Octubre 11,
2002
Conservadurismo y postmodernidad en la cultura granmense
Víctor M. Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - La imposibilidad de concertar
acuerdos donde no aparezcan prejuicios, temores, falta de confianza en los
artistas y sus proyectos ha provocado que los debates entre quienes integran
las filas de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y
los que rigen la cultura en la provincia Granma se hayan convertido en un diálogo
entre sordos.
El tratamiento de diversos temas como el éxodo de profesionales de la
música, la danza, el teatro y la literatura, la escasez de propuestas a
mediano plazo para el seguimiento de jóvenes valores, y la necesidad de
estructuras institucionales de mayor alcance, son abordados de forma sistemática
sin resultado alguno en el Proyecto Espacio a la Crítica, que efectúa
mensualmente el Centro Provincial para la Superación de la Cultura en
Granma.
Las reticencias acumuladas entre funcionarios y creadores, fundamentadas en
rechazos, despidos, abolición de iniciativas por el culto dogmático
a la supuesta integralidad del creador y su obra, prevalece y acalla las ideas
de los participantes, mutila el análisis de los informes y crea un falso
espacio incondicional para las inquietudes de los artistas.
Problemas como la sutil exigencia de un producto artístico con
lectura unidireccional y el interés porque el creador no desborde su
imaginación para que el espectador promedio pueda interpretar su obra,
son considerados entre las limitantes de los artistas de ese territorio a la
hora de elaborar un texto literario, pintar un cuadro o realizar una composición
musical.
Asimismo, el reconocimiento a la carencia mayoritaria de una formación
humanística integral que propicie un pensamiento estético
divergente y abierto a la opinión en el ámbito de la cultura,
acapara la mayor atención de quienes andan a la búsqueda de la
plena libertad de creación.
El arte postmoderno, unido a temas que aborden ciertas zonas vedadas por el
dogma oficial, es rechazado por la mayoría de los funcionarios de la
cultura de Granma, a veces por un conservadurismo provinciano, otras por un
total desconocimiento del múltiple lenguaje de las obras, y en varias
ocasiones por considerarlas hipercríticas de acuerdo con la forma o el
contenido empleado para reflejar la realidad de su contexto.
Puestas en escena del Colectivo Teatral Granma, obras literarias de Rafael
Acosta Fonseca, Narcés López Puente y otros poetas y escritores
enfrascados en develar las complejidades de un momento histórico nacional
sumergido en la desorientación estética, se suman a proyectos de
artes plásticas, musicales, calificados de irreverentes, y sucumben bajo
la censura obsoleta del realismo socialista, rasero por el que aún se
mide la calidad del arte en Granma.
Estas y otras limitaciones conceptuales en la esfera de la creación
artística constituyen un freno para el desarrollo de la libertad de
expresión, atentan contra las posibilidades reales de los creadores, y
reducen considerablemente el alcance cultural y estético de la población.
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