Mayo 30, 2002
Cuando el río suena...
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - El mes de junio traerá nuevas
desgracias a los cubanos. Analistas de alcantarillas, agoreros desde sus
consultas en bicitaxis, cartománticos de agromercados, unidos a
corredores de bolas y a heraldos de la desinformación oficial, forman las
corrientes de opinión de un río que suena porque aguas trae.
El día primero de junio el dólar se cotizará a treinta
por uno, dicen. Y los productos alimentarios bajarán un diez por ciento,
dicen con cierta satisfacción quienes reciben divisas desde el
extranjero, o la obtienen mediante su trabajo, o por su dedicación al
robo, al desvío de recursos, a la prostitución, al proxenetismo y
a otros oficios lucrativos de la Cuba de estos tiempos.
Ese día el dólar bajará a veinte por uno y los
productos de primera necesidad sólo subirán un diez por ciento
para compensar a los más necesitados -señalan por su parte quienes
viven de un salario de 200 pesos, de una pensión de 80 pesos o de una
ayuda de la Seguridad Social de 30 pesos.
Sin embargo, todos coinciden en señalar que los llamados artículos
de lujo (léase un par de zapatos, una olla arrocera, un ventilador o un
calzoncillo) dispararán sus ya elevados precios hasta el cielo.
Este arte de la especulación, esta fiebre de premoniciones de
bolsillo, sustituyen por un instante la debacle existencial de los cubanos y
obnubilan, con su carga de ambigüedades que pueden resultar ciertas, una
vida que se debate entre la fragilidad y el miedo. Los cubanos, obligados a
sufrir pesadillas, no pueden soñar. Y esta realidad los convoca cada día
a buscar, entre las predicciones de desastres o supuestos avances, un equilibrio
para su desnudez informativa.
Las opiniones entre la población se encuentran divididas. Pero, de
acuerdo con los resultados de un sondeo realizado entre medio centenar de "analistas"
de ambas partes, la mayoría coincide en señalar que nada bueno
saldrá de lo que pase.
"Nada más hay que ver el aumento de los precios de las viandas"
-dice una recién parida que vende jabitas frente a un agromercado.
"O la desaparición del petróleo" -indica un chofer
particular con el auto varado en medio de la calle.
"Y si no, la disminución de la cuota normada de huevos, el
incremento de la frecuencia y duración de los apagones, el
desabastecimiento de las tiendas recaudadoras de dólares" -agregó
una maestra jubilada que vende refrescos de tamarindo para estirar la
insuficiente mensualidad que recibe de pensión.
Estos medidores, si bien no responden a parámetros económicos
confiables, conforman una visión popular bastante exacta de los males que
amenazan incrementarse en la nación.
Por su parte, el silencio oficial ante estas preocupaciones augura que radio
bemba no se encuentra lejos de lo cierto.
Los problemas que confronta el gobierno cubano con el suministro de petróleo
proveniente de Venezuela, con la caída en picada de la recaudación
de divisas por concepto de visitas de extranjeros, la disminución de las
remesas familiares, así como la muerte anunciada de la producción
de azúcar en la zafra 2001-2002 y el retroceso de algunos productos
exportables como el níquel y los cítricos son señales inequívocas
de que el pueblo no anda equivocado.
La población está tensa esperando el primero de junio. Los que
tienen dólares intercambian opiniones sobre si vender o guardar. Los que
no tienen, rompen sus cochinitos de barro, sus pequeños cofres de madera,
sus cajas de talco y comienzan a contar centavo por centavo esperando que llegue
el inevitable día.
Los que no poseen ninguna de las dos monedas en cantidad suficiente para soñar,
o ni siquiera sufrir, la gran mayoría de los cubanos, miran hacia los dos
bandos para felicitar a cualquiera que tenga la razón.
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