Mayo 12, 2003
El poema de lo prohibido
LA HABANA, abril (Prensa Independiente de Cuba / www.cubanet.org) - La poesía
contemporánea cubana, calificada por algunos como hermética por su
afán de buscar una solución escapista a la realidad que circunda
al creador en cuanto a la censura, tiene decenas de ejemplos que niegan esta
aseveración.
Como muestra de ello, y sin pretender determinar el verdadero alcance de
cada verso, sus múltiples lecturas e interpretaciones, las pequeñas
trampas donde se encubre más de un criterio que no quiere darse a la
publicidad, el poema tomado como referencia de un lenguaje asequible nos da la
claridad de un mensaje envuelto en imágenes, alusiones y otras armas únicas
de los poetas.
Los versos iniciales de El poema de las prohibiciones, de Manuel González
Bustos, si bien comienza con el inocente "Escribid el poema del hambre / la
embestida del loco por un ápice de luz", a continuación nos
da una coordenada para que ubiquemos la supuesta otredad de su mensaje, al
decirnos: "los censuradores tendrán que refugiarse en sus más
alarmantes antagonismos"
Todo ello en un lenguaje apenas imaginativo, casi directo, pero que deja sin
posibilidad de ataque a los inquisidores del pensamiento ajeno ante las
embestidas de un loco que puede ser cualquier hombre o pueblo, a quien se llama
a salir de la oscuridad de su contexto, en este caso el cubano.
En la segunda parte, el poeta, encubriendo la carga semántica de las
afirmaciones que servirán de eje central al universo que describe, acude
al supuesto encuentro entre dos amantes, que bien pueden ser el bien y el mal en
su dualidad unívoca, el día y la noche como dos extremos que se
tocan y se complementan o el choque
"Aquí fluye el júbilo de las visitaciones. Aquí
dos cuerpos se desnudan. Destrozan con sus lenguas las abstinencias ilícitas.
Aquí el miedo a confesarse íntegro. A no pedir permiso. Este
cansancio es unánime. No tiene nombre ni casa".
Este clímax del poema, esta catarsis lírica que destroza la
otra intencionalidad más allá de la supuesta pareja, nos da la
clave del mayor desgarramiento del poeta: "Aquí el miedo a
confesarse íntegro. A no pedir permiso", que termina con esos versos
totalizadores de un sentimiento que se generaliza: "Este cansancio es unánime.
No tiene nombre ni casa".
El poema, llegado a su cima, comienza a describir en un tono desesperanzador
-envuelto en la derrota-, ante la supuesta imposibilidad de hacer algo por
romper con esta rutina que amarga y anula la existencia.
"Ni el consuelo de no ser ya cansancio, / y a partir con las ballenas.
Este cansancio una vez fue rey. / Angel herido y trasnochado / pero cansancio al
fin / ya sin corona / sólo un raro nacimiento y un haz de sueños
truncos", para finalizar esta segunda parte con un grito estentóreo
a los cuatro puntos cardinales: "Aquí proclamo su corazón galáctico,
su estela más leve que la noche", cubriendo con la metáfora
su decepción de no poder hacer nada.
El poeta, como renegando de lo expresado anteriormente, inicia la tercera y última
parte en el significativo verso: "He venido a pedir absolución",
para poner fin con un contundente credo que al parecer justifica sus temores
ante la realidad de la censura: "Sobre todo ahora que morir es tan probable
como tomarse una píldora y no ser coronado":
Poesía sugerente, extrovertida, con un lenguaje para todos, es la que
nos regala Manuel González Bustos, autor espirituano que ya tiene a su
haber los cuadernos de poesía Confesiones de un loco descreído,
Caramba Manuel y La Muerte es una trampa pública, que le han
proporcionado importantísimos premios sin tener que ocultarse detrás
del hermetismo ni otra corriente en boga, sólo con su lenguaje abierto y
coloquial, sin rebuscamientos formales ni temáticos como característica
de su poesía.
Poema del ahora y del mañana, Escribid el poema de las prohibiciones
nos convoca a no pedir permiso, para que los censuradores tengan que refugiarse
en sus más alarmantes antagonismos. cnet/09
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