglés.
La muerte, por falta de uso, de más de seis mil vocablos de la
lengua española entre 1992 y 2001, víctimas del genocidio
idiomático a través de Internet, la televisión y
otros medios de destrucción masiva de nuestra identidad, han puesto
en alerta máxima a cuanta academia del verbo, cuchitril de palabras,
sembradíos de jotas y vertederos de eñes, aún luchan
contra el matrimonio de Rocinante y Dolly.
Causa tanto pesar la inminente derrota del idioma español, que
ya se compran verbos y almacenan palabras en franca vía de extinción,
para crear una "reserva digital", especie de refugio para los
vocablos desplazados por culpa de la guerra idiomática anglo-española,
donde se protejan para la posteridad.
Para ello, y con el total apoyo de la UNESCO, del club de los gramáticos
de solar en Atarés, los creadores del diccionario práctico
para montar camellos, hacer colas y vender albóndigas de pepinos
en Luyanó, se creó un ejército de 41 mil internautas
hispanos dispuestos a combatir hasta la muerte de la última interjección,
verbo, pronombre, artículo, adjetivo que conforman palabras en
el idioma inglés.
Ante el genocidio idiomático de que somos víctimas, nada
mejor que acudir a la memoria afectiva que salve de un apagón lingüístico
las palabras floridas que causaron mayor entusiasmo en el ejército
de internautas en defensa del español.
Pero lo que resultó curioso y avala la necesaria urgencia de democratizar
el idioma español, fue que mientras los integrantes del ejército
regular consideraron que las palabras más hermosas, o en peligro
de desaparecer son, en orden descendente: amor, paz, vida y azahar, un
destacamento de una guerrilla urbana en nuestra capital -que escribe con
carbón en las paredes a falta de Internet- optó por seleccionar:
jamón, pan, huida y viajar, como un ejercicio de las diferencias
en la unidad.
Además, fue conmovedor y preocupante conocer que mientras los
del ejército elegían para la "reserva sentimental de
los hispanohablantes", palabras como esperanza, albahaca, pasión
y abrazo, entre otras, la tropa guerrillera se inclinó por añoranza,
vaca, avión y cabezazo, con sólo un punto de coincidencia:
el vocablo mar.
No hay dudas de que con el concurso de esta aguerrida tropa bajo el mando
del Estado Mayor de Español Urgente, no tengamos más bajas
de palabras en nuestra lucha contra el genocida inglés, y aparezcan,
de pronto y sin aviso, como si fueran multas, las ya olvidadas por los
cubanos: carne de res, criterio propio y felicidad.
Eso se los aseguro yo, Nefasto "El sonador", pues tenemos la
Ñ racionada ante el peligro de extinción.
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