Junio 27, 2002
Para salir de la crisis laboral
Aleida Godínez, Lux Info Press
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - En Cuba no existe aparentemente
desempleo y se observa un bajo índice de subempleo. Pero, con el fin de
mantener estables y relativamente bajas las cifras históricas, el régimen
acude a la práctica cotidiana del engaño, para evitar que el hecho
ocasione el descontento de la masa trabajadora y se produzca una crisis difícil
de controlar.
El salario que se paga la mayoría de las veces no tiene una respuesta
material en bienes y servicios creados. Para sostener de forma artificial el
nivel de pleno empleo, durante años se ha mantenido un proceso de
plantillas sobredimensionadas. Esta incongruencia ha frenado de forma absoluta
la disponibilidad de recursos financieros y ha potenciado la desvalorización
del poder adquisitivo del salario, favoreciendo el crecimiento de niveles de
inflación y de elevados niveles de pobreza.
Durante años el gobierno mantuvo esta realidad tras bambalinas
debido, en gran medida, al apoyo del desaparecido campo socialista que ofertaba
a Cuba un comercio beneficioso, dotado de precios preferenciales, que a la vez
dio lugar al parasitismo económico en nuestro país.
Otra es la situación laboral que se avizora para los cubanos después
de transcurrida una década del colapso del socialismo en Europa del Este
y mientras el régimen de Fidel Castro se contenta en realizar
megamanifestaciones en su obsesivo afán de mostrar al mundo el
incondicional apoyo del pueblo a su gobierno, repitiendo su viejo e incoherente
discurso de ¡Socialismo o Muerte!
La existencia de agencias contratadoras intermediarias que pactan a espaldas
del trabajador cuánto será su salario con el inversionista
extranjero, pagándole luego en moneda nacional mientras guarda para sí
los codiciados dólares; la ausencia de una política laboral acorde
con las normas internacionales del trabajo, la limitación a las
actividades por cuenta propia, la amenaza, detención y negación de
empleo a sindicalistas independientes, la discriminación de empleo por
razones políticas, la no permisión de sindicatos independientes y
otras prácticas violatorias hacen que la crisis se agudice.
La reciente decisión gubernamental de paralizar 71 centrales
azucareros en todo el país ha congelado las expectativas de la masa
laboral de ese sector, que percibe cómo se desmoronan sus esperanzas de
mejoramiento a escala individual.
Cálculos independientes indican cifras alarmantes de desempleo del
orden de los 100 mil trabajadores en un futuro que, más que cercano, ya
está entre nosotros.
El gobierno maneja la idea de poner a estudiar a estos desempleados, permitiéndoles
alcanzar el nivel de duodécimo grado. Nuestra inquietud no es
precisamente ésta, porque nos agrada la idea de la superación
pero, ¿qué ocurrirá cuando estos improvisados estudiantes se
aburran de serlo o terminen la enseñanza? ¿Continuarán
carreras universitarias? ¿Cuál será el futuro de los que no
tengan esa vocación, no tienen edad para ello o no están
interesados en estudiar? Y si se hace realidad esta utopía, ¿dónde
trabajarán? De este modo la solución dada a la crisis se vuelve un
círculo vicioso interminable, cruel, parodia del cuento infantil de la
buena pipa. ¿Qué comenzó primero el desempleo o la solución?
Para salir de la crisis hay que salir del gobierno. Hace falta una sociedad
civil fortalecida, una sólida resistencia cívica, que resulte en
una transición pacífica, sin derramar una sola gota de sangre, que
permita al cubano vivir en plena libertad para escoger lo que desea para sí,
sin interferencias políticas, ni compromisos morales con gobierno alguno.
Hay que llegar a esta nueva sociedad sin miedo a la pérdida de los
supuestos logros que preconiza el régimen, sin temor a los fenómenos
que aparecerán y que son producto de la deformación social, económica
y política de la que ha sido víctima la vida nacional por estos 42
años.
Sólo la apertura a una economía de mercado, a la pequeña
y mediana empresa privada, a la inversión extranjera multisectorial como
vía para el desarrollo económico, la seriedad en nuestra gestión
económica que garantice el respeto de las instituciones monetarias
internacionales para tener un libre acceso a créditos bancarios
suficientes que colaboren con el fortalecimiento de nuestra nueva nación,
ofrecerá bienestar a los cubanos.
Instauraremos una nueva sociedad en la que respeten las normas dictadas por
la Organización Internacional del Trabajo, florezca el sindicalismo en
consonancia con los intereses más nobles de los trabajadores. No queremos
enfrentamientos con los futuros empresarios ni con el gobierno, deseamos y es
necesario el espíritu de comprensión, intercambio y trabajo
mancomunado para llevar al país adelante.
No necesitamos huelgas, necesitamos empleos, trabajos dignos, salarios
justos, convenios colectivos de trabajo acorde a las prácticas
internacionales y, sobre todo, libertad para realizar nuestras aspiraciones como
nación. Sólo así saldremos de la crisis.
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