Julio 18, 2002
Galerías de la libertad
Víctor M. Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - La aparición en la capital
cubana de galerías de arte alternativo dan un matiz diferente al
enfrentamiento pacífico contra el totalitarismo impuesto por el gobierno
de Fidel Castro.
Si bien la censura y las prerrogativas de las instituciones culturales
alejan de las galerías estatales y otros espacios al arte que no responde
o cuestiona los patrones ideológicos dictados por una nomenclatura
desfasada en el tiempo como es la de los comunistas cubanos, los creadores
insisten en dar rienda suelta a sus más íntimas configuraciones
como reto frontal a quienes los marginan, y están seguros de la
existencia de un público subterráneo que los alienta y comprende.
Así lo demuestra Humor en campo minado, una exposición
compuesta por doce caricaturas críticas al sistema que fue visitada por
numerosas personas en la biblioteca independiente Reynaldo Arenas, ubicada en
Florida 171, entre Vives y Puerta Cerrada, municipio Habana Vieja.
La liberación a través del arte de múltiples ataduras
psicosociales, el replanteamiento de numerosas propuestas obtenidas en su
decursar por diversas etapas como el existencialismo, la poesía,
postmodernidad y otros mecanismos de ruptura entre su mundo interior y el
externo, logran que las caricaturas de Islei de Jesús Urrutia Alvarez
sean un fenómeno de público por su iconoclasta y original visión
de la realidad cubana, en medio de un contexto signado por la obediencia al
dogma oficial.
Si bien el autodidactismo limita en algo sus trazos y dibujos, la
incisividad del mensaje, el rejuego formal y, sobre todo, el buceo semántico
de una realidad alucinada y alucinante permiten que las piezas presentadas por
el artista en esta exposición se conviertan en una denuncia permanente de
las inmensas contradicciones entre lo que se pretende hacer ver a la población
y lo que realmente existe.
Empleando la sátira política y el ahondamiento en las claves
primigenias del gracejo popular cubano, el artista devela por medio de la burla
y la parodia un mundo sumergido en la farsa y la censura.
Obra como Los Tuertos, donde se hace alusión al fracaso del
gobernante cubano al profetizar el socialismo a escala mundial; o Viva la
Revolución, en que los animales muestran una euforia orwelliana ante el
anuncio de que un kilogramo de frijoles tiene más proteínas que
uno de carne, desmontan un discurso esquizofrénico y justificativo con
una originalidad conceptual admirable.
Por otra parte, el "apuntalamiento" de Fidel Castro como si fuera
un derruido edificio de la capital cubana; la sarcástica alusión
al movimiento de innovadores y racionalizadores cubanos por confeccionar el
sostenedor de brazos con banderitas, se unen a la figura del presidente
venezolano Hugo Chávez delante de un espejo que le devuelve la imagen de
Castro y revelan un amplio espectro indagatorio a la hora de asumir el acto
creativo suficiente para proclamar al artista como talentoso.
Basta con leer la petición de Claudina y Travieso de que no les dejen
caer en la tentación de la violencia; con oír al borracho gritar
que avisen a "futuro" para que se esconda, pues se anunció que
pertenece por entero al socialismo, para entender los resortes comunicacionales
más directos entre este creador y un pueblo que necesita de la risa
conjugada con el pensamiento, si pretende romper con el panfleto apologético
en que han convertido la función de la obra de arte dentro de Cuba.
El arte como ejercicio liberador de todas las ataduras impuestas por el
dogma, la censura y la descalificación oficial a quienes transgreden lo
establecido por los comisarios culturales dentro de la isla, asume en estas
galerías independientes su rol de vanguardia en la desmitificación
de temas, figuras y otras disposiciones totalitarias.
La iniciativa, desplegada por la licenciada Dorka Céspedes Vila desde
la presidencia de la Comisión Cuba, se extiende a otras nueve facultades
cívicas creadas en la capital sin la autorización gubernamental, y
las convierte en centros culturales donde los visitantes, con entera libertad,
disfrutan de una exposición o un recital de poesía, comentan sobre
un libro o una película, debaten sobre los derechos humanos, la economía
y todas las vertientes políticas y cívicas que pueden mejorar a la
sociedad y al hombre.
La inauguración de esta muestra de caricaturas como preámbulo
de un proyecto para ofrecer espacios a los artistas que apuestan por la verdad más
allá de los riesgos que corre la creación en un campo minado por
la intolerancia y la represión, de seguro sentará pautas y sumará
seguidores en esta cruzada cultural contra el totalitarismo y el miedo.
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