Septiembre 25, 2001
Para cazar un Panda
Víctor M. Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, septiembre - Para cazar un Panda, no al animal, al oso, sino al
que animaliza -el televisor- es preciso acumular más méritos que
para obtener el premio Nobel.
Está vedada la caza, por cualquier medio, del panda, oriundo de las
montañas del centro de la República Popular China, con cuerpo que
mide entre 1,2 y 1,5 metros y una cola de 12,5 centímetros, por ser una
especie única de esa región asiática y encontrarse en
peligro de extinción.
Sin embargo, el otro Panda -el televisor- oriundo también del país
de los mandarines pero fabricado en serie por una firma cualquiera, en cualquier
ciudad dentro de La Gran Muralla, se encuentra disponible para los cazadores
cubanos de mayor experiencia. Este espécimen, con pantalla de 20 centímetros,
control remoto y otros rasgos comunes a sus antepasados japoneses, al contrario
del Panda animal que se alimenta de bambú, lo hace de la ignorancia y la
falta de opciones de quienes sueñan con domesticarlo dentro de la isla.
Esta tarea, bastante infructuosa por lo difícil que se hace capturar
en Cuba un ejemplar de esta especie, es compartida por miles de aspirantes que
se despersonalizan, mienten y atacan entre sí con tal de reunir los
requisitos que les permitan obtenerlos.
Al Panda animal su cabeza enorme, patas recias y pelaje denso y lanoso,
blanco y negro -a veces parduzco en el negro- y zarpas delanteras especializadas
para agarrar tallos de bambú, lo convierten en uno de los mamíferos
más populares y celebrados del universo. Pero su grisáceo tocayo,
en ocasiones claro, se debate entre el rechazo y la adoración.
El rechazo, debido a lo difícil que resulta para un obrero-cazador
cubano obtenerlo por una cantidad equivalente a la suma de los salarios de tres
años de trabajo: 4,220 pesos. La adoración, dada la imposibilidad
del ciudadano promedio de poseer un televisor en colores si no tiene familia en
el extranjero.
Y aunque se "facilite" su adquisición mediante mensualidad
fija pagadera en cinco años, cientos de trabajadores se han visto
obligados a renunciar a su tenencia o de lo contrario tendrían que
alimentarse y vestirse en todo ese período con las mesas redondas y los
esperpénticos diseños del modisto Castillo, respectivamente, que
aparecen en la programación de la TV nacional.
Por otra parte, si los Pandas animales son habitualmente solitarios -a menos
que estén criando- y viven principalmente en el suelo, su contraparte,
los televisores Panda andan en manadas de series y habitan en los solares de
Ciudad de La Habana, los llega y pon de Pinar del Río y las cañonas
de oriente, amén de apartamentos-gallineros levantados en todas las
regiones del país. Las residencias y las casas de los dirigentes no
tienen el clima propicio para su estancia, pues en ese hábitat sólo
se reproducen con facilidad los Sony y los Sanyo.
Para cazar un Panda televisor se requiere, además de diez años
de trabajo ininterrumpido en el mismo sector, no tener ausencias ni llegadas
tardes al centro, pagar mensualmente la cuota del sindicato y los haberes de las
milicias de tropas territoriales y, sobre todo, asistir a las marchas del pueblo
combatiente, las tribunas abiertas, los mítines relámpagos y otra
serie de actividades "revolucionarias" que den los méritos
suficientes para emprender la caza.
Si el obrero-cazador es militante del Partido o de la Unión de Jóvenes
Comunistas de Cuba, sus posibilidades en la batida serán mayores.
No obstante, deberá pasar, como todos los aspirantes, por la pesquisa
en su zona de residencia donde se compruebe su activa participación en
las tareas de los Comités de Defensa de la Revolución,
consistentes en la entrega de pomos vacíos, cajas de cartón y otro
materiales reciclables, además de la vigilancia y delación sistemáticas
de quienes venden frituras de maíz sin pagar patentes, maní sin
demostrar de dónde sacó el papel de los cucuruchos, o puré
de tomate sustraído del comedor obrero de la empresa, entre otros delitos
de "lesa humanidad".
La diferencia más significativa entre los Pandas animales y los
Pandas televisores es que los primeros se niegan a vivir en cautiverio y se
rebelan, mientras que los segundos llegan al cautiverio para impedir la rebelión
del pensamiento y el curso de la vida en su diversidad.
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